Escribo esta entrada del blog motivado por un profundo sentimiento de
desagrado como público de la televisión. Comenzaré por decir que si bien antes
he hablado de temas polémicos, el asunto que ahora me concentra es a mi modo de
ver una polémica absolutamente estúpida.
Para nadie debe ser un secreto -o tal vez podrían suponerlo- que el Islam
prohíbe la homosexualidad al igual que el cristianismo y seguramente también el
judaísmo debido a que las tres son religiones abrahámicas y por lo tanto,
aunque tienen algunas diferencias, en lo medular comparten puntos.
Siendo musulmán no me cuesta para nada entender el motivo de esta
prohibición, sea por la legendaria historia de Sodoma, donde los ángeles que
Allâh envió para destruir la inicua Pentápolis fueron acosados por hombres e
incluso niños que deseaban mantener relaciones sexuales con ellos y al final su
pasión los cegó literalmente o bien, en un intento de combatir la promiscuidad
exacerbada que se dio en la Antigüedad y por cuyos escandalosos gobernantes se
hicieran célebres las cenas y fiestas del Imperio Romano. Hoy nos escandalizamos al leer en los libros de historia que el emperador
Calígula cometía incesto con sus hermanas.
Es un hecho que la homosexualidad
existe desde los albores del mundo, cuando a algún cavernícola le pareció más atractiva
la barba de un cazador que la greñas de su mujer. Aunque intenten convencernos de
que los antiguos griegos inventaron esta orientación sexual junto con la filosofía,
lo cierto es que al menos dos mil años antes en el Antiguo Egipto ya había esclavos
dedicados exclusivamente a entretener al amo cuando su esposa no estaba.
¿Quiénes pasaron a la historia como los guerreros más feroces del mundo antiguo?
Los espartanos, unos tipos que se dejaban crecer barba y cabello para parecer leones
ante sus enemigos y cuyo ideal de vida era morir en batalla sin rendirse, pues comenzaban
su entrenamiento militar a los ocho años. Sin embargo, bien difundido es que al
pasar un mínimo de diez años lejos del hogar y acompañados únicamente por su tutor,
los jóvenes espartanos se iniciaran sexualmente entre ellos como hoy lo hacen nuestros
chicos con Internet. Por favor, no nos hagamos los locos.

Somos una sociedad extremadamente hipócrita y enferma. Argentina es un país
mucho más liberal que Chile y aún así, causa expectación ver a dos actores
besándose en el contexto de la ficción. En tanto, los chilenos hacemos una tormenta
en un vaso de agua porque Chávez le recomendó a Vicuña bañarse. Me detendré dos
minutos para reírme.
Cinco mil personas mueren cada mes en Siria desde que comenzara la guerra civil
hace apenas dos años y estamos al borde de una crisis mundial, pero nosotros aquí
nos preocupamos del beso entre Vicuña y Chávez como si los hubiesen mostrado dentro
de una escena pornográfica. Se me hace tan estúpido que pretendamos vivir en un
planeta aparte y además, ni derecho tenemos a ser tan mojigatos después de ver por
televisión programas donde la mujer es exhibida cual trozo de carne lista para fornicarle.
¿Dónde están las feministas cuando algo así aparece en pantalla?
En el programa Intrusos de La Red durante el almuerzo, escuché una cuña de
alguien diciendo que era muy feo ver a Benjamín Vicuña besándose con otro
hombre pero era parte de su trabajo. Por favor, no olvidemos que diariamente
nuestros niños son erotizados mostrándoles mujeres que se pasean en bikinis tan
pequeños que casi son invisibles. ¿Acaso esto es menos fuerte que ver a dos
hombres dándose un beso? Para mi criterio, está por ahí. Además, supongo que la
telenovela de Canal Trece (Argentina) se emite en un horario específico,
permitiéndole al telespectador sacar a los niños de frente al televisor y
aunque así no fuera, corresponde a los padres o adultos responsables hacerse
cargo de contenidos mediáticos vistos en cada hogar. No podemos culpar a la
productora o el canal por emitir un programa que nosotros no queremos ver.
Ocurre que muchas veces nos desentendemos y dejamos que nuestros niños se
maleduquen por cuenta propia mientras estamos ocupados con el trabajo o el
consumismo y cuando vemos un funesto resultado, nos es más fácil responsabilizar
al medio de comunicación. Y cuando no existía la televisión, ¿a qué o quién culpaban
los padres irresponsables si el hijo se les descarriaba?
