«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

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martes, 10 de julio de 2007

Genio y figura

Esta mañana vi “S.Q.P.” y aunque no trabajo en ese programa, decidí escribir este artículo con el mismo carroñoso, cizañero y deslenguado espíritu...
Tanto intentar conseguir empleo en diversos medios de comunicación desde 2005 sin éxito y escribirle una carta a Sebastián Piñera, básicamente quejándome de las políticas empresariales discriminatorias hacia los minusválidos y el manejo comunicacional que hace el gobierno y la oposición sobre la cesantía, sin obtener respuesta ni comentarios en el blog aún, me hacen darme cuenta de varias cosas:
En primer lugar, no pretendo convertirme en el vocero de todos los sectores sociales discriminados ya sean minusválidos, gays, prostitutas (os), pueblos originarios, drogadictos, madres solteras, hijos no reconocidos, habitantes de comunas peligrosas y demás. Sin embargo, es inevitable que al menos los cesantes de este país se sientan identificados.
Quienes ya han leído este blog, saben que soy técnico en comunicación social con mención en producción de eventos y que además, escribí una novela épica aún no publicada por falta de tiempo o empeño. De todos ellos, sólo una persona me ha manifestado abiertamente su sorpresa y admiración al encontrar alguien de mi edad que se dé el trabajo de investigar durante un año todo lo necesario para escribir una historia ficticia ambientada en la Babilonia de 1795 a. de C. El joven cineasta Oscar Contreras es el único en haberme ofrecido una oportunidad laboral, que todavía no se concreta pero agradezco sinceramente.
Me da la impresión de que sólo él es capaz de reconocer el talento, pues no lo busqué, sino que llegó a mí a través de My Space. Podría considerarlo una mera casualidad, de no tener ideales místicos que me demuestran lo difícil de distinguir entre casualidad y destino.
Por otro lado, me conflictúa pensar que después de intentar sucesivamente hacer contactos para empleo, nadie sea capaz de ver mi potencial, que malo no debe ser porque ya he tenido el reconocimiento de muchos y en esto, francamente me importa un carajo ser falto de modestia, pues conozco mi capacidad y dones.
Para afirmar que soy un minusválido discriminado, necesito pruebas. No los aburriré reiterándole todo el peregrinaje que he hecho desde mi titulación, porque ya lo hice en mi carta a Piñera, pero me basta con decir lo siguiente: El pasado viernes 29 de junio, como todos ustedes saben, fui al programa “Invasión” y aproveché la oportunidad para entregarle un currículum vitae a la propia productora, quien me dijo que lamentablemente no podrían contratarme en ningún área del canal pues no requieren a alguien con mis capacidades pero sobre todo, porque las contrataciones y financiamientos son entregados a fin del año anterior; hasta ahí, todo bien. Sin embargo, al ver “S.Q.P.” me doy cuenta de que han contratado a la modelo Romina Salazar como panelista esporádica, siendo mitad de año y sabiendo que todo cuanto dice no tarda una semana en ser comprobada mentira, ignorando el hecho de que carece absolutamente de talento, tampoco tiene el hábito investigativo de una reportera porque no lo es y además, pasando por alto que gran parte de quienes se sientan junto a ella han sido alguna vez aludidos en sus intrigas o que para el público de cabeza pensante llega a ser desagradable ver a otra tonta en televisión, especialmente a la hora de almuerzo. Pregunta: ¿Con cuántos tipos debería acostarme para ser panelista sin importar mi talento, o la falta de él?
De otra forma no me explico cómo otras tantas tontas tienen cabida tan fácil en los medios, si para alguien talentoso y esforzado (yo u otra persona) es válido que las contrataciones sean en un periodo determinado. Para tener la suerte de muchas, debería cumplir tres condiciones: Ser mujer, tetona y perra, en el más amplio sentido de la palabra.
Por mujeres como éstas, se espera que una enfermera se acueste con el doctor, una abogada con el juez, una secretaria con el ejecutivo, una periodista con el editor, una actriz con el director y toda mujer profesional exitosa con el hombre inmediatamente superior a su cargo.
Peor aun es, que sean mediáticamente más valoradas las harpías busconas, bulímicas, de lengua viperina y con glándulas mamarias artificialmente desarrolladas en lugar de verdaderos artistas, librepensadores, intelectuales, profesionales académicos o sencillamente gente con valores morales auténticos que debería ganarse un trabajo por el mérito de su esfuerzo, capacidad adquirida y talento innato.
