"No todo lo que brilla es oro". Verdad muy cierta si consideramos que la mayoría del tiempo, al conocer gente nueva nos sentimos más proclives a estar con quienes son atractivos. ¿Cuántas veces nos hemos equivocado aislando a personas que sin ser muy agraciadas, poseen un encanto sorprendente?
Es cierto que la gente bonita tiene más acceso a vida social, trabajo y amor, pero cuando la juventud se va suelen transformarse en un antítesis de sus mejores años. al contrario, la gente menos atractiva quizá no tenga facilidades para lograr sus objetivos en la vida, pero paradógicamente llevan una buena vejez y no dejan de agradar.
La explicación puede ser que alguien bien parecido no requiere esforzarse tanto para conseguir su propósito y ni siquiera se ocupa de ser agradable -con notables excepciones-; el resto de los mortales sin embargo, debemos desarrollar alguna característica sobresaliente de nuestra personalidad, para demostrar que no somos sólo una cara bonita.
Con todo, no puedo negar que a veces yo mismo me dejo engañar por las apariencias, pero en cualquier caso es algo perdonable si uno sabe que todos valen la pena, más allá de un esculpido físico, bello rostro o la típica mirada que te paraliza.
"Para gustos, colores" dice un amigo. De todos modos, aunque transcurran años y parezca imposible en algunos casos, la gente cambia. Si antes me parecía que este mundo es frívolo, ahora sé que además a ese tipo de gente, siempre le ocurre un cambio.
Si bien la belleza es un arma de doble filo, en la que solemos caer quienes no somos tan agraciados como TÚ, al momento de seducir somos lobos con piel de oveja porque nuestros encantos permanecen.
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