«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

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sábado, 26 de julio de 2008

Lilith y otros demonios

LILITH Es una figura legendaria del folclore judío, de origen mesopotámico. Se la considera la primera esposa de Adán, anterior a Eva. Abandonó el Edén por propia iniciativa y se instaló junto al Mar Rojo, uniéndose allí con Samael y otros demonios. Más tarde, se convirtió en una demonesa que rapta a los niños en sus cunas por la noche y se une a los hombres como un súcubo, engendrando hijos (los lilim) con el semen que los varones derraman indebidamente. Se la representa con el aspecto de mujer muy hermosa, con el pelo largo y rizado, generalmente pelirroja, y a veces alada.
El origen de Lilith parece hallarse en Lilitu y Ardat Lili, dos demonesas mesopotámicas, relacionadas a su vez con el espíritu maligno Lilu. En los nombres de esta familia de demonios aparece la palabra lil, que significa ‘viento’, ‘aire’ o ‘espíritu’. Los judíos exiliados en Babilonia llevaron a su tierra de origen la creencia en esta criatura maligna, cuyo nombre, adaptado a la fonética del hebreo como לילית (Lilith), se puso en relación con la palabra parónima hebrea ליל, lil, ‘noche’.
La única mención en la Biblia de dicha criatura aparece en Isaías 34:14:פגשו ציים את־איים ושעיר על־רעהו יקרא אך־שם הרגיעה לילית ומצאה לה מנוח׃. En la Biblia de Jerusalén el pasaje se traduce como: «Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro; también allí reposará Lilit y en él encontrará descanso». En la Vulgata לילית se tradujo por Lamia, equivalencia que se conserva en algunas traducciones modernas, como la de de Nácar-Colunga: «Y las bestias monteses se encontrarán con los gatos cervales, y el peludo gritará a su compañero: la lamia también tendrá allí asiento, y hallará para sí reposo». Otras versiones, en fin, traducen el término como ‘criatura nocturna’ o ‘lechuza’. Al tratarse de un término que aparece testimoniado en una sola ocasión (hápax legómenon), no resulta posible saber con certeza si para el autor del texto לילית era un nombre propio o común, y en este último caso, si se trataba de una criatura sobrenatural o de una rapaz nocturna.
El origen de la leyenda que presenta a Lilit como primera mujer de Adán se encuentra en una interpretación rabínica de Génesis 1, 27. Antes de explicar que el Dios Yahvé dio a Adán una esposa llamada Eva, formada a partir de su costilla (Génesis 2:4-25), el texto dice: «Creó, pues, Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo Creó; hombre y mujer los creó». Si bien hoy suele interpretarse esto como un mismo hecho explicado dos veces, otra interpretación posible es que Dios creó en primer lugar una mujer a imagen suya, formada al mismo tiempo que Adán, y sólo más tarde creó de la costilla de Adán a Eva. La primera mujer a la que alude Gn. 1, 27 sería Lilith, la cual abandonó a su marido y el jardín del Edén.
La leyenda está vinculada a una tradición mágico-religiosa judía: la costumbre de poner un amuleto alrededor del cuello de los niños recién nacidos, con el nombre de tres ángeles que los protegen de Lilit.
El Génesis Rabba, midrás sobre el libro del Génesis, recopilado en el siglo V en Palestina, señala que Eva no existía todavía en el sexto día de la Creación. Entonces el Dios Yahvéh había dispuesto que Adán diese nombre a todas las bestias, aves y otros seres vivientes. Cuando desfilaron ante él en parejas, macho y hembra, Adán —que ya era un hombre de veinte años— sintió celos de su amor, y aunque copuló con cada hembra por turnos, no encontró satisfacción en el acto. Por ello exclamó: «¡Todas las criaturas tienen la pareja apropiada, menos yo!», y rogó al Dios que remediara esa injusticia.
