«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

Comenta en este blog

Selamünaleyküm: No olvides dejar al final de cada artículo tu comentario para el autor de este humilde blog que acabas de leer. Tus opiniones serán tomadas en cuenta para mejorar el contenido en la forma y el fondo.

Si esperas respuesta a tu comentario, debes buscarla dentro de la misma sección del artículo que comentaste. Gracias. Selam.

Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

Sobre Facebook

Por favor, si me agregas a Facebook, envíame un mensaje privado diciendo que has visto mi blog, para saber dónde me encontraste. De lo contrario, tu solicitud podría ser rechazada por seguridad. Muchas gracias por tu comprensión.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Erotismo peligroso


Comenzando este artículo me gustaría aclarar que no deseo abordar el tema desde una perspectiva teológica porque en primer lugar, no tengo demasiado conocimiento para argumentar en ese sentido y además, porque no quiero que algún ignorante me tache de fanático religioso, pues no lo soy y odio las etiquetas. Más bien, escribo una crítica social basada en los horrores que durante los recientes días han mostrado los noticiarios nacionales, tales como la joven madre que mató a su bebé recién nacido clavándole una tijera y por otro lado, el abuelo acusado de embarazar a su nieta de apenas trece años y que supuestamente abusaba de ella desde que tenía siete. Dejo claro que no estoy asegurando nada porque aún los casos están abiertos y no me hago responsable de lo que informan los noticiarios.
Muchos lectores de este blog ya están acostumbrados a que a veces escriba siendo progresista y apasionado en mis argumentos a favor de tendencias liberales. Pero en esta ocasión lo siento, me parece que desgraciadamente nuestra sociedad ha llegado a un desafortunado punto sin retorno, donde por desgracia ya nada nos sorprende y no nos atrevemos a exigir que se tomen medidas drásticas para cambiarlo.
Anoche viendo el programa televisivo Síganme los buenos, no pude hacer sino concordar con los acertados comentarios de la panelista, doctora María Luisa Cordero, quien de modo bastante crudo diagnosticó nuestra sociedad destacando una erotización exacerbada en los medios de comunicación masiva, que actualmente no tienen ningún reparo en mostrar desnudos o jóvenes cantantes ligeras de ropa, al borde del exhibicionismo vulgar. ¿Qué nos está pasando?
Hemos llegado a un punto donde diariamente se nos informa de horribles homicidios o intrincadas redes internacionales de pedofilia y pornografía infantil. Pero para mi desagradable sorpresa, pareciera que cada día nos impacta menos y mucho me temo que llegue el día en que estas atrocidades sean aceptadas como algo normal.
Hace poco en Facebook posteé una imagen en la cual escribía mi propio pensamiento diciendo:

«A veces una imagen no significa nada. Sin embargo, normal y anormal son palabras con mucho significado, aunque son diferenciadas sólo por una letra y no siempre es bueno hacer esta diferencia».

Carlos Flores Arias – Yahya.

(Escritor chileno).

