«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

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miércoles, 17 de diciembre de 2014

Cuando el corazón duele o se rompe

Hay días en que tengo sentimientos para expresar en este blog, pero ignoro cómo hacerlo a pesar de ser escritor, pues se supone que debería disponer de todos los recursos retóricos para hacer fluir la tinta en mi pluma dorada. A veces, por mucho que el corazón quiera hablar gritando a los cuatro vientos, debe callarse, contenerse porque sus palabras podrían perjudicar a terceros o simplemente, el mensaje no se entendería.
El corazón es un músculo al cual le cargamos tantas responsabilidades, culpas, errores, ilusiones, sueños y amores pero no aligeramos el peso. Cuando sufrimos, nadie dice que le duele el páncreas o el bazo sino el corazón, porque de algún modo tiene una conexión especial con nuestra alma y por eso, cuando algo nos duele, sentimos que tenemos una fractura en el pecho.
Hay gente que se pregunta por qué sufrimos en esta vida. Ésa es la clave: que sea esta vida. En el mundo o Dunya nacemos para ser probados en todo aspecto y uno de ellos es que debemos demostrar cuánto podemos soportar. La gente mala, que hay, parece tener mucha suerte y todo a su favor cumpliendo lo que quiere; pero tarde o temprano el castillo de naipes se derrumba y las deudas morales deben pagarse. Por eso, el consuelo de la gente buena es saber que aun cuando las circunstancias sean adversas, si se hace lo correcto aunque no se comprenda la razón, tener la conciencia tranquila es invaluable. Además, la vida que realmente importa es la Última Vida, donde la gente honestamente buena recibe recompensa por la misericordia de Allâh (swt).
Cuando sufre alguien a quien queremos muchísimo, sea amigo, pariente o pareja, a veces no sabemos cómo consolarle y nos sentimos impotentes, porque nos duele tanto como un sufrimiento propio. A veces se nos hace imposible articular palabras coherentes para empatizar con quien tiene roto el corazón, pues si es un dolor auténtico, como seres humanos quedamos en pausa, inmóviles, aletargados y es relativo el tiempo que permanezcamos así, dependiendo de cada persona según su tolerancia.
La publicidad y los medios nos pintan un ideal de vida en el cual todo debe ser perfecto: felicidad es sinónimo de éxito y se logra sumando salud, dinero y amor. Pero la verdad es que todo aquello es artificial y pasajero, porque a veces teniendo todo lo anterior somos infelices. Todos sabemos lo que en esta vida puede causarnos sufrimiento, pero absolutamente nadie puede dar la receta exacta para alcanzar la felicidad, porque ésta es individual. Un ejemplo de ello es que yo sería feliz regresando a Estambul próximamente, pero mi hermano ni siquiera está interesado en saber dónde está Turquía y no puedo culparlo por eso… Es un proyecto mío y personal, como suyo puede ser estudiar ingeniería.
En esta vida es difícil distinguir lo que realmente importa, porque hay muchas distracciones. Pero cuando logramos descifrar el enigma y encontramos algo significativo, no debemos dejarlo pasar por orgullos estúpidos, ambiciones materialistas o desmotivaciones perezosas. Es importante saber lidiar con el dolor, aliviar el corazón, descansar en la fe, atesorar los afectos como amores irreemplazables y saber que en esta vida todo lo malo es efímero aunque tengamos la impresión de que será permanente.
Si nos consideramos seres humanos con todo lo que ello implica, debemos saber que el espíritu simple es aquél que siendo hermoso, se esconde tras las apariencias de todo tipo. La belleza de espíritu tiene por obligación ser compartida y mejorar otras vidas; caso contrario, se desvaloriza.

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Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.