
Cuando algo así sucede no es espontáneo y uno
podría llenarse la barriga en cualquier otro lugar pero lo que se termina son
esos momentos en buena compañía; se pone fin a la colección de recuerdos que
uno podría revivir dentro de muchos años al visitar nuevamente aquel local y
lejos de todo romanticismo, se cierra una historia familiar de quien llegó a
Chile buscando nuevas oportunidades y tuvo la idea de establecerse con un café
tradicional pero además, se pierde la fuente laboral de mucha gente que allí
tenía su sustento o incluso, un lugar de pertenencia relacionado con las
ilusiones de quien recién comienza allí un camino laboral o el esfuerzo del
trabajador que durante décadas tuvo buena parte de su vida allí.

Hoy
ese café de larga tradición alemana cierra sus puertas por la quiebra, al igual
que recientemente han debido hacerlo muchos negocios con historia en nuestro
país. Están dentro las esperanzas realizadas durante estos años y los proyectos
que se quedaron sin cumplir.
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