Quizá es cierto que los últimos no somos favorecidos estéticamente en muchas ocasiones, tampoco santos ni mártires porque cada quien tiene una mancha en algún lugar. Sin embargo, es por nosotros que estas figuras autoimpuestas no caen de su altar tan fácilmente como subieron. Para degradar a uno de estos “dioses mediáticos”, es necesario sorprenderlo en una conducta altamente reprochable porque se contradiga con los principios que siempre predicó, tal como lo ocurrido con Cecilia Bolocco y Luciano Marocchino.
Cuando estudiaba comunicación social, muchos profesores me plantearon la problemática del contenido mediático: ¿Es el público capaz de exigir y definir el contenido mediático o éste es impuesto por las altas esferas de poder que inevitablemente manipulan lo que vemos y escuchamos? Que conste que estudié una carrera por la cual merecería estar en un medio, frente o tras la cámara, computadora o el micrófono, a diferencia de quienes son don nadie hasta acostarse con un famoso y chuparle la fama cual vampiro succiona la sangre.
Es interesante reflexionar hasta dónde el contenido mediático es elegido por nosotros o impuesto por ramas elitistas de poder que intentan camuflar con frivolidades los reales problemas de la nación como cesantía, salud, delincuencia, pobreza y corrupción o dicho de otro modo, si somos libres o manipulables. Mi padre puede darse el lujo de decir que la programación es una mierda y usualmente, defiendo “S.Q.P.” argumentando que ante tanto lío, la población necesita contenido mediático frívolo como éste o “Mekano” en su momento, para no obsesionarse. Empero, cabe discutir hasta qué punto dichos programas son defendibles con esta razón y cuándo la futilidad sobrepasa los límites del entretenimiento para convertirse en asquerosa subestimación del medio hacia el público.
No dudo que muchos de ustedes, cabezas pensantes, encienden la radio, la televisión o la computadora o leen los diarios y se sientes tratados como estúpidos conformistas. Somos así considerados por quienes pretenden desplazar de la agenda noticiosa tantos horrores que afectan nuestra sociedad y de las cuales, tanto causa como efecto son minimizados por autoridades.
Para éstas, es preferible que el proletariado se preocupe más de los líos amorosos y/o sexuales de Pinilla que ocuparse en oponerse a la injusticia y desigualdad social, pues entonces sería inevitable su derrocamiento y el posterior descubrimiento de verdades oscuras.
Si en Estados Unidos los medios disfrazan la realidad para que el público no se entere de los reales desastres ocurridos en Medio Oriente, por ejemplo, es obvio que Chile sufre el mismo fenómeno.
La asquerosidad que producen en cierto sector del público los tongos protagonizados por nuestra farándula, son rentables para una enorme cantidad de gente, pero perjudiciales a una escala social muchísimo mayor.
Entre las que consideraba cabeza pensante y que posteriormente se dejó absorber por el medio, está indudablemente la reconocida periodista Pamela Jiles, quien ahora se hace llamar escritora. ¡¿Escritora?! Sin ánimo de ofender, es necesario que aclare un punto crucial: Ser periodista, no lo hace a uno escritor. Para mí, quien se llame de ese modo con derecho es aquél que escribe apasionado, entregado, involucrado más de dos páginas por capítulo.
Escritores son Anne Rice, J. K. Rowling, Helen Fielding, María Teresa Budge, Isabel Allende, Bram Stoker, Irving Stone, José Donoso, Ovidio y hasta Homero sólo por mencionar algunos. Decir que Pamela Jiles es escritora después de haber leído “Fantasías sexuales de mujeres chilenas”, me parece insultante para todos quienes se han ganado un puesto como referencia literaria. Sin duda hubo algunos que se sintieron agradados con ese libro, “Confesiones sexuales de hombres chilenos” y ahora tendrán un pan recién salido del horno, titulado “Maldita farándula” y que ella misma ha admitido escribir durante el tiempo de ser panelista en el programa.
Aquí seguramente sonaré similar a otra cabeza pensante…, José Miguel Villouta, con quien posiblemente salga este viernes, dicho sea de paso. Es increíble que luego de ser despedida de un canal de cable por expresar una opinión política absolutamente legítima y trabajar como panelista en “S.Q.P.” hasta hoy por sus contactos, habiendo sido una de las principales aludidas en muchas polémicas que culminaron con la salida de algunos miembros fundadores del equipo, tenga pluma para escribir mal sobre muchos de los rostros gracias a cuyas controversiales vidas, ha comido este último tiempo. No me malentiendan, es tan increíble, que casi llega a ser respetable por sus agallas.