Santiago. Noviembre 18 de 2013.-

En esa ocasión me refería a la discriminación que algunas personas pueden ejercer con ambos términos absolutos sobre minorías de cualquier clase. Empero, en esta oportunidad me veo obligado a admitir que la exagerada erotización de casi cualquier mensaje mediático, así como también la aplaudida violencia nos expone peligrosamente a una inmoralidad ilimitada en cuyos terrenos iremos sintiendo cada vez menos la necesidad de protestar ante algo que a todas luces es anormal.
La doctora Cordero decía anoche que durante la década de 1940 en las zonas rurales de nuestro país era muy frecuente el incesto filial o paterno-filial y producto de ello nacían muchos hijos ilegítimos. Lamento decirlo doctora, pero desgraciadamente y aunque suene increíble, ésa es una realidad plenamente vigente. La única diferencia es que antes se denunciaba menos porque quien ejercía este abuso solía ser el poderoso terrateniente sobre sus peones o sirvientas.
Hace poco tiempo, diría yo que unos meses atrás, leí el caso de un tipo en Argentina que con treinta y tantos años abusaba de su hijastra que por entonces apenas tenía cinco. Pues bien, la madre se enteró al leer el diario íntimo de la niña, donde se describía con lujo de detalles cada escabroso encuentro.
No puedo evitar preguntarme: ¿Qué tan descuidadas son actualmente las madres, que no notan estos abusos sino hasta cuando ya es demasiado tarde? En los casos de niñas campesinas violadas por ebrios patrones de fundo, solía ocurrir que las madres hacían la vista a un lado por temor a perder el sustento. Sin embargo, actualmente las mujeres están más capacitadas y no les cuesta tanto entrar al mundo laboral, sin necesitar la protección masculina y por ello, no se entiende que aún hoy las progenitoras permanezcan indiferentes ante tales atropellos.
Perdónenme, pero por muy liberales que pudieren parecerles mis previos artículos, no puedo darme el lujo de callar ante una realidad que nos desborda. Más bien, me veo en la obligación ética y moral de protestar enérgicamente y exigir que en primer lugar, el castigo legal para estos casos sea muchísimo más severo y además, se restrinja de manera seria la explotación del sexo como herramienta comunicacional de los medios como la televisión, para conseguir mayores índices de audiencia a costa de la sobreexcitación de un público potencialmente peligroso.
Bien decía la doctora Cordero que este supuesto abuelo pederasta cuya nieta ahora tiene cinco meses de embarazo -aún no se comprueba que él sea el padre-, pudo iniciar los abusos tras ser estimulado por programas televisivos donde se muestran a jóvenes muchachas cantando o bailando ligeras de ropa.
Ignoro qué detonará la conducta pedófila en una persona aparentemente normal. La única psicóloga que conozco es Lucía y nunca nos hemos sentado a charlar sobre el laberinto que es la mente humana. Sin embargo, al momento de considerar los nefastos resultados que esta actitud tiene sobre la frágil inocencia infantil y nuestra sociedad, poco importa cuál es la causa.
Desde un punto de vista más visceral, no puedo evitar sentir repugnancia absoluta por cualquier mente perversa que se atreva a corromper la dulce infancia de una criatura que además de no tener criterio formado, es incapaz de defenderse porque incluso desconoce las enormes repercusiones futuras que tendrá el daño del cual es víctima.
Me sorprende la indolente actitud de quienes indiferentes siguen adelante, sin protestar, cuando un niño es expuesto a la erotización de cada mensaje. Antes la publicidad se centraba en promover un producto determinado y ahora, sin importar qué está a la venta, todo sugiere sexo.
Antes ni siquiera me habría preocupado de algo así, pero ahora me pregunto: ¿Por qué para hablarme de becas y créditos, el Gobierno de Chile me muestra un spot publicitario con un hombre desnudo? ¿Acaso el mensaje no podría entregarse de otra manera o es que sin sugerir sexo la gente es incapaz de comprender?
Así es como resulta que antes los adolescentes se iniciaban sexualmente a los dieciséis o diecisiete años mientras que ahora es común ver a niñas de diez o doce embarazadas. El interés sexual despierta cada vez más temprano en niños que antes sólo se ocuparían de estudiar o jugar.
Tal vez nosotros que ya somos adultos podemos lidiar con esta sobreexposición, pero un niño no debería ver esta publicidad a las tres de la tarde cuando además, en las telenovelas que dan después del almuerzo, se muestra a parejas que han pasado la noche fornicando. No hace mucho las teleseries nocturnas tenían este ingrediente como el principal anzuelo y ahora, para no perder audiencia, deben ofrecer historias cada vez más truculentas, cuyo morbo comienza en un punto determinado pero no se sabe dónde podrá detenerse.
Hace algunos pocos años los actos sexuales en series televisivas mostraban a mujeres desnudas sin enseñar la genitalidad mientras que los hombres sólo enseñaban el trasero. Ahora en cambio algunas series transmitidas por televisión pagada, muestran abiertamente la genitalidad de hombres y mujeres porque caso contrario, nadie las vería.
La doctora Cordero dijo que «el hambre de comer y el hambre sexual siempre están asechándonos». Pero si bien es cierto que comiendo nuestro apetito se sacia, no podemos ir por la vida con un erotismo descontrolado, porque perderíamos nuestra calidad humana y seríamos presa de una animalidad monstruosa.
Está claro que en este artículo pude haber hablado de cualquier otro tema sin importar su relevancia, pero siempre me ha gustado pensar en este humilde blog como una herramienta que puede contribuir positivamente a un cambio social. En esa medida, me veo obligado a decirles que nuestra sociedad está enferma, es decadente y a pocos parece importarnos. Espero que no llegue a ver el momento en que a nadie le importe y para impedirlo, debemos hacer algo ahora.

9 comentarios:

Pedro Pitofino dijo...

Digamos que todo puede valer cuando estamos entre iguales, y no vale cuando puede haber indefensión. En este último caso, las leyes y los legisladores deben defender al débil.
No debemos confundir las prácticas y costumbres de otra época con nuestros usos actuales, pues lo que antes podía ser normal por ignorancia o pobreza de valores (y no lo estoy justificando), hoy puede ser constitutivo de delito.
Esto que he expuesto, tampoco nos debería convertir en mojigatos o portar una censura. Puede ser responsabilidad también de los padres que los hijos tengan acceso a determinados sitios, webs o contenidos, lo que les obliga a evitarlo, tomando cada uno su propia responsabilidad.

Yahya. Carlos Flores A. Escritor. dijo...

No se si todo vale aunque estemos entre iguales porque ahora casi todo parece lícito. Pero en lo demás estoy de acuerdo.

Pedro Pitofino dijo...

Al decir que todo vale entre iguales, me refiero a que existe la posibilidad de que una de las partes no participe de la situación y le lleve a establecer una normativa con la otra parte. Normativa como equivalente de convivir con postulados comunes.

Yahya. Carlos Flores A. Escritor. dijo...

