Este año junio ha sido un mes del
orgullo LGBTIQ+ muy noticioso ya que a la polémica ocurrida por las
declaraciones de la escritora británica J. K. Rowling en torno a la comunidad
transexual, ahora se suma que el talentosísimo intérprete y músico español
Pablo Alborán saliera del armario recientemente a través de su cuenta en
Instagram, publicando un vídeo cuyo encabezado es «Tengo algo que deciros…».
Me pareció interesante comenzarlo así
considerando que en dos mil doce se estrenara una película cuyo título en
español era precisamente éste. En ella el director turco Ferzan Özpetek nos
cuenta la historia de Tomaso, joven
escritor quien durante un viaje a su pueblo natal decide revelar a su muy
conservadora familia que es homosexual pero entonces, su hermano Antonio,
igualmente gay, se adelanta causando una debacle. Véanla, es muy buena.
Alborán se une así al inmenso grupo de
artistas en distintas áreas que revela su orientación sexual, siendo el propio
Ricky Martin –quien diera este paso hace ya una década– uno de los primeros en
comentar la publicación para felicitarle y brindarle su apoyo.
El intérprete de Solamente tú, Dónde está el amor y Se puede amar entre otros éxitos manifestó su deseo de sentirse más
libre pues necesita ser un poco más feliz de lo que ya era. Con total
naturalidad añadió que seguramente su público ya lo sabía o lo imaginaba pero
en realidad, nunca se ha sentido discriminado… Para mi sorpresa, cuando he
compartido la noticia esta tarde en mi perfil de Facebook noté que
efectivamente muchos aseguraban haberlo sabido desde siempre y para nada se
mostraron sorprendidos.
Francamente sí me sorprendí pero desde
un punto de vista positivo y admito haberlo imaginado alguna vez, alegrándome
ahora… Sin tener yo ínfulas de pitonisa ni mucho menos, su acto me parece un
aporte al declarar el deseo de darle a su grito más valor y peso pues reconoce
que no todos tienen su suerte y añade «Espero que esto les haga el camino más fácil,
pero, sobre todo, lo hago por mí».
Actualmente a muchos de nosotros nos puede parecer natural que
alguien comente ser homosexual sin tener ninguna reserva al respecto, pero no
debemos olvidar que hace sólo treinta años la OMS sacó de su lista de
enfermedades esta orientación sexual, penalizada en Chile hasta mil novecientos
noventa y nueve, año en que dejó de ser tipificada como delito una relación
homosexual entre adultos.
Sin embargo, la discriminación por orientación sexual –al igual
que en otros casos– muchas veces no admite
las modificaciones legales y continúa ejerciendo su influencia en círculos
conservadores influyentes o familias tradicionales que no reconocen la
evolución y los cambios sociales acontecidos en apenas veintiún años.
Sería ideal que así de rápido o incluso más, llegara un momento en
el cual salir del armario no deba ser considerado un acto político
reivindicativo, realizado por personajes públicos y celebridades que voluntaria
o involuntariamente acaben convirtiéndose en caudillos o líderes de opinión y
por el contrario, se convierta en un paso natural e incluso innecesario mediante
el cual un individuo digno de respeto, se aproxime a una sociedad capaz de
valorarle no por su orientación sexual sino más bien, por su condición humana y
desde ese punto, lo haga libremente, no para sentirse libre.
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