Según el Yalqut Reubeni, colección de comentarios cabalísticos acerca del Pentateuco, recopilada por R. Reuben ben Hoshke Cohen (muerto en 1673) en Praga:
Yahvéh formó entonces a Lilit, la primera mujer, del mismo modo que había formado a Adán, aunque en lugar de polvo puro utilizó excremento y sedimentos. De la unión de Adán con este demonio-hembra, y con otra parecida llamado Naamá, hermana de Túbal Caín, nacieron Asmodeo e innumerables demonios que todavía atormentan a la humanidad. Muchas generaciones después, Lilit y Naamá se presentaron ante el tribunal de Salomón disfrazadas como rameras de Jerusalén.
Adán y Lilit nunca hallaron armonía juntos, pues cuando él deseaba tener relaciones sexuales con ella, Lilit se sentía ofendida por la postura acostada que él le exigía. «¿Por qué he de acostarme debajo de ti? —preguntaba—: yo también fui hecha con polvo, y por lo tanto soy tu igual». Como Adán trató de obligarla a obedecer, Lilit, encolerizada, pronunció el nombre mágico de Dios, se elevó por los aires y lo abandonó.
Saliendo del Edén fue a dar a las orillas del Mar Rojo (hogar de muchos demonios). Allí se entregó a la lujuria con éstos, dando a luz a los lilim, seres cubiertos de pelos. Cuando tres ángeles de Dios fueron a buscarla, ella se negó. El cielo la castigó haciendo que muriesen cien de sus hijos al día. Desde entonces las tradiciones judías medievales dicen que ella intenta vengarse matando a los niños menores de ocho días, incircuncisos.
El novelista italiano de origen judío Primo Levi pone en boca de uno de sus personajes esta visión de Lilit:
A ella le gusta mucho el semen del hombre, y anda siempre al acecho de a ver dónde ha podido caer (generalmente en las sábanas). Todo el semen que no acaba en el único lugar consentido, es decir, dentro de la matriz de la esposa, es suyo: todo el semen que ha desperdiciado el hombre a lo largo de su vida, ya sea en sueños, o por vicio o adulterio . Te harás una idea de lo mucho que recibe: por eso está siempre preñada y no hace más que parir. (Primo Levi, Lilít y otros relatos, Barcelona. Edición 62, 1989, página 24)
LILIM Los lilims son, según la mitología hebrea, hijos que Lilith (primera esposa de Adán, que fue expulsada del paraíso) procreó con varios demonios, especialmente con Samael. Algunos de estos demonios, como el llamado Lilu, eran espíritus errantes de sexo femenino, equivalentes a la figura del vampiro y el súcubo. A la misma clase de demonios pertenecen el Idlu Lilu y el Artad Lili existentes en la mitología acadia y sumeria.
Los lilims son descritos únicamente como "seres cubiertos de pelo" que mataban a todos los niños menores de ocho días (incircuncisos aún) que le fueran posibles, por lo que eran muy temidos por las madres. Según la leyenda, es consecuencia de la venganza de Lilith, a la que le fueron muertos 100 hijos al día por parte de los arcángeles de Yahvé.
IBLIS (En árabe, إبليس) Es una de las formas de nombrar al demonio en el Islam, aunque también se le asimila a los genios, pues, como éstos, es un ser de fuego. Se trata del mismo personaje de las tradiciones cristiana y judía, expulsado a los infiernos por haberse negado a inclinarse ante Dios. El nombre parece ser una corrupción del griego diavolos (διαβολος)
El personaje es más conocido, sin embargo, como Shaytán (شيْطان), o sea Satán o Satanás, palabra aramea que significa "adversario" Con este último nombre aparece citado 87 veces en el Corán, mientras que el nombre de Iblís se cita únicamente once veces. Se le llama de igual manera al-waswās (الوَسْوَاس), esto es "el murmurador", porque inocula con sus murmuraciones el odio en el corazón de la gente o con el vocablo al-jannās (الخَنَّاس), "el esquivo" y al-rayīm, "el lapidado".
GENIOS Un genio, del árabe جن yinn, es un ser fantástico de la mitología semítica. No debe confundirse esta palabra con otra idéntica que procede del latín genius. En ocasiones en vez de genio se usa el término árabe, usualmente transcrito jinn o djinn, de acuerdo con la ortografía francesa o inglesa.
