Hoy es una triste fecha... El segundo aniversario del fallecimiento de mi queridísima abuelita, Victoria Ester Fernández Rojas.
Obviamente mamá ha estado muy deprimida y durmió toda la tarde. Yo en cambio, he soñado con mi abuelita muy seguido estas noches.
Fuimos al Cementerio Católico hace poco, pero me parecen distantes una visita y otra. Mamá sufre yendo, porque no puede soportar el hecho de que su madre esté allí; por mi parte, tengo la impresión de que ése es el único sitio donde ahora puedo visitar a mi abuelita, aunque ya no esté presente más que en mi corazón.
Hay veces en que sueño con ella y despierto creyendo que no ha muerto, que en cualquier minuto me telefoneará para saber cómo estoy, tal cual lo hacía antes. Entonces, la realidad me golpea el rostro y no puedo evitar sentir un vacío.
A veces, me cuesta recordar su voz, pero su rostro y cada expresión de cariño siguen en mi memoria y corazón como un tatuaje. Escribo esto para impedir de algún modo, que la crueldad del tiempo marchite en mí su recuerdo con el paso de los años..., aunque sinceramente lo dudo; no se olvida a alguien como mi abuelita.
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