Pedro, sí..., entendí tu punto. Pero en mi experiencia, no estoy de acuerdo en que entre adultos casi todo esté permitido, porque a veces tampoco saben poner límites las personas grandesitas.

Made Flores dijo...

ya no hay limites,ni morales,ni de valores, ni siquiera con la vida humana,me cuesta trabajo entender como hay gente q aun ve las noticias como si nada y día por medio se masacran los estudiantes en algún colegio norteamericano ,y nadie sabe si serán los juegos de computador violentos,o la comida ,los transgenicos ,o valla a saber uno q...

Yahya. Carlos Flores A. Escritor. dijo...

Made, te pasa lo mismo que a mí y por eso creo que en Chile hay un doble estandar tremendo. Saludos.

Pedro Pitofino dijo...

Vamos a ver, lo que ocurre en Chile, también pasa en España y pienso que en casi todas las partes del mundo. Yo no sé cual es el origen ni como surgió cada cuestión, pero si nos fijamos en lo que entendemos como culturas ancestrales, hay montones de cosas que nuestros principios no admiten, como por ejemplo la ablación o determinados ritos religiosos siempre en contraposición con las ideas propias.

Siempre he dicho que los humanos hemos avanzado tecnológicamente pero no ha habido evolución mental que indique un avance como ser racional. Dicho esto, las barbaridades cometidas en estos tiempos se han cometido toda la vida en distintas culturas con sus variantes. No somos ni mejores ni peores que los de antes.

Aquí deberíamos separar lo que son las leyes del lugar en el que nos movemos de lo que es nuestra percepción moral individual, y no siempre coinciden. Yo no soy partidario de matar, y si lo hiciera se me debería "juzgar" en base a la traición a mi postulado. Ahora bien, puedo estar fisicamente en un país donde esté prohibido matar, o en otro donde esté permitido en determinadas circunstancias, y serán las leyes de cada lugar las que me juzguen.

El sentido común, qué es el menos común de los sentidos, es el que nos debe llevar a promulgar unas leyes que garanticen los derechos de todos, pertenezcamos a una mayoría o a una minoría.

Otra cosa es el de los límites, donde afirmáis TC Yahya y Madejojo, el descontrol existente en estos momentos. Os parece eso por ser el momento que estamos viviendo. Si interiorizáramos las vivencias de otra época, alucinaríamos en todos los colores. El límite lo pone el respeto. Por muy partidario que yo sea del nudismo, no tendría sentido que entrara en una iglesia católica o en una mezquita, totalmente desnudo. Mi intención no sería mala, no querría violar, ni incitar a nada, pero no sería aceptado, del mismo modo que ninguna de las creencias debería importunarme si yo estoy desnudo en mi espacio. Ese es el límite, el respeto.

El juego se rompe cuando alguien se salta ese límite por la razón que sea. Respetemos.

Made Flores dijo...

absolutamente de acuerdo,hay un donde y un cuando,porq esas demostraciones artísticas de hombres y mujeres casi desnudos, bailando en unos fierros en el metro de santiago,a la hora pic,donde obligan a mujeres ,hombres y niños a verlos,sin quererlo,no me parece en lo absoluto,estoy totalmente de acuerdo con espacios para aquello,en donde el publico a su edad y criterio q corresponde,va,lo paga,como debe ser,y disfruta del show,mas cuando es en plena locomoción colectiva,no me parece,y yo soy artista,pinto,y desnudos o sea no me asusta una teta,pero tengo mi espacio...en lo demás,la violencia,es una verdadera lastima ,es cierto somos muy avanzados tecnológicamente,pero no dejamos de ser los mismos monos con distintos palos golpeándonos,y estos,en su época tuvieron un diluvio para parar estas aberraciones ,o quizás un sodoma y gomorra,y no me mal interpreten q no tengo religión,mas pertenezco a Dios,cariños a ambos.

Yahya. Carlos Flores A. Escritor. dijo...

Sin embargo, si bien hoy se ven aberraciones como sólo pudieron verse en Sodoma, hoy lo peligroso es que los medios contribuyen en gran medida a difundir estas actitudes y hasta hacerlas aceptables.
A eso apunta mi artículo. Que no importa tanto desde cuándo pasan estas cosas. Más bien lo grave es que, por los factores que sea, nuestro umbral de tolerancia cada vez va aguantando más, hasta no darnos cuenta de cuan enferma está nuestra sociedad.
Saludos.

Gracias por tu visita

Si llegaste a este blog y lo leíste, agradezco que me dedicaras un poco de tu tiempo.

Asimismo, te invito a dejarme tus comentarios, sugerencias, peticiones y críticas constructivas en los posts.

Por último, si te agradó, puedes añadir un vínculo de La Pluma Dorada en tu página web, blog, fotolog o espacio personal y así, colaborar al crecimiento de este humilde rincón. También te invito a convertirte en seguidor.

Espero tenerte de regreso; siempre serás bienvenido. Hasta pronto.

Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.