José Miguel Villouta, uno de los panelistas del programa farandulero, planteó
muy acertadamente que si nuestra sociedad quisiera poner a dos actores besándose
para contribuir con la apertura de mentes, deberíamos esperar que aquella escena
fuese interpretada por dos homosexuales declarados y no personas pretendiendo ser
gays, porque esto sólo contribuye al rating haciendo que en diversos medios de comunicación
se trivialice el asunto. Debo admitir que el punto señalado por este periodista
es digno de analizarse.
Saquemos la guitarra y la mariguana. Vemos diariamente programas donde se
muestra al gay como figura bufonesca mientras el animador coquetea
descaradamente con mujeres que usan escotes y minifaldas diminutas; toleramos
series que caricaturizan y promueven el adulterio; aplaudimos programas disque
teatrales cuyo climax de la obra llega cuando el protagonista es cómicamente sorprendido
infraganti por su esposa mientras intenta mantener un encuentro íntimo con otra
mujer –hermosa y joven por cierto- que enloquece de pasión; tenemos farándula en
todos los canales discutiendo quién se acuesta con quién… ¿Y debemos poner a dos
actores heterosexuales en una escena gay porque sería demasiado fuerte ver a homosexuales
auténticos?
Por otra parte, si bien es cierto que lo más destacado del tema es el interés
público por ver a Vicuña interpretando una vez más a un homosexual, me parece humildemente
que si viéramos a dos actores gays en la misma escena, el morbo sería aún mayor
y poco o nada nos interesaría contribuir a la tolerancia social. Al contrario, querríamos
ver hasta dónde son capaces de llegar los productores y guionistas para alcanzar
el más alto rating. Pues nada, vayamos todos en patota a encerrarnos en un convento
hasta que esta Sodoma moderna también sea destruida.
Lo único cierto de todo esto es que no tenemos un filtro para seleccionar lo
que vemos. Ergo, nos es imposible diferenciar entre un programa que contribuye y
otro que simplemente destruye mentes. Este fenómeno seguirá existiendo hasta que
el mundo se acabe y lo más desalentador es ver como nosotros, el público, somos
conformistas e incapaces de exigir algo realmente bueno desde todo punto.
Pretenden vendernos el cuento de que su objetivo es abrir mentes, mostrar
realidades sociales y contribuir a la tolerancia. Por televisión pagada podemos
ver Espartaco, Los Borgia, Juego de Tronos, Sangre verdadera –Sangre fresca en España-
y ninguna de esas series ha pretendido nunca ser un aporte académico o cultural
destacable, pero muestran de casi todo sin cortarse un pelo, porque son honestos admitiendo que su único objetivo es entretener a quien las ve… Aquí los mojigatos
las ven igual, supuestamente por el contesto histórico de algunas pero cuando muestran
apenas un beso gay en televisión abierta, es como si no hubiese nada más importante
de qué hablar. ¿Cómo hubiera sido si los actores aparecieran desnudos en la escena?
No me lo quiero ni imaginar, porque no sólo los programas de farándula estarían
hablando sino que habría trascendido a otras esferas del acontecer nacional.
Somos mediocres en extremo. Algunos por ver el programa para saber hasta dónde
llega, otros por seguir hablando del tema en lugar de ocuparse con asuntos realmente
importantes y unos tantos, lo somos por tolerar que a ésto se le llame “controversia”.
En verdad les digo que mientras sea así, nos mereceremos lo que hasta ahora tenemos.
Foto 1 (arriba, derecha): beso de Dan Feuerriegel y Pana Hema Taylor en Spartacus - Vengeance.
Foto 2 (abajo, izquierda): beso de Benjamín Vicuña y
Julio Chávez en la telenovela argentina Farsantes.
3 comentarios:
Es la sociedad que hemos creado. Un monstruo que nos fagocita.
Carlos, no sólo la telenovela se transmite en horario central, sino que el beso fue esperado, no sólo por los seguidores de la tira diaria, sino por aquellos (me incluyo) que no vemos la telenovela. No hubo polémica en Argentina, pues creo, que desde la sanción del matrimonio igualitario y la igualdad de oportunidades que se implementan, el beso, forma parte de la vida cotidiana para muchos. Hay rechazo y es verdad, pero de un sector minoritario que no se hizo mediático.
Aquí lo hicieron ver como la Sodoma moderna :D
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