Elhamdülillah otro Ramadân ha llegado a mi puerta, esta vez en un año bastante complicado –para qué nos vamos a engañar–, pero sigue siendo una oportunidad para purificarse y en más de un sentido, pues me trae el regalo de apartar durante un mes mis tormentos personales y descansar de ellos.
Ciertamente la vida se nos ha complicado, a todos, en mayor o menor medida. Pero es bueno hacer una pausa para observar con detenimiento mi conducta desde el año pasado y reflexionar sobre mis errores más allá de frases aparentemente profundas, que pueden publicarse en redes sociales.
Para algunos, la obvia introspección espiritual que brinda este bendito mes se puede prolongar durante todo el año y para otros, es una magnífica oportunidad para olvidar temporalmente la vida mundana y concentrarse en algo trascendental. Ambas opciones son válidas y de seguro, lo mejor sería hacer una combinación; de hecho, el musulmán ideal debería lograrlo.
Sin embargo, se sabe que las preocupaciones, distracciones y obligaciones de este mundo a veces nos quitan más tiempo del que quisiéramos darles. Por ello, bien aprovechado, Ramadân puede ser un reencuentro con Allâh (cc). Hagamos lo mejor posible y esperemos que así sea, según Su voluntad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario