«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

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viernes, 10 de octubre de 2014

Mi Estambul particular



Hoy Arzu ha dicho la siguiente cita: «Tu tiempo es limitado, de modo que no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto. No quedes atrapado en el dogma, que es vivir como otros piensan que deberías vivir. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior. Y, lo que es más importante, ten el coraje para hacer lo que te dicen tu corazón y tu intuición. Ellos ya saben de algún modo en qué quieres convertirte realmente. Todo lo demás es secundario» (Steve Jobs).
Mi respuesta, aunque algo redundante, fue simple: «Steve Jobs pone muchas palabras porque cuando una persona sigue su corazón, es rechazada por otra gente y la soledad es el precio a pagar muchas veces. Pero hermana, uno debe ser el primero en aceptarse a sí mismo. Quien te quiere de verdad, te quiere tal como eres, sin cambiarte y el resto, son sólo palabras. Saludos».
Ahora, pensándolo bien, me doy cuenta de que muchas veces la gente espera que frente a determinada circunstancia reaccionemos de la manera que socialmente se considera correcta, pero hacemos todo lo contrario o algo inesperado porque algunos no queremos vivir obsesionándonos por la opinión de los demás.
Me pasa por ejemplo cuando comento que quiero volver a Turquía InşAllah lo antes posible. La mayoría de quienes me rodean no pueden entender por qué me gusta tanto ese lejano país e intentan convencerme de que lo más lógico sería adaptarme a vivir en Chile porque no tengo otra opción debido a mi discapacidad física y la falta de oportunidades que obviamente significaría estar allá.
En el fondo, lo que se nos pide es resignarnos a que supuestamente no podremos llegar más lejos del lugar donde siempre hemos estado, como si fuésemos un brote de mala hierba en medio del bosque y no pudiésemos aspirar a convertirnos en menta silvestre o lavanda para ser mejores.
Así lo interpreto yo y sólo por ese lado aunque seguramente alguien más podría tomar otro extremo de esta madeja. Pero por otra parte, ciertamente a veces no sacamos nada escuchando nuestros corazones, porque nos dicen algo que nadie más en este mundo puede saber. Sin embargo, habemos quienes siendo imprudentes por naturaleza, creemos ingenuos que ir por la vida enseñando el corazón es lo mejor que podemos hacer.
No, señoras y señores. No se engañen aquellos que como yo, tienen la política de honestidad total en cuanto a las emociones, porque la gente casi nunca valora los sentimientos ajenos y se sufre demasiado cuando algunos le dicen a uno que la vida debe ser de una manera cuadrada cuando en realidad deseamos la redondez.
¿Por qué hay tanta gente sola en este mundo? Pues porque todos somos pobres inadaptados. Por un lado, estamos los idealistas que creemos en la bondad de un sentimiento y sufrimos desilusiones constantemente. Por otro, están quienes han postergado tanto sus emociones ante el temor de ser rechazados, que en determinado momento sus corazones entran en coma y sólo escuchan a sus pasiones.
Hoy mismo vi en otra entrada de este blog el comentario de una tal Claudia, quien muy simpática me decía que soy un aporte. La verdad es que cuando escribo, no busco el reconocimiento masivo ni los elogios fáciles, pero por otro lado y para ser honesto, es gratificante saber que mis palabras llegan a alguien con su significado y pueden servirle para ser mejor persona, aceptarse tal como es, abrazar su verdad y seguir luchando por una causa que quizás creía perdida antes de leerme.
¿Por qué no? Ciertamente yo mismo muchas veces he creído que mi propia causa está perdida, porque las emociones son todo mi capital y en ocasiones, algunas personas en quienes creí me dejaron luchando solo. Pero aquí estoy.
He sufrido mucho durante los últimos ocho meses por algunas derrotas emocionales que en su momento me derrumbaron completamente. Además, hay dos personas en mi vida a quienes estimo mucho y el cáncer llegó hasta ellos como una fría sombra de invierno. Ante eso, debí dejar de lado mis propias penas y soledades para levantar la cabeza lo más que pudiera. ¿Pero dónde están mis afectos ahora? Es algo que inevitablemente me pregunto algunos días, cuando sólo quisiera quedarme acostado sin hacer nada y a pesar de todo, no puedo.
¿Con qué moral podría pedirles a los demás que siguieran luchando contra las adversidades, si me rindiera? Es muy bonito lo que dice Steve Jobs; realmente es lo que cualquier soñador como yo quisiera escuchar. Pero a veces en la vida, debemos postergarnos a nosotros mismos por el bien común y esperar que más adelante, se nos presente la oportunidad de ser felices.
Jobs habla de los dogmas como maneras impuestas de vivir. Ahora estoy pasando por una etapa muy difícil de mi vida en la cual esperaba que me apoyaran algunas personas importantes, que por propia voluntad se han distanciado física y emocionalmente para continuar con sus vidas sin mí. Ante esto y aunque algunos puedan estar en desacuerdo, debo reconocer que la religión me ha sostenido o Allâh (swt) más bien.
Nunca es bueno esperar que personas humanas y por lo tanto, imperfectas como nosotros, sean centrales. Luego se van, motivados por cualquier razón o simplemente porque ya no nos quieren y ahí quedamos, desnudos frente a la vida en medio del inclemente frío. Cuando pasamos por circunstancias difíciles, no nos podemos permitir el lujo de que otro humano ordene nuestros sentimientos, porque hay quienes pueden necesitar nuestra ayuda o apoyo y debemos estar bien para ellos o al menos, vernos estables.
En este sentido, Jobs tiene razón, pues interpretando sus palabras diría que debemos hallar nuestro propio centro y no dejar que otro nos lo enseñe. Es la única manera de que podamos ser un aporte para los demás y al mismo tiempo, dirigirnos hacia nuestro horizonte personal.
Empero, no puedo dejar a un lado el hecho de que como siempre digo, la felicidad sólo es verdadera si se comparte. Ya olvidé dónde escuché por primera vez esa frase, pero encierra una gran verdad. Cuando uno está o se siente solo, no es feliz aunque tenga aquello que siempre ha soñado. En mi caso, hasta hace ocho meses mi principal motivación mundana era regresar a Estambul, no porque sea una ciudad preciosa sino por la gente que dejé allá. Sin ellos Turquía sería solamente un país más entre tantos, pero muchos no entienden que mi verdadera alegría está en los afectos y no en los lugares. Mi Estambul particular es donde ellos estén.
Hay veces en la vida, como ahora, en que la tristeza y la soledad sólo pueden combatirse con ayuda de Allâh (swt) y la esperanza de que nuestro sueño se haga realidad, pero podamos compartir nuestra felicidad con aquellas personas que amamos, estén en Turquía, Chile o cualquier otra parte. ¿Qué caso tendría seguir luchando si no fuera de ese modo? ¿Alguien más se siente así o soy el único?

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Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.