«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

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viernes, 16 de octubre de 2009

Todos somos el Príncipe Azul de alguien

Ayer fui a los cementerios para visitar las tumbas de mis abuelos maternos, puesto que casi todo Santiago recuerda a sus fallecidos el 1 de noviembre y se hace imposible entrar.
Cuando iba por uno de los corredores, como pocas veces fui leyendo las lápidas, que mostraban fechas de 1890 o principios de 1900 y las criptas pertenecían a familias completas.
Desde luego, el concepto familiar de aquella época es muy distinto al de ahora, empezando por las relaciones de pareja. Era común escuchar que un matrimonio durara más de cincuenta años, en contraste al presente que nos muestra divorcios o incluso, relaciones de una noche.
Por otro lado, también es verdad que antes los matrimonios duraban en gran parte, gracias al carácter conservador de la sociedad, que reprobaba las separaciones. Aún así, en mi familia hay gente muy mayor que se separó a tiempo, sin aguantar relaciones forzadas.
Fui todo el camino hacia la salida pensando en el gran aporte que la tecnología ha hecho a las relaciones, tanto esporádicas como estables. Internet nos permite ampliar nuestro círculo social, encontrar sexo, gente con quien habíamos perdido contacto o que comparta nuestros gustos y en una medida mucho menor, amigos o pareja. Ésta es, creo yo, la mayor ventaja y desventaja que puede obtenerse de My Space, Hi5, Badoo, Blogger, Twitter, Fotolog, MSN, Facebook y otras "redes sociales".
A ratos, me resulta difícil dimensionar que antaño las parejas se conformaran entre vecinos, compañeros de estudio y gente cercana, pues ahora es mucho más fácil estar en Chile y enamorarse de alguien que te escribe desde Estambul.
La búsqueda de una pareja ya no se limita a cuántos pasos quieras dar o al tiempo que alguien tarde en responderte un correo certificado. Por eso, quizá el amor de tiempos pasados nacía casi por resignación... Me explico: Si antes no contabas con dinero, podías descartar la posibilidad de viajar a Estambul para hallar pareja en medio de una tierra exótica y mágica. Debías conformarte con lo ofrecido en el mercado local y si eso ya no te gustaba, hacerte a la idea de una vejez solitaria.
Ahora en cambio, lo que tienes más a la mano puede ser sexo casual o una amistad con ventaja, pero ya no necesitas dinero inmediato para conocer a alguien que te corresponda desde el otro hemisferio.
Ya que he tratado tantas veces el tema del famoso Príncipe Azul, que hasta tiene su propia etiqueta, usaré esta figura literaria para ilustrar un caso bastante típico actualmente.
En la vida, uno puede conocer distintos tipos de persona que posean alguna cualidad merecedora del tan manoseado título nobiliario-romántico. Así por ejemplo, yo he conocido a Christian Hernandez, Carlos Miranda, Joel Hernandez, Francisco Jara, Sergio Ibarra, Hans Quiroz, Andrés Salvo (rubio, con cola de caballo y sólo le faltaba el noble corcel) Nikos Tsaikos y más recientemente al Sr. L sólo por mencionar algunos. Sin las redes sociales, debería limitar una inmensa lista a los dedos que tengo en una mano y me sobran.
Esta tarde, chateando con el Sr. L, me comentaba que de todos los posts escritos mencionándolo en este blog, el que más profundo le llegó fue "El Príncipe Azul existe y yo lo conozco" porque según dice, "todos alguna vez hemos querido ser el Príncipe Azul de alguien". Sin embargo, ocasionalmente al decir que una persona es el caballero en brillante armadura, se espanta porque es tremenda responsabilidad y puede sentirse incapacitado de cumplir las expectativas amorosas que tiene quien le adora o tal vez, porque simplemente no le corresponde.
Como comunicador social, escritor, poeta, orador, bardo y humilde servidor de la palabra podría sencillamente usar la pluma para conmover corazones, y por supuesto que lo he conseguido. Empero, tengo el infortunio de no llegar al alma fácilmente o bien, ser mirado a veces como uno más del montón.
