El color negro del arcoiris

Anoche fue para olvidar todos mis problemas, penurias y dolores de cabeza sufridos en el transcurso de esta semana y algunos de los cuales se registran detalladamente en mi diario íntimo, pero que aquí no viene al caso ni merece la pena mencionar absolutamente.

A las 23:30 pasaron por mí Paul Jofré y Mario Faúndez, para llevarme a Club Príncipe. Ambos se sorprendieron ante la facilidad con que mis padres me dejaron ir, pues pensaban que les había mentido.
No puedo dejar de mencionar que a todos en casa, especialmente mamá, nos pareció que tanto Paul como Mario deben reportarse frecuentemente para salir en esas "Noches de Soltero".
Aún así, lo pasé muy bien en el primer panorama que ambos proponen. Cada peso gastado fue invertido en la cerveza, gritos, cantos, diversión y mi primera noche de baile desde hace ocho años, cuando Felipe Valenzuela organizó en su casa la despedida de Cuarto Medio al graduarnos del liceo.
Hice todo el ejercicio que podría haber hecho en un año y no me cansé, porque ni siquiera tuve tiempo o ganas de parar un minuto a pensar "¿Qué estoy haciendo aquí?", tal como me ocurre en otras fiestas...
El de la foto arriba es Germán, un go go boy a quien inclusive le pedí el número de teléfono móvil por si se presenta algún evento. Hace shows privados por $20.000 la media hora, pero no muestra más de lo que pueden ver aquí; tiene 22 años.
Llegué a casa a las 4:30 y debí levantarme a las 9:00 para ir con mis viejos al funeral de una tía política de papá, Olga, quien falleció a los 94 años. Como mamá no tuvo tiempo de preparar almuerzo, después del Cementerio General, papá nos llevó a una marisquería. Llegamos a casa a las 15:40... Estaba tan cansado, que casi me dormí en la iglesia mientras el sacerdote daba su sermón y de hecho, dormí camino al cementerio.
Fuera del Cementerio Católico había mucha gente y prensa esperando para cubrir el funeral de la memorable actriz Anita González, quien será recordada públicamente por su entrañable interpretación de "Desideria".
Paul y Mario me invitaron a Viña del Mar durante marzo, antes que termine el verano. También quieren llevarme al 282 y a la disco Nueva Cero la semana subsiguiente, pero no tengo tanto dinero.
Además, en este país son tan elitistas, que ni el 282 ni Mi Tiempo tienen infraestructura para discapacitados porque seguramente, va sólo gente "bonita" y tener a alguien en silla de ruedas mancharía la estética y reputación de esos sitios.

Nada les importa la Ley que exige a todo edificio público donde se reunan más de cincuenta personas, tener infraestructura para el acceso y movilización de discapacitados.
Me he desilusionado mucho de la comunidad gay chilena al menos, pues piden igualdad, derechos cívicos, integración social y respeto, pero si eres un gay viejo, gordo, minusválido o feo, que ni se te ocurra esperar amor, respeto y amistad del sector superficial de esta comunidad, quienes se juran con derecho a rechazarte, hacerte mariconadas, mirarte como un trozo de carne y además, esperan que un dios griego se enamore de ellos. Por suerte, no todos son así y espero demostrarlo algún día.
A propósito, Nikos me escribió nuevamente. Es uno de los pocos gays que realmente me ha demostrado valer como ser humano... Pero claro, es griego y no está metido en esta mierda que es el ambiente gay chileno sectorizado.