«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

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miércoles, 13 de junio de 2007

Desearía que él fuese gay

A cualquier gay en este mundo se le ha pasado por la mente más de alguna vez en su vida el deseo de que algún famoso sea gay…., como fantasía sexual. “Samantha Jones” de la serie “Sex & the city” dijo una vez que las fantasías no son reprochables, pues podemos fantasear con quién y qué queramos sin hacerle daño a nadie; en otras palabras, la fantasía no constituye delito ni falta, sino que es sana.
Las grandes preguntas son ¿a quién desearíamos ver gay? y ¿cómo podríamos catalogar las fantasías entre meramente sexuales y plenamente románticas? Pues bien, ya que la primera interrogante es un tanto extensa de responder, comenzaré por la segunda, todo según mi criterio y dejando claro que no necesariamente debe ajustarse al masivo.
Para mí, una fantasía sexual es aquélla de contenido altamente xxx que no arrastra una historia entre sus protagonistas, sino más bien se basa puramente en el acto al momento de la masturbación o incluso, cuando estás con tu pareja y cierras los ojos imaginando estar con otra persona, aunque ello parezca descortés y hasta de mal gusto, pero para nada reprochable considerando que de una fantasía se trata.
No se debe relacionar esto con una serie de tópicos morales en los cuales si fantaseo con otra persona mientras lo hago con mi pareja, le estoy siendo infiel, pues si deseo cometer adulterio, lo haré fantaseando o en la realidad sin importar cuantos obstáculos me ponga mi pareja… El punto es que, fantasear resulta hasta cierto punto, sano cuando existe rutina en la vida sexual al punto de hacer el amor sólo una vez por semana cada jueves, después de cenar y de 21:00 a 23:00 horas porque al día siguiente cada uno tiene deberes.
La fantasía romántica en cambio, es protagonizada por nuestro “Amor platónico”, entendiendo como tal aquel sujeto con quien jamás tendremos una historia porque es un imposible, pero que en nuestro imaginario resulta la pareja ideal que nos sigue en todo y nunca nos hace sufrir… En otras palabras, el príncipe azul de la vida adulta cuya probable existencia es de 1 en 10.000.000 porque idealizamos tanto lo que deseamos en una pareja, que desgraciadamente nos condenamos a vivir en una inútil y permanente búsqueda hasta resignarnos y si no lo encontramos, por cansancio nos quedamos con quien más se le asemeja.
Este tipo de fantasía puede hacer de cualquiera un novelista, pues empezamos a imaginarnos que ese amor platónico (un compañero de trabajo, un amigo, un primo lejano, alguien con quien tenemos otro tipo de relación o hasta una celebridad que no conocemos y probablemente tampoco conoceremos en un futuro) nos desea y acabamos tejiendo una intrincada historia de situaciones y relaciones ficticias que nos gustaría vivir, en la cual conocemos a nuestros potenciales suegros y cuñados, nos compramos una casa o departamento para vivir juntos, vamos de vacaciones haciendo un tour por Egipto, Turquía y las islas griegas hasta que finalmente, dicho sujeto anuncia su matrimonio con una fulana que odiamos profundamente con toda la fuerza de que son capaces nuestras entrañas por haber hecho mierda nuestra fantasía y todas nuestras esperanzas.
Es lo que probablemente le ocurrió a José Miguel Villouta cuando fantaseaba con apoyar su cabeza en el pecho Benjamín Vicuña imaginando sentir el aroma de su fuerte perfume, pero ahora, dicho actor está casado con la modelo argentina Pampita y Villouta no puede evitar sentir asco al imaginar que el pecho antes tan deseado tiene olor al vómito de la bebé del matrimonio.
Con respecto a la primera pregunta, así como Villouta hubiese deseado que Benjamín Vicuña fuese gay, algo que no me explico porque para mí ese actor no tiene grandes atributos, en su tiempo deseé por diversas razones que personajes públicos del ámbito nacional como el modelo Hotuiti Te’ao, el tenista Fernando González y los actores Tiago Correa e Iñigo Urrutia nos hicieran despertar una mañana con el titular de “Sí, soy gay” en la portada de todos los diarios y revistas faranduleras.
De igual manera me habría gustado que ocurriera con Tarkan Tevetoğlu y Constantinos Christoforou, cantantes turco y chipriota respectivamente.
Valga mencionar que Tarkan es muy admirado y deseado por la comunidad gay, con esa voz profunda cantando melodiosos ritmos turcos de pop, los profundos ojos de tono verde esmeralda que conjugado con su tez y cabello moreno, rasgos típicamente turcos, le dan un exaltado aire exótico. A ello, súmese que el idioma turco es precioso, muy hipnótico y melodioso en sí mismo.
¿Qué famoso desearían que fuese gay y por qué?

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Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.