Aquí les dejo una foto ya antigua: un ejemplar de mi novela, Alma Negra, firmado para una ex compañera de liceo en su cumpleaños.
Desde entonces no he vuelto a verla, pues su vida de madre y el trabajo obviamente le ocupa más tiempo. Es increíble cómo pasa el tiempo y hace catorce años escribía en una agenda Pascualina, usaba camisetas cortas mostrando el ombligo y rompía la ventana de nuestra sala con su anillo, dándole un puñetazo.
Y pensar que yo también he cambiado.
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