Sin embargo, no pienso gastarme los ocho mil quinientos pesos que cuesta “Maldita farándula”, sólo para comprobar que no es sino la destilación del veneno propio de la autora y ajeno contra distintos personajes, como en un glosario de términos donde menciona el nombre de alguien y lo define en rudas e irónicas palabras que, según dijo el viernes pasado, le traerán muchos problemas.
No deja de ser interesante, pero tampoco necesito leer “Maldita farándula” para saber que posiblemente y al menos en ese aspecto, Jiles y yo tengamos la misma opinión sobre algunos mencionados y por otro lado, que de ningún modo podrá ser considerado un trabajo literario clásico. Sería como invitar a Krishna Navas de Caso al programa “Una belleza nueva”, antiguamente “La belleza de pensar”, para ser entrevistada sobre su primer y único libro titulado “Papeles de amor” por el admirable conductor y escritor Cristián Warken.
Quien haya leído, o mejor dicho hojeado “Papeles de amor”, sabe dos cosas: La primera, que gastó muy mal su dinero y la segunda, que el contenido de cada página es tan pobre como para caber en una servilleta de McDonald’s. Al menos, Jiles se salva por redactar sus ideas de modo que parece una verdadera teoría sociológica, aunque sea el más burdo de los temas como en este caso.
Por otro lado, redactar de manera que pueda esconder sus insultos a ojos de un tonto o disfrazarlos con excesiva verborrea, puede jugarle en contra porque si el público se conformó con ver “S.Q.P.”, no estará interesado en comprar un libro cuyo vocabulario rico por excelencia, deberá descifrar para saber que son los mismos contenidos del programa dirigidos a gente que estudió periodismo u otra carrera relacionada con el lenguaje y no se comunica con un léxico florido… Nótese que escribo a la altura. Como bien dicen en el canal Infinito, la señal más clara de una mente elevada, es expresar las ideas más complejas en palabras simples.
En fin… Ya sea por medio de televisión, radio, internet, diarios, revistas y ahora libros, la farándula definitivamente es una de las tantas máscaras utilizadas para enceguecer a la gente común con respecto a la realidad.
Desgraciadamente, Chile es un país tercermundista hasta en eso, pues la gente es conformista y poco crítica de su entorno; se conforma con lo que los poderosos le dan y no es capaz de cambiar su realidad de forma categórica. El cesante se queda en casa quejándose por no tener trabajo, el gay se agrupa con los suyos y anticipa la supremacía del heterosexual, cualquier persona de este país en desventaja por cualquier situación, lo es porque inicia su camino considerándose paria, mucho antes de que otros vengan y se lo confirmen.
El desventajado muchas veces lo es por esconderse tras su problema, pretender que éste tenga algún propósito o simplemente, esperar que otro luche sus batallas y más aún, que la oportunidad venga sola a tocar su puerta. El chileno común vive quejándose del trabajo, la cesantía, el gobierno y la mierda en los medios, pero es tan mediocre que si le dan a escoger entre eso y algo desconocido pero aparentemente mejor, por temor se queda con lo primero, porque es un cobarde que no se arriesga y piensa “Es más fácil quedarme como estoy y no perder lo poco que tengo”.
Sin duda hay situaciones en las cuales es imposible hacer algo definitivo, pero siempre hay una alternativa mejor a la de quedarme sumergido en el fango, susceptible de ser manipulado, engañado y explotado por quienes tuvieron la suerte de nacer en cuna dorada o supieron el momento y sujeto precisos para arrodillarse. Mas nada puede cambiar si no se tiene la voluntad de hacerlo. Yo, que formo parte de una buena familia, sé que la droga y analfabetismo son causas y efectos de la pobreza que muchos poderosos prefieren ignorar, pero para alguien que ha nacido en ese entorno es muy difícil ver como tales las falencias que percibo al ser un ente externo.
¿Cómo el pueblo puede percatarse de esa realidad y al menos, intentar cambiarla, si los poderosos la cubren con un velo de futilidad y le dan oportunidades a quienes no se las merecen?

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Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.