
Anoche el actor Augusto Schuster fue parte de
la parrilla programática en un nuevo capítulo de Vértigo, emitido por Canal 13, quedando en segundo lugar después de
Lola Melnick.
A pesar de que el joven protagonista de Pituca sin lucas se esforzó en desplegar
todo su encanto incluso cantando, perdió muchos puntos con la teleaudiencia,
que se lo comió vivo en las redes sociales cuando le tocó hablar en el segmento
La caja de los secretos. Narró un
viaje con amigos y compañeros de trabajo a Montevideo donde hubo un momento que
Schuster catalogó como “confuso”, y
en el que uno de los varones presente comenzó a acosarlo, por lo cual él
decidió “demostrar su virilidad”
intimando esa misma noche con una fémina.
Ni bien acabó de decir esto y en Twitter
comenzaron a acusarlo de ser homofóbico e incluso un homosexual no asumido. Es
esto lo que me motiva a escribir este artículo no sin antes aclarar que con
toda seguridad, el actor me es indiferente aunque reconozco su talento.
Para empezar, tal vez él usó mal las palabras
porque virilidad y heterosexualidad no son conceptos necesariamente
relacionados. Sinónimos de virilidad son hombría, masculinidad, fortaleza,
reciedumbre, valor, energía, poder, firmeza, potencia, entereza y madurez. Sin
embargo, suponer que un homosexual es inevitablemente afeminado no demuestra
sino la ignorancia e incluso tal vez el prejuicio de una persona. Una persona
homosexual puede perfectamente mantener relaciones sexuales con alguien del
sexo opuesto y seguir siendo gay, muestra de ello es que hasta hace algunos
años en Chile, cuando la comunidad GLBTI era severamente reprimida e incluso
exterminada, muchos gays se vieron en la obligación de casarse con mujeres y
hasta tener familia para sobrevivir.
Pretender que al acostarse con una mujer ahuyentaría
a todos los homosexuales que le siguieran, es otra muestra de inmadurez e
inseguridad. ¿Pero cuánto podría esperarse de alguien que tiene apenas
veintidós años y ya es conocido en varios países? Su actitud se justifica sólo
con el hecho de que ser famoso no le exige aceptar que cualquier persona se le
acerque. Sólo en Twitter tiene ya doscientos sesenta y tres mil trescientos
cuarenta y seis seguidores (263K), pero eso no significa que siempre deba
esforzarse en complacerlos a todos y no pueda elegir con quién quiere estar o
tampoco se le permita delimitar sus espacios personales como mejor le parezca.
¿Algún usuario que comentara este hecho se
puso a pensar en ello? Si quisiera especular, podría decirse que el actor debió
acostarse con una mujer después de haber rechazado muchas veces al compañero
que lo acosaba, pues si únicamente hubiese sido una oportunidad, no se habría
molestado en especificar que le insistió.
Bajo el razonamiento de Schuster, que se
acostó con una mujer para demostrar su heterosexualidad cuando un gay lo acosó,
todos deberíamos ser extremistas. A mí por ejemplo, si alguien me presionara
para beber alcohol, podría simplemente decirle que como musulmán, tener
contacto con licor me resulta haram o prohibido y no debo ceder a las presiones
del grupo donde pudiere ser obligado a asumir una conducta extrema e incorrecta.
Del mismo modo, si el actor sintió en alguna medida que su orientación sexual
era puesta en duda sólo por gustarle a un gay que lo manifestó abiertamente,
bastaba con ser enfático en decirle «Me
gustan las mujeres y tú sólo puedes ser mi amigo, pero nada más. No insistas».
Ahora lo tachan de gay encubierto y hasta homofóbico por no haber sabido cómo
sostener correctamente su postura.
Se entiende que al ser famoso, Augusto es
considerado un buen partido y además, muchos admiradores lo desean. Si fuese
desconocido, otro gallo cantaría porque como siempre digo, sin importar la
orientación sexual todos tenemos derecho a enamorarnos o sentirnos atraídos por
alguien pero en la inmensa mayoría de los casos, sólo nos atrevemos a dar el
paso de aproximación si tenemos motivos para creer que seremos correspondidos.
¿Se entiende? Atraer a un individuo sin hacer nada para dar pie a ello está al
alcance de Schuster y algún otro suertudo por ahí. Tal vez él podría molestarse
con el acoso gay si fuese anónimo, pero al ser un personaje tan público, esto
es parte del costo a pagar.
No obstante, decir que un sujeto es
homofóbico o gay no asumido es demasiado grave y más considerando que el argumento
sea una simple declaración pública de alguien que insisto, apenas hace cuatro
años salió del liceo. No estamos hablando de un tipo con cincuenta años en el
cuerpo que no tiene necesidad de demostrarle su orientación sexual a nadie y
para quien las críticas emitidas en Twitter le pueden servir como papel
higiénico. Más bien estamos hablando de un chico que diariamente se ve
enfrentado a juicios valóricos demoledores sobre cada gesto, palabra o
participación pública que tenga a su corta edad y sin contar con asesoría
constante. Pensó que contar eso sería divertido porque tal vez desde que
ocurrió hasta ahora, lo ha considerado un hecho gracioso. Lo que finalmente
consiguió es que gente prácticamente anónima, cobarde, que puede usar cualquier
nombre de usuario y no necesariamente identificarse, lo acusara de ser
homofóbico y homosexual no asumido.
Si yo emplease el mismo descriterio para
hacer afirmaciones olvidando pensar, podría sin dar nombres ni acusar a nadie
en específico, especular que más de alguien escupió veneno porque quiere
acostarse con Schuster y sabe que jamás podrá hacerlo… También podría asegurar
irresponsablemente que quienes opinaron están celosos del obvio éxito que tiene
con las mujeres. Lo que acabo de decir es una estupidez del mismo calibre que
la sostenida por tantos usuarios criticones en Twitter, quienes emplean de modo
nefasto los ciento cuarenta caracteres pero si se les diera el mismo espacio
que el presente artículo, no podrían decir nada mejor.
Tengo la impresión de que muchas veces los
usuarios en redes sociales publican frases funestas contra alguien para
desquitarse de la rabia almacenada durante un traumático período en sus vidas,
porque se sienten tan miserables que necesitan imperiosamente compartir esa
desdicha arruinando al prójimo o simplemente porque creen y desean ser tan
famosos como el personaje público al que critican. A todos ellos les tengo una
mala noticia: Augusto Schuster le da a sus opiniones el mismo valor y utilidad que
lo dejado después de una visita suya al sanitario.
Mis palabras pueden parecer duras pero no
quiero que me malentiendan. Estoy defendiendo encarnizadamente al actor porque
a su edad tiene derecho de ser espontáneo y no creo que sus dichos tengan la
intención de atacar a la comunidad GLBTI; la verdad es que si hubiese tenido
más cuidado, lo habrían criticado por ser poco auténtico y le restarían
credibilidad. Cualquier cosa que dijera les habría parecido mal; a muchos
Twitter les sirve para escupir sin importar contra qué o quién.
Leí opiniones de gente gay acusándolo de
esconder su verdadera sexualidad. Son heterofóbicos porque quieren que toda la
sociedad sea parte de la comunidad GLBTI y si no logran que alguien asuma una
supuesta orientación determinada, lo sacan forzosamente del armario,
atribuyéndose el derecho de exponer a otros cuando en realidad dándose el caso,
revelar algo tan privado es decisión individual. La heterofobia y la homofobia
son igualmente molestas porque expresan discriminación y el empeño inútil de un
individuo en imponer a otro su propia manera de llevar la vida íntima. La única
diferencia y bastante importante es que la primera no causa que se mate a
heterosexuales, pero no deja de ser discriminativa.
Las mismas personas lo acusan de ser
homofóbico. Por favor, no cometan el error de subestimar a la gente pensante. Aunque
no les guste afrontarlo, existen homosexuales que detestan a las lesbianas o discriminan
a otros gays por no salir del armario, no frecuentar el ambiente o un gimnasio,
ser gordos, viejos, calvos, inexpertos o algún otro detalle específico como no vestir
a la última moda. Eso también es homofobia señores, aquí y en cualquier parte del
mundo. ¿Homosexuales homofóbicos? No sé cómo se tolera eso pero efectivamente existe.
Espero que quien lea mis palabras sepa abordarlas
con intelectualidad si corresponde o al menos, altura de miras como la que muchas
veces no hay en las redes sociales.