Siempre he creído que uno de los valores morales y éticos más importantes en la vida es la consecuencia entre mis declaraciones y mis acciones. Nada más fácil que arrojar la piedra para luego, esconder la mano.
En 1998 se creó el que hasta hace poco era uno de los más importantes portales de la comunidad GLBT chilena, sirviendo como verdadero referente e incluso, llevando a cabo importantes reconocimientos a organizaciones que luchan por los derechos de las minorías sexuales.
Sin embargo, llegó un momento en que mujeres transexuales denunciaron haber sido expulsadas del chat de esta web a causa de su identidad sexual, desatando un verdadero escándalo cuyas verdaderas implicaciones sólo se revelaron gracias a la sesuda investigación del periódico cibernauta Opus Gay.
El primer paso periodístico fue obviamente, ir a la fuente y consultar al propietario del sitio, Víctor Jorquera, quien lejos de hacer cualquier declaración, sólo se limitó a publicar una encuesta sobre los derechos de la gente transexual, para aplacar el fuego.
Más adelante, el sitio cambió completamente su rumbo para combatir las conductas sexuales de gays y transgéneros, sirviendo como plataforma para los mensajes dogmáticos de la Iglesia Bíblica de Paraguay, con la cual Jorquera tenía o tiene afiliación mediante el pastor José Holowaty, a quien mediante correspondencia le manifestó abiertamente su arrepentimiento, garantizando que a partir de 2007 el portal serviría como herramienta para regresar al redil a todos aquellos gays, bisexuales, lesbianas y transexuales que aceptando a Jesucristo en sus vidas, volvieran a ser hijos e hijas de Dios.
En mi opinión, Dios nos considera a todos sus hijos, pero el tratar a cierto sector de la sociedad como si fuesen descarriados, lejos de ayudarlos los hunde más dentro de la marginalidad que los sectores poderosos imponen generalmente a quienes van contra lo establecido, sin significar esto que su estilo de vida sea perjudicial para el común.
El portal aquí mencionado, que a estas alturas es verdaderamente repudiado por la comunidad GLBT al punto de no visitarlo, pudo haber expresado sus opiniones de forma que no ofendiera a nadie ni provocara un retroceso en la ardua lucha que muchas organizaciones enfrentan por los derechos de las minorías sexuales. Usar el medio Radio América, La voz de la Verdad para transmitir mensajes que demonizaron enormemente a todos los aludidos, fue en toda regla un atropello a la libertad individual.
El libre albedrío es quizás, uno de los dones más valiosos que según muchas religiones, Dios entregó al ser humano. El que alguien trunque el ejercicio de ese don, haciendo sentir culpable a un individuo por ser como es, significa no sólo una falta a los derechos inalienables de cada individuo, sino la imperdonable exégesis (interpretación de pasajes bíblicos según el preconcepto o conveniencia del lector)
Imponer una religión, cualquiera sea ésta, mediante mensajes culposos es sin dudas, una de las peores faltas en que puede incurrir cualquier ideología.
Lo cierto es que las personas pecan hasta con el pensamiento e intentar “redimir” a los pecadores no sólo debería considerar a la comunidad GLBT, sino también a personas lujuriosas, golosas, avaras, perezosas, irascibles, envidiosas y soberbias, dentro de las cuales podemos incluir a todo el mundo.
Por otro lado, si de condena divina se trata, hemos de citar los casos bíblicos de David y Jonatan, Ruth y Noemí y Daniel, donde el amor homosexual se dio como parte del plan de Dios. Debido a esto, puedo incluso afirmar que esconder la homofobia tras las convicciones religiosas se considera perfectamente una blasfemia.
Nuestra conducta no debe dictarla una religión determinada, sino nuestra propia conciencia. Recordemos que Jesús anunció que hacia el fin de los tiempos, aparecerían muchos falsos profetas.
En 1998 se creó el que hasta hace poco era uno de los más importantes portales de la comunidad GLBT chilena, sirviendo como verdadero referente e incluso, llevando a cabo importantes reconocimientos a organizaciones que luchan por los derechos de las minorías sexuales.
Sin embargo, llegó un momento en que mujeres transexuales denunciaron haber sido expulsadas del chat de esta web a causa de su identidad sexual, desatando un verdadero escándalo cuyas verdaderas implicaciones sólo se revelaron gracias a la sesuda investigación del periódico cibernauta Opus Gay.
El primer paso periodístico fue obviamente, ir a la fuente y consultar al propietario del sitio, Víctor Jorquera, quien lejos de hacer cualquier declaración, sólo se limitó a publicar una encuesta sobre los derechos de la gente transexual, para aplacar el fuego.
Más adelante, el sitio cambió completamente su rumbo para combatir las conductas sexuales de gays y transgéneros, sirviendo como plataforma para los mensajes dogmáticos de la Iglesia Bíblica de Paraguay, con la cual Jorquera tenía o tiene afiliación mediante el pastor José Holowaty, a quien mediante correspondencia le manifestó abiertamente su arrepentimiento, garantizando que a partir de 2007 el portal serviría como herramienta para regresar al redil a todos aquellos gays, bisexuales, lesbianas y transexuales que aceptando a Jesucristo en sus vidas, volvieran a ser hijos e hijas de Dios.
En mi opinión, Dios nos considera a todos sus hijos, pero el tratar a cierto sector de la sociedad como si fuesen descarriados, lejos de ayudarlos los hunde más dentro de la marginalidad que los sectores poderosos imponen generalmente a quienes van contra lo establecido, sin significar esto que su estilo de vida sea perjudicial para el común.
El portal aquí mencionado, que a estas alturas es verdaderamente repudiado por la comunidad GLBT al punto de no visitarlo, pudo haber expresado sus opiniones de forma que no ofendiera a nadie ni provocara un retroceso en la ardua lucha que muchas organizaciones enfrentan por los derechos de las minorías sexuales. Usar el medio Radio América, La voz de la Verdad para transmitir mensajes que demonizaron enormemente a todos los aludidos, fue en toda regla un atropello a la libertad individual.
El libre albedrío es quizás, uno de los dones más valiosos que según muchas religiones, Dios entregó al ser humano. El que alguien trunque el ejercicio de ese don, haciendo sentir culpable a un individuo por ser como es, significa no sólo una falta a los derechos inalienables de cada individuo, sino la imperdonable exégesis (interpretación de pasajes bíblicos según el preconcepto o conveniencia del lector)
Imponer una religión, cualquiera sea ésta, mediante mensajes culposos es sin dudas, una de las peores faltas en que puede incurrir cualquier ideología.
Lo cierto es que las personas pecan hasta con el pensamiento e intentar “redimir” a los pecadores no sólo debería considerar a la comunidad GLBT, sino también a personas lujuriosas, golosas, avaras, perezosas, irascibles, envidiosas y soberbias, dentro de las cuales podemos incluir a todo el mundo.
Por otro lado, si de condena divina se trata, hemos de citar los casos bíblicos de David y Jonatan, Ruth y Noemí y Daniel, donde el amor homosexual se dio como parte del plan de Dios. Debido a esto, puedo incluso afirmar que esconder la homofobia tras las convicciones religiosas se considera perfectamente una blasfemia.
Nuestra conducta no debe dictarla una religión determinada, sino nuestra propia conciencia. Recordemos que Jesús anunció que hacia el fin de los tiempos, aparecerían muchos falsos profetas.
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