Hace un tiempo, escribiéndole a Joel sobre mis nuevos círculos sociales y el Sr. L, como buen español evolucionado, me aconsejó "No te limites exclusivamente a ese grupo". Por ese entonces, me quejaba de ser precisamente uno más, casi invisible, pero Joel con pocos años más que yo y desde luego, mayor experiencia en la vida, supo ver desde otra perspectiva que hasta ahora comparto al verla conveniente.
Me explicaba que debía conocer gente y no encerrarme en un único grupo o deslumbrarme demasiado con determinada persona. Yo sentía que había llegado tarde a un círculo donde los vínculos ya estaban afianzados, pero Joel me decía que no era ése el problema.
Como él veía la situación, yo incluso debería sentirme en ventaja porque al ser nuevo, no estaba corrupto y hasta podían codiciarme más. Era el chico nuevo de la campiña.
Literalmente me dijo "Valora quien eres y los valores que tienes... Carlos... Créeme... Que a mi me ha pasado lo mismo... No tienes que estar detrás de nadie... Quien te valore se va a dar cuenta..." y de todo esto, quizá lo más rescatable sea la última frase.
Mis amigas también han destacado cualidades mías, como por ejemplo Sandra Bustos, quien chateando hace un mes me aconsejó "Carlitos, no te apresures buscando el amor en cada parte que andes, porque te puedes equivocar... Cuando alguien se enamore de ti, será la mejor opción". Aunque suene como un conformista "Ya llegará", puede ser cierto. Pero si de cuentos se trata, tengo una tía que es soltera a sus cincuenta y seis años; al parecer, su Príncipe Azul se perdió en el camino o ella no supo verlo cuando lo tenía frente a sus ojos.
Ése es el otro problema... ¿Qué pasa si estoy empecinado con una persona e ignoro a quien ya me ama? Porque uno puede quejarse mucho de la soledad, pero a veces no quieres ver que alguien te mira. Estás tan influenciado por alguien que te pone las hormonas pandilleras, que ya ni cuenta te das de quien pena y muere pensando en ti.
Si así fuera, yo ni siquiera tendría derecho a quejarme con Anteros de no ser correspondido en mis amores, pues estaría despreciando sin saber a quien me ama. En una situación hipotética, si en dios del amor correspondido y vengador del amor despreciado se presentara, podría preguntarle "¿Por qué nunca has flechado a quienes he amado, para que me amen?" y entonces, él me respondería "Tonto, tienes muchos dones para enamorar a cualquiera sin necesitar mis flechas, pero no haces nada".
Probablemente sea verdad cuanto el Sr. L me decía sobre que todos hemos querido ser el Príncipe Azul para alguien. Pero en lo personal, creo que todos tenemos la capacidad de serlo y no nos damos cuenta. Pecamos de falsa modestia pretendiendo que alguien nos diga cuan maravillosos somos y ni siquiera nos atrevemos a mirarnos en el espejo para ver que es cierto... Creemos arrogante a quien reconoce sus propias cualidades y evitamos mirarnos, por temor al monstruo que podamos ver.
Posiblemente sea un eterno enamorado del amor, que cambia rostro a su amante pero sigue amando hasta que la faz no varíe, porque busco pareja estable y soy como quien nunca cesa en su búsqueda del Santo Grial o el Arca perdida.
Por mucho que pueda parecer un ofrecimiento, aquí reconozco ser un tipo culto, por demás inteligente, que en palabras de don Juan Antonio Massone, poeta y Miembro Número de la Academia Chilena de la Lengua, "es un escritor que nace maduro". Como si eso fuera poco, atractivo y bien cuidado, simpático, galán, justo, buen amigo y amante, sincero y transparente en mis intenciones, leal o fiel si se precisa, apasionado y obviamente paciente, seductor, afable, gracioso, hogareño, excelente confidente y consejero... Ante esto, si así lo quiere Dios, no veo razón alguna para que quien lea esto no se enamore de mí, sin importar de dónde sea.

2 comentarios:

Mauro L. dijo...

En palabras de Sor Juana Ines De la Cruz:

Feliciano me