En las tradiciones más antiguas, los genios eran los espíritus de pueblos desaparecidos, que actuaban de noche y se escondían al despuntar el día. Otras tradiciones dicen que son seres de fuego. En todos los casos se trata de seres con características de duendes y otros seres mitológicos elementales de la naturaleza; que pueden, según su talante, atacar o ayudar al ser humano.
El islam incorporó parcialmente la antigua creencia en los genios, y de este modo son hoy en día personajes presentes en las tradiciones de todos los pueblos del área islámica. Es prácticamente seguro, sin embargo, que esos genios responden no únicamente a los genios semíticos originales, ya que la extensión del mensaje del Corán impuso un mismo nombre a muchas manifestaciones distintas propias de los países islamizados. Así en lugares donde el mazdeísmo hizo mella antes que el islam los genios son protagonistas de diversas prácticas mágicas alejadas de la ortodoxia sunní; para los tuareg son tentadores del desierto y ladrones nocturnos, así como para los musulmanes de la India pueden ser molestos invasores del hogar que deben ser expulsados usando concretas suras del Corán en una ceremonia no muy distinta del exorcismo catolico.
El islam considera a los genios seres creados de fuego sin humo, dotados como el ser humano de libre albedrío y que pueden obedecer a Dios o bien a Iblís, el demonio, a quien a veces se describe como tal, es decir como ángel caído, y a veces es considerado genio:
Hemos creado al hombre de barro, de arcilla moldeableAntes, del fuego ardiente habíamos creado a los genios.(Corán, 15, 26-27)
Los genios son, pues, la tercera clase de seres creada por Dios, junto a los hombres y los ángeles. Esta tercera raza marca una diferencia respecto a las otras dos religiones monoteístas (cristianismo y judaísmo)
Los genios, a diferencia de los ángeles, comparten el mundo físico con los seres humanos y son tangibles, aunque sean invisibles o adopten formas diversas. Los genios y los humanos pueden casarse y procrear. Por esta razón, la jurisprudencia islámica medieval llegó a regular las condiciones relativas a matrimonio, descendencia y herencia entre genios y humanos. Fueron muchos los pensadores musulmanes medievales que dudaron de la existencia de los genios (no así de la de los ángeles) o directamente la negaron, como Avicena, Al-Farabi o Ibn Jaldún.
La creencia popular en los genios sigue estando muy extendida en las áreas rurales de algunos países islámicos y es muy frecuente su aparición en la literatura popular. En occidente son conocidos sobre todo los genios malignos del tipo ifrit, a través de los cuentos de Las mil y una noches y sus adaptaciones cinematográficas.
Una muestra a la vez de la creencia popular en los genios y de que pueden ser seres dignos de devoción e imitación la podemos encontrar en Marruecos, donde, en el marco del muy popular culto a los morabitos o santones, se inscribe el culto a un personaje que no es humano sino genio. Se trata del morabito Sidi Shamharush, situado en la aldea del mismo nombre en el Atlas, y al cual acude la gente de la zona en peregrinación para ganarse la baraka o bendición divina por intercesión del santón. El culto es similar al que se prodiga a otros morabitos, salvo por el hecho de que en este caso no gira alrededor de una tumba, ya que Sidi Shamharush no está muerto: vive de día bajo la forma de perro negro y por la noche adopta apariencia humana.
Los genios son una especie amoral, pero no necesariamente maligna, si bien suelen ser bromistas y embaucadores en sus más benignas formas de comportamiento. Tienen una miríada de atributos debido al efecto aglutinante que tuvo la extensión del islam respecto a las leyendas y supersticiones locales de los pueblos islamizados. Pueden ser invisibles o ser seres cambiantes que pueden tomar formas de animales y también pueden presentarse bajo la apariencia de una mujer hermosa que visita a los hombres por la noche para hacerles el amor y robarles la energía como si se tratara de súcubos. Pueden también ser dominados a través de un objeto (como la lámpara maravillosa de Aladino) y convertirse así en esclavos de quien posea dicho objeto.
