«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

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jueves, 14 de junio de 2007

Prejuicios gays

Hace un tiempo mi hermano dijo, con justa razón a mi parecer, que en ocasiones la comunidad gay demuestra tener envidias internas y aunque son sectorizadas, se notan bastante si piensas que dentro de la propia población homosexual se ven prejuicios bastante absurdos pero fuertemente arraigados.
Entre ellos está el estereotipar al gay para calificarlo de aceptable o no, como por ejemplo creer que si el futbolista Mauricio Pinilla se queda hasta las cuatro de la madrugada viendo “El rey león” con María José López y además, usa productos para el cuidado del cabello, es gay… ¡Por Dios! Ayer cuando lo encontré en un videoblog no pude creer lo prejuicioso que se oía de una persona pensante y culta. ¿Acaso todos los homosexuales usan cremas y productos para el cabello?
Es como decir que todos los gays van al gimnasio, se visten bien y tienen buen gusto. Eso no hace más que poner a los homosexuales en los rangos de gay respetable y simple maricón. Mi hermano por ejemplo, dice “Los gays tienen gustos caros” porque conoce a algunos que efectivamente no salen de noche si no es a la discoteca más costosa, el restaurante de moda o cualquier sitio donde gastes un mínimo de cincuenta mil pesos y sea frecuentado por la gente bonita.
¿Eso significa que los gays menos solventes o de gustos más sencillos se condenan a una vida solitaria y aburrida? Pues tal vez tengan menos oportunidades de conocer gente e integrar un gran grupo social, pero al menos tienen la seguridad de no esclavizarse a la moda requerida por gays sectaristas.
¿Todos los gays son guapos? Pues no. Nada de malo hay en que como individuo y sin importar tu orientación sexual, cuides tu apariencia haciendo ejercicio por razones de salud o estética y pongas atención en tu modo de vestir. Sin embargo, he conocido homosexuales cuya actitud francamente detesto porque establecen sus relaciones según un altísimo ranking de exigencias en el cual se excluye a gordos, calvos, bajos, de vestimenta humilde, maduros y discretos. El relacionarse con alguien que sólo sea guapo, joven, de buen ver y frecuente discos de ambiente limita tremendamente las posibilidades de conocer a alguien, tanto para quien tiene dichas exigencias como para quien no las cumple.
¿Por qué desear que personajes como Mauricio Pinilla, Luis Jiménez, Felipe Camiroaga, Benjamín Vicuña, Iñigo Urrutia, Fernando González, Hotuiti Te’ao y Tiago Correa sean gays? ¿Acaso según los nuevos estándares estéticos un gay común y silvestre tendría esperanzas de relacionarse con ellos sin ser igualmente rico, poderoso y bello? Si alguno de ellos realmente fuera gay, como se ha especulado con algunos de estos nombres últimamente en “S.Q.P.” o como es la fantasía de otros, es una suerte sólo para quien le quede el zapato, pero la vida de un gay que no cumple alguna de estas características seguirá tan ordinaria como siempre.
Por otro lado, que en Chile no esté legalizado el matrimonio homosexual no significa que tengas libertad de putear toda tu vida. Me explico: Fuera del gran riesgo que significa ser promiscuo por el V.I.H., si eres bueno para el hueveo tristemente te vaticino una vejez solitaria en la cual muy probablemente nadie desee estar contigo y cuando pases tus últimas horas mirando el camino recorrido, te darás cuenta de que ha sido una verdadera mierda porque muy pocas o ninguna de tus relaciones ha valido realmente la pena, pues han sido sólo en busca de sexo que con la mejor de tus suertes, duró la mitad de una noche.
Lo digo porque hay gays octogenarios que apenas pueden levantar la pata para dar el paso y siguen buscando relaciones con jóvenes de veintitantos bien formados, pero mueren solos, tristes y hechos mierda sin que nadie los quiera, porque todos le reprochan hasta último minuto la vida que llevaron.
Es ingenuo pensar que tal vez si personajes famosos y atractivos del ámbito nacional salen del armario, significará un aporte a la tolerancia e integración social de la comunidad gay, pues ya antes hubo hombres conocidos que reconocieron ser homosexuales y sin embargo, este sector de la población sigue siendo considerado paria social. Aunque suene fatalista decirlo, esto no cambiará y es algo en lo que prefiero ser categórico.
Chile siempre estará subliminalmente gobernado por una rama fáctica, conservadora y tradicionalista, misma que durante años nos ha dicho qué podemos ver en televisión, qué conducta es socialmente inapropiada y lo peor, cuáles grupos son aceptables o prestigiosos.
Sin duda dicho grupo no podrá extirpar a la comunidad gay de Chile por mucho que lo intente, y mientras toda la sociedad en su conjunto debamos someternos hasta cierto punto a los reglamentos conductuales impuestos, ellos por su parte están obligados a admitir como sector de influencia a los gays.
Por tanto y considerando la existencia previa de sectores discriminadores que pretenden marginar a la comunidad gay, ésta debe hacer cuanto sea posible por luchar contra todo tipo de prejuicio que en ocasiones son incentivados por los neoconservadores y en otras, por la propia comunidad.
“El gay es promiscuo, portador de V.I.H., frívolo, quebranta la unidad familiar como núcleo social y es la raíz de las principales perversiones” son prejuicios establecidos por los tradicionalistas. Sin embargo, que “el gay sea siempre guapo, solvente, sofisticado, de buen gusto, poderoso, carretero, se preocupa de su apariencia estética y acostumbra usar cremas o productos para el cabello” son prejuicios tontamente promovidos por los propios homosexuales con muy raras excepciones. Es todo esto contra lo que la comunidad gay debe luchar si desea ser valorada y respetada más allá de su mera condición como “minoría sexual”, que también aborrezco.
¡Ah, y a propósito! En el mismo videoblog se decía que los gays debían mucho al programa “Mekano” de Mega por establecer el juego de traspasar las gomitas con la boca, sólo que los homosexuales lo hacen con condones y el ano… Ignoro si fue un chiste de mal gusto o ni Dios lo quiera, una verdad. Tal afirmación hizo que años de lucha contra el prejuicio del “gay promiscuo” dieran un salto atrás.

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Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.