Definitivamente esta entrada debería llevar todas las etiquetas del blog, porque todos tenemos algo que nos preocupa y quienes aparentemente llevamos una existencia tranquila, nos inventamos los problemas, como si nuestras vidas tuviesen menos importancias que las del resto sin una razón por la cual quejarnos.
Aunque el blog cuenta con traductor automático desde hace algún tiempo, ciertamente me gusaría escribir en todos los idiomas posibles, para que no quedase nadie sin enterarse con plena exactitud de mi perspectiva. Sin embargo, el idioma me limita tanto como cualquier otro factor excluyente y me hace sentir igual que alguien aislado, completamente ajeno al mundo, desprovisto de toda característica socialmente inclusiva.
En estos momentos soy como el pollo en corral ajeno. Estoy en un planeta extraño donde mi modo de ver la vida y afrontar el mundo no se ajusta en nada a la cosmovisión general. ¿Una crisis existencial tal vez? No. Ya he tenido muchas anteriormente y sé reconocerlas apenas comienzan, para darles atajo a tiempo. Es más bien como si fuese el último de una estirpe o raza que se extingue conmigo.
En esto, ser escritor me ayuda mucho a reinventar un imaginario universo en el cual seguramente no sería este Adán desterrado que soy y me sentiría más cómodo. Empero, la problemática persiste al dear la pluma o el teclado a un lado y entonces, tomando un segundo para respirar, me doy cuenta de que todos hemos perdido un poco ese sentido de pertenencia y necesitamos imaginarnos ese Edén personal e interno.
Hay algunos estudiosos que ubican el Edén desaparecido en Irak -entre los ríos Tigris y Éufrates- mientras otros aseguran que el paraíso original se hallaba en el este de Turquía. Michael Sanders, director de expediciones para la Fundacion de Investigaciones sobre Misterios de la Biblia -de Irving, California- afirma que “Con la imagen de satelite, es apenas notable que hay verdaderamente
cuatro ríos en esta región de Turquía. Ellos son el rio de Murdat, que
corre por Samsun en la costa del Mar Negro, el Tigres, el Éufrates y el
tenedor del norte del Éufrates”.
Sanders dijo que su descubrimiento coincide con otros estudios
recientes sugiriendo que muchos de los acontecimientos bíblicos como
los del jardin del Edén, el diluvio y la construcción de la
Torre de Babel ocurrieron en Turquía y no en Mesopotamia que hoy forma
parte de Irak.
Sin embargo, y por mucho que me guste la idea, es prácticamente imposible confirmar con toda certeza estas afirmaciones.Sea donde fuere que se haya encontrado nuestro hogar primigenio, hoy resulta más poético buscarlo dentro del corazón, donde no deberían entrar las limitaciones humanas ni el ruido del mundo. Así pues, podríamos comprobar tal vez que el Edén no sólo puese hallarse en cualquier parte donde alguien lo imagine sino que además, es tan grande como para albergarnos a todos y dejar atrás esa sensación de aislamiento.
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