Los genios pueden ser causantes de ciertas formas de locura. La palabra árabe que designa al "loco" es maynun, que etimológicamente significa poseído por los genios. Pueden atravesar sólidas paredes sin dejar de tocar lo material y a los vivos, despl azarse a grandes velocidades, transfigurarse como seres humanos y suplantar a familiares y conocidos. El estado normal de un genio es el de invisible para los humanos, ya que Dios les proporcionó muchas habilidades, pero dificultó de esta forma que pudiéramos relacionarnos normalmente con ellos. Cuenta la tradición que al final de los días esta situación se invertirá y seremos nosotros quienes podamos verlos, obteniendo la ventaja que desde el principio del mundo atesoraron.
Los genios tienen dinastías y jerarquías, no desmereciendo de la misma demonología católica en este punto.
IFRIT El ifrit o efrit (en lengua árabe, عفريت) es un ser de la mitología popular árabe. Generalmente se considera que es un tipo de genio, pero de carácter siempre maligno (los otros genios pueden no serlo) y dotado de gran poder.
Se consideran superiores al resto de los seres porque, se supone, fueron creados antes y sienten un gran resentimiento hacia los humanos, dado que estos encontraron medios mágicos para controlarlos. Incluso cuando están esclavizados y se les mandan tareas, son difíciles de tratar y muestran una actitud irónica y maligna, tratando de tergiversar las órdenes que se les da cada vez que pueden. Pueden tener muchas apariencias pero suelen tomar la de un hombre bello o una mujer hermosa. Es muy complicado tratar con ellos. Existen ifrits de los dos sexos.
En el libro de las mil y una noches, se indica que Sulaymán, hijo de Daud (Salomón, hijo de David), es considerado el Señor de los Ifrit; y se indica que castigó a los ifrit rebeldes que se negaron a seguir la religión y someterse a su obediencia, siendo estos encerrados en jarrones, que tenían un sello de plomo e imprimiendo el nombre del Altísimo. Otros ifrits son musulmanes, ayudan a los creyentes ocasionalmente y se comportan justamente para no tener que dar cuenta de malas acciones en el dia de la Retribución. En el cuento de Aladino y la lámpara maravillosa se menciona que el ifrit servidor de la lámpara es esclavo del gran ave rokh. En el mismo cuento se habla de un ifrit servidor de un anillo, pero que es menos poderoso que el servidor de la lámpara.
Esta tradición igualmente se refleja de forma similar dentro del Ars Goetia.
SAMAEL Es un importante arcángel en el Talmud, acusador, seductor y destructor. Se le ha considerado como bondadoso y malvado. En la tradición judía se le ha identificado como el jefe de Satán y el Ángel de la Muerte. En los Secretos de Enoch (Enoch II) es el príncipe de los demonios y un mago. Fue el ángel guardián de Esaú y un patrón del Imperio Romano. Samael es usualmente considerado como el verdadero nombre de Satán. La etimología es una combinación de «sam» que significa veneno y «el» que significa Dios.
En la tradición judía, Sammael es el Ángel de la Muerte, el jefe del Quinto Cielo y uno de los siete regentes del mundo, servido por dos millones de ángeles; reside en el Séptimo Cielo. Yalkut I, 110 del Talmud dice que Samael es el ángel guardián de Esaú. En Sotah 10b, Samael es el ángel guardián de Edom. En la voz del Rabí Eliezer, es el encargado de tentar a Eva, entonces la sedujo y embarazó de Caín, aunque algunos identifican a Gadreel como el ángel encargado de esta tarea. En ocasiones también es considerado como el antagonista angelical que luchó con Jacob, y también el ángel que sostuvo el brazo de Abraham al momento de sacrificar a su hijo.
En la Cábala Sagrada (página 255), Samael es descrito como «la severidad de Dios», y esta enlistado como el quinto de los arcángeles del mundo de Briah. Se dice que Sammael tomó a Lilit como su esposa después de que ésta dejó a Adán. También se le relaciona con Eisheth Zenunium, Naamah y Agrat bat Mahlat -todos ángeles de la prostitución.
