Hoy Arzu ha dicho la siguiente cita: «Tu tiempo es limitado, de
modo que no lo malgastes viviendo la vida de
alguien distinto. No quedes atrapado en el dogma, que es vivir como otros
piensan que deberías vivir. No dejes que los ruidos de las opiniones de los
demás acallen tu propia voz interior. Y, lo que es más importante, ten el
coraje para hacer lo que te dicen tu corazón y tu intuición. Ellos ya saben de
algún modo en qué quieres convertirte realmente. Todo lo demás es secundario» (Steve
Jobs).
Mi respuesta, aunque algo redundante, fue simple: «Steve Jobs pone muchas palabras porque cuando una persona
sigue su corazón, es rechazada por otra gente y la soledad es el precio a pagar
muchas veces. Pero hermana, uno debe ser el primero en aceptarse a sí mismo. Quien
te quiere de verdad, te quiere tal como eres, sin cambiarte y el resto, son
sólo palabras. Saludos».
Ahora, pensándolo bien, me doy cuenta de que muchas veces la gente
espera que frente a determinada circunstancia reaccionemos de la manera que
socialmente se considera correcta, pero hacemos todo lo contrario o algo
inesperado porque algunos no queremos vivir obsesionándonos por la opinión de
los demás.
Me pasa por ejemplo cuando comento que quiero volver a Turquía InşAllah
lo antes posible. La mayoría de quienes me rodean no pueden entender por qué me
gusta tanto ese lejano país e intentan convencerme de que lo más lógico sería
adaptarme a vivir en Chile porque no tengo otra opción debido a mi discapacidad
física y la falta de oportunidades que obviamente significaría estar allá.
En el fondo, lo que se nos pide es resignarnos a que supuestamente
no podremos llegar más lejos del lugar donde siempre hemos estado, como si
fuésemos un brote de mala hierba en medio del bosque y no pudiésemos aspirar a
convertirnos en menta silvestre o lavanda para ser mejores.
Así lo interpreto yo y sólo por ese lado aunque seguramente alguien
más podría tomar otro extremo de esta madeja. Pero por otra parte, ciertamente
a veces no sacamos nada escuchando nuestros corazones, porque nos dicen algo
que nadie más en este mundo puede saber. Sin embargo, habemos quienes siendo
imprudentes por naturaleza, creemos ingenuos que ir por la vida enseñando el
corazón es lo mejor que podemos hacer.
No, señoras y señores. No se engañen aquellos que como yo, tienen
la política de honestidad total en cuanto a las emociones, porque la gente casi
nunca valora los sentimientos ajenos y se sufre demasiado cuando algunos le
dicen a uno que la vida debe ser de una manera cuadrada cuando en realidad
deseamos la redondez.
¿Por qué hay tanta gente sola en este mundo? Pues porque todos
somos pobres inadaptados. Por un lado, estamos los idealistas que creemos en la
bondad de un sentimiento y sufrimos desilusiones constantemente. Por otro,
están quienes han postergado tanto sus emociones ante el temor de ser
rechazados, que en determinado momento sus corazones entran en coma y sólo
escuchan a sus pasiones.
Hoy mismo vi en otra entrada de este blog el comentario de una tal
Claudia, quien muy simpática me decía que soy un aporte. La verdad es que
cuando escribo, no busco el reconocimiento masivo ni los elogios fáciles, pero
por otro lado y para ser honesto, es gratificante saber que mis palabras llegan
a alguien con su significado y pueden servirle para ser mejor persona,
aceptarse tal como es, abrazar su verdad y seguir luchando por una causa que
quizás creía perdida antes de leerme.
¿Por qué no? Ciertamente yo mismo muchas veces he creído que mi
propia causa está perdida, porque las emociones son todo mi capital y en
ocasiones, algunas personas en quienes creí me dejaron luchando solo. Pero aquí
estoy.
He sufrido mucho durante los últimos ocho meses por algunas
derrotas emocionales que en su momento me derrumbaron completamente. Además, hay
dos personas en mi vida a quienes estimo mucho y el cáncer llegó hasta ellos
como una fría sombra de invierno. Ante eso, debí dejar de lado mis propias
penas y soledades para levantar la cabeza lo más que pudiera. ¿Pero dónde están
mis afectos ahora? Es algo que inevitablemente me pregunto algunos días, cuando
sólo quisiera quedarme acostado sin hacer nada y a pesar de todo, no puedo.
¿Con qué moral podría pedirles a los demás que siguieran luchando
contra las adversidades, si me rindiera? Es muy bonito lo que dice Steve Jobs;
realmente es lo que cualquier soñador como yo quisiera escuchar. Pero a veces
en la vida, debemos postergarnos a nosotros mismos por el bien común y esperar
que más adelante, se nos presente la oportunidad de ser felices.
Jobs habla de los dogmas como maneras impuestas de vivir. Ahora estoy
pasando por una etapa muy difícil de mi vida en la cual esperaba que me
apoyaran algunas personas importantes, que por propia voluntad se han distanciado
física y emocionalmente para continuar con sus vidas sin mí. Ante esto y aunque
algunos puedan estar en desacuerdo, debo reconocer que la religión me ha
sostenido o Allâh (swt) más bien.
Nunca es bueno esperar que personas humanas y por lo tanto,
imperfectas como nosotros, sean centrales. Luego se van, motivados por
cualquier razón o simplemente porque ya no nos quieren y ahí quedamos, desnudos
frente a la vida en medio del inclemente frío. Cuando pasamos por
circunstancias difíciles, no nos podemos permitir el lujo de que otro humano
ordene nuestros sentimientos, porque hay quienes pueden necesitar nuestra ayuda
o apoyo y debemos estar bien para ellos o al menos, vernos estables.
En este sentido, Jobs tiene razón, pues interpretando sus palabras
diría que debemos hallar nuestro propio centro y no dejar que otro nos lo
enseñe. Es la única manera de que podamos ser un aporte para los demás y al
mismo tiempo, dirigirnos hacia nuestro horizonte personal.
Empero, no puedo dejar a un lado el hecho de que como siempre
digo, la felicidad sólo es verdadera si se comparte. Ya olvidé dónde escuché
por primera vez esa frase, pero encierra una gran verdad. Cuando uno está o se
siente solo, no es feliz aunque tenga aquello que siempre ha soñado. En mi
caso, hasta hace ocho meses mi principal motivación mundana era regresar a Estambul,
no porque sea una ciudad preciosa sino por la gente que dejé allá. Sin ellos
Turquía sería solamente un país más entre tantos, pero muchos no entienden que
mi verdadera alegría está en los afectos y no en los lugares. Mi Estambul
particular es donde ellos estén.
Hay veces en la vida, como ahora, en que la tristeza y la soledad
sólo pueden combatirse con ayuda de Allâh (swt) y la esperanza de que nuestro
sueño se haga realidad, pero podamos compartir nuestra felicidad con aquellas
personas que amamos, estén en Turquía, Chile o cualquier otra parte. ¿Qué caso
tendría seguir luchando si no fuera de ese modo? ¿Alguien más se siente así o
soy el único?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario