Setenta y cinco mil personas repletaron el Estadio Nacional en el primero de los dos conciertos que Madonna ofrecerá en Santiago, tras veinticinco años de espera por parte de sus fanáticos, quienes a estas alturas bien podrían considerarse adoradores.
La Iglesia Católica chilena mediante algunos representantes, han calificado este evento como "visita de una mujer que despierta lujuria". Francamente, espero que esto no sea considerado serio, pues sólo un admirador puede entender los sentimientos que Madonna despierta.
Reconozco que de tener el dinero, no habría gastado doscientos cinco mil pesos en la entrada más cara, pues jamás he sido fanático de la cantante estadounidense que para gusto o disgusto, se ha convertido en un icono referencial de la cultura popular.
Hace poco más de media hora terminó el concierto, del cual fueron público figuras nacionales como la actriz María Elena Swett. Después del segundo recital, Madonna se dirigirá a Río de Janeiro.
Las puertas del Estadio Nacional se abrieron a las 17:00 horas, para el ingreso de los admiradores que hacía dos días realizaba guardia fuera, con poca comida y 30º C a la sombra. Pese a esto, Madonna arribó a Chile muy poco antes de comenzar el concierto y fue al estadio inmediatamente después de bajarse del avión privado que la trajo.
El aspecto positivo es que a sus cincuenta años y reconociéndose mediáticamente que no posee una voz privilegiada, Madonna demostró su capacidad de desplegar sus facetas artísticas en el baile, con gran agilidad, el montaje y la performance.
En las escasas imágenes que ella misma provee a la prensa, se ve el momento en el cual saluda a Santiago, despertando gran furor del público, que salió del estadio eufórico.
Se cubrieron cuatro álbumes y pocos temas ochenteros, que sin duda son los más importantes en la carrera de la artista, pues le abrieron las puertas al mercado musical global.
Los aspectos negativos de la visita, esperando que ningún admirador se disguste, no son las múltiples y excéntricas exigencias, dignas de una diva. Por mencionar algunas: mucha agua mineral y temperatura de 26º C constante en la habitación del hotel, para no resfriarse.
Lo realmente negativo es que Madonna rechazara los obsequios de sus admiradores, a excepción de una bandera chilena, pues debería considerar que es un sacrificio hecho gustosamente para expresarle cariño, sin mencionar nuevamente la vigilia.
Por otra parte, si bien se le llama la Reina del Pop, también debe dársele tratamiento de nobleza pues está prohibido darle la espalda y mirarla directamente a los ojos, tal como se hace en presencia de la reina de Inglaterra. Sin desear el repudio público, creo que esto es una verdadera locura, que va más allá de la simple excentricidad.
Tampoco se dio permiso a la prensa para cubrir el concierto desde el interior del estadio. Los periodistas tuvieron pases VIP temporales, pero debieron permanecer fuera del recinto.
Reconozco escribir esto con desagrado, pues ya estoy saturado de oír tanto sobre Madonna, pero reitero que comprendo plenamente a cada admirador. Por ello, me parece realmente penoso que luego de mucha espera, empeño, interés y esfuerzo los fanáticos sólo tuvieran dos conciertos para disfrutar, pero no pudieran compartir más íntimamente con su estrella.
Si bien es una diva, creo que no haría mal en recordar ocasionalmente su humanidad y sobretodo, que un artista no es nadie sin admiradores.
Sin ánimo de comparar, cuando miembros de Tarkan Internacional visitaron al cantante turco en Estambul el pasado agosto, éste no sólo recibió afectuosamente los obsequios y cartas que sus admiradores le enviamos; también compartió con las representantes de sus clubes de fanáticos.
Posteriormente, a través de su página web, agradeció a los fanáticos los mensajes y obsequios que le hicimos llegar para felicitarlo en su último cumpleaños.
No pueden decirme que Tarkan es menos importante o conocido que Madonna. Sin embargo, yo puedo afirmar que él demuestra más cariño y respeto por sus admiradores.
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