En ocasiones se le confunde con Camael, un arcángel de Dios.
En el Evangelio apócrifo de Juan, encontrado en la biblioteca Nag Hammadi, Samael es el tercer nombre del demonio demiurgo, sus otros nombres son Yaldabaot y Saklas. En este contexto, Samael significa «el dios ciego». Nació de un error de Sophia, quien deseaba crías sin el Espíritu. Su aparición es como una serpiente con rostro de león. En el libro Sobre el Origen del Mundo, que se encuentra en la misma biblioteca, también se le nombra Ariael.
Samael en la Cábala es el Qliphoth correspondiente a la sefirá Hod. Significa «el veneno de Dios», el mentiroso, y los demonios asociados a él son descritos como monstruos amarillos parecidos a perros y con cabeza de demonio.
Hod es la sefirá del racionalismo, intelectualismo y lo oculto, es lo opuesto a Netsaj, la pasión. Por esta razón, Hod sin Netsaj se convierte en Samael, el mentiroso, quien por medio de palabras inteligentes y racionalismos niega la existencia de cualquiera arriba de él.
Sammael en ocasiones suele ser confundido con un demonio, ya que su nombre significa "El Veneno De Dios", Azrael es uno de sus nombres. Arcángel de la muerte y jefe de los serafines.Uno de los ángeles mas temidos y respetados, Confundido con Camael que según sea la religión es un arcángel o un demonio.
Mano derecha e izquierda de Dios. Representado con 12 alas, un par cubriendo su rostro(porque tanta belleza solo puede ser vista por dios), otro par que cubre sus brazos, otro su cuerpo, otro sus piernas y los dos últimos pares para volar.
SÚCUBO (Del latín succŭbus, de succubare, «reposar debajo»), según las leyendas medievales occidentales, es un demonio que toma la forma de una mujer guapa para seducir a los hombres, sobre todo a los monjes, en sus sueños, para tener relaciones sexuales con ellos. De esta manera, absorben la energía del hombre para mantenerse, y a menudo, llegan hasta tal punto, que pueden dejarlo agotado o incluso matarlo.
Los súcubos más conocidos son Lilit, Lutzi Abrahel, Baltazo, Bietka, Filotano, Florina Vasordie y Mancerinio. Uno de los más relevantes en la demonología es Lilit. Este se trasformaba en una mujer de opulentas formas a la que gustaba seducir a los artistas para que la utilizasen como modelo en sus creaciones, especialmente si se trataba de motivos religiosos.
Según el Malleus Maleficarum, o Martillo de Brujas, los súcubos coleccionan el semen de los hombres con los que durmieron. Este lo usarían para embarazar a las mujeres. Así, se suponía que los niños que serían engendrados, serían más susceptibles a la influencia de los demonios.
Según algunas creencias, los súcubos se podrían transformar en íncubos con el semen recientemente recogido impregnando a sus víctimas. Éste hecho respondía a la creencia de que los demonios no podían reproducirse naturalmente, sin embargo los íncubos podrían fertilizar a las mujeres. El tener hijos con retraso mental o alguna deformidad era señal de que uno o ambos padres eran demonios.
En el siglo XVI, una talla de un súcubo fuera de una posada, indicaba que también funcionaba como burdel.
La palabra «súcubo» proviene de una alteración de succuba, procedente del latín y que significa prostituta. La propia palabra deriva del prefijo sub- que significa «debajo de, debajo», y del verbo cubo, que significa «yo quedo». Por lo que súcubo es alguien que queda bajo otra persona, mientras que un incubus (latín in-, la posición en este caso es «en la cima») es alguien que queda encima de otra persona.
La leyenda de los súcubos es una explicación del fenómeno de las poluciones nocturnas y la parálisis del sueño.
La apariencia de los súcubos varía, en general, tanto como la de los demonios; no hay ninguna apariencia o pintura definitiva. Sin embargo, se suelen pintar casi universalmente como mujeres seductoras con una belleza no terrenal, a menudo con alas demoníacas; de vez en cuando, en ellos se dan otros rasgos demoníacos, como pueden ser los cuernos, una cola con una punta terminada en triángulo, con ojos de serpiente, cascos de caballo, colmillos, etc. De vez en cuando, simplemente aparecen como una mujer atractiva en los sueños, en los que la víctima no puede deshacerse de ella, ni olvidarla. Los súcubos atraen varones y en algunos casos, el varón ha llegado a enamorarse de ella. Incluso fuera del sueño, ella no deja su mente. Siguen agotando lentamente la energía de su víctima.
Una versión conocida del súcubo en la creencia oriental es el um al duwayce (أٌم الدويس) Ésta retrata al súcubo como una mujer bonita, atractiva y perfumada que vaga por el desierto sobre un asno. Ella intenta atraer a los hombres, para así tener relaciones con ellos mientras, con la vagina dentada que posee —unas afiladas «navajas de afeitar» dentro de su vagina—, les rebana el pene, para así dejar al hombre agonizando de dolor. Habiendo dejado al hombre desvalido, ella toma la forma del hombre y lo mata. Algunos creen que además se los come vivos.
Las experiencias de visitas sobrenaturales claras pueden ocurrir por la noche en forma de alucinación hipnogógica. Hasta el momento, las emisiones nocturnas y otras ocurrencias sexuales o misterios son, en algunas culturas y círculos, culpa de un demonio que pecado como un súcubo.
El psicólogo suizo Carl Gustav Jung ha relacionado el fenómeno con lo que él llama arquetipo del ánima.
ABRAHEL Es un demonio masculino, cuyas características están asociadas con aquellos espíritus nocturnos denominados súcubos. Su nombre comenzó a adquirir cierta popularidad cuando el demonólogo Nicolás Remy la describió en su Demonolatria (1581) Siempre toma la forma de una mujer alta y de delicadas formas, pero no puede ocultar completamente su naturaleza demoníaca, ya que quien se le acerque lo suficiente, notará que un hedor fétido y nauseabundo brota de su piel.
Según algunos escritos, Abrahel conquistó a un pastor llamado Pierrot en 1581 en una aldea a orillas del Mosela. Abrahel se entregó al pastor a cambio de la vida del hijo de éste, al que mató con una manzana envenenada. Al darse cuenta Pierrot de su complicidad en el tema se desesperó. Abrahel se le apareció de nuevo prometiendo la resurrección del muerto si era adorado como Dios. Así lo hizo Pierrot y adoró a Abrahel con lo que su hijo volvió pero con una semblanza lúgubre. Al año el demonio abandonó el cuerpo del niño que cayo fulminado despidiento un gran hedor. Fue enterrado de forma oculta.
LAMIA (En griego, Λάμια) Es un personaje femenino de la mitología y el folclore grecolatinos, caracterizado como asustaniños y seductora terrible. En este último aspecto, constituye un antecedente de la vampiresa moderna. Se la concibe como un personaje individual, pero también como el nombre genérico de un tipo de monstruos (las lamias) A menudo se la asocia con figuras similares de la cultura griega (Empusa) o hebrea (Lilith) En el folclore neohelénico, vasco y búlgaro encontramos tradiciones sobre lamias, herederas de la tradición clásica.
Según el historiador griego Duris de Samos, Lamia era una reina de Libia a la que Zeus amó, hija de Poseidón o Belo y Libia (escolio a las Avispas de Aristófanes, verso 1035 y escolio a la Paz del mismo autor, v. 758) Hera, celosa, la transformó en un monstruo y mató a sus hijos (o, en otras versiones, mató a sus hijos y fue la pena lo que la transformó en monstruo). Lamia fue condenada a no poder cerrar sus ojos, de modo que estuviera siempre obsesionada con la imagen de sus hijos muertos. Zeus le otorgó el don de poder extraerse los ojos para así descansar, y volver a ponérselos luego. Lamia sentía envidia de las otras madres y devoraba a sus hijos. Tenía el cuerpo de una serpiente y los pechos y la cabeza de una mujer. Aunque era femenina, el comediógrafo Aristófanes asegura que el demagogo Cleón tenía "los cojones de una lamia" (Avispas v. 1035, Paz v. 758), queriendo decir, probablemente, que no los tenía en absoluto (y que, en caso de tenerlos, estarían tan sucios como los de una lamia, siendo el monstruo famoso por el hedor que desprendía)
La etimología del nombre no se ha establecido con certeza. Probablemente se relaciona con el adjetivo lamyrós, "glotón", y el sustantivo laimós, "gaznate, gañote". Algunos creen que pertenece a la misma familia el latín lemur, que designa a unos espectros (los lémures) tipológicamente similares a las lamias.
En la Antigüedad, las madres griegas y romanas solían amenazar a sus hijos traviesos con este personaje. El poeta romántico inglés John Keats dedicó al personaje un poema narrativo largo, que da nombre al libro Lamia y otros poemas. Se inspiró en La novia de Corinto, una historia que aparece en la Anatomía de la melancolía de Robert Burton, quien a su vez la tomó de la Vida de Apolonio de Tiana de Filóstrato (4. 25) Según cuenta Filóstrato, Menipo, un joven aprendiz de filósofo, se dejó seducir por una misteriosa mujer extranjera que lo abordó cuando caminaba por las afueras de Corinto. La mujer insistió en que se casaran, y a la boda acudió el sabio Apolonio, quien tras observar detenidamente a Menipo declaró "tú, al que las mujeres persiguen, abrazas a una serpiente, y ella a ti". La novia, en efecto, era una lamia o Empusa, y aunque al principio negaba su condición, acabó confesando que había seducido a Menipo para devorarle y beber su sangre, pues la de los mozos como él es pura y rebosa vigor.
Según opinión bastante extendida, la Lamia mitológica sirvió de modelo para las lamias (lamiae en latín), pequeños monstruos africanos, humanos de la cintura para arriba, que atraían a los viajeros con su agradable siseo y enseñando sus senos, para después matarlos y devorar sus cuerpos. La noticia más antigua de estos seres se encuentra en el discurso quinto del orador Dión Crisóstomo, quien se refiere a ellos como "fieras líbicas", no lamias. Posteriormente, las lamias aparecen a menudo en los bestiarios como ejemplo de monstruo despiadado y salvaje. En la catedral de Pesaro (Italia) se conserva un mosaico del siglo VI en el que dos lamias aparecen representadas como pájaros con cabeza humana.
En la mitología vasca, las lamias son genios mitológicos a menudo descritos con pies de ave, cola de pescado o garras de algún tipo de ave. Casi siempre femeninos, de una extraordinaria belleza, moran en los ríos y las fuentes, donde acostumbran a peinar sus largas cabelleras con codiciados peines de oro. Suelen ser amables y la única forma de enfurecerlas es robarles sus peines. Se cuenta también que han ayudado a los hombres en la construcción de dólmenes, cromlech y puentes.
A veces se enamoran de los mortales, pero no pueden casarse con ellos, pues no pueden pisar tierra consagrada. En ocasiones tienen hijos con ellos. En otras leyendas son mitad humanos y mitad peces. Otras dicen que no son más que la diosa Mari.
Cuenta una leyenda que una vez una mujer le robó el peine de oro a una lamia y ésta, enfurecida, trató de maldecirla, pero no lo logró, puesto que sonó la campana de la iglesia y eso la salvó.
En los cuentos e historias populares búlgaras, la lamia es una misteriosa criatura con varias cabezas, que puede hacer crecer una y otra vez si se le cortan (como la Hidra de Lerna) Se alimenta de la sangre de la gente o, más frecuentemente, matando mujeres jóvenes. Este monstruo atormenta a menudo los pueblos y puede ser encontrado en cuevas o en el subsuelo. En algunas historias tiene alas, en otras su respiración es de fuego. La lamia no tiene género, pero suele ser considerada femenina.
Fuente: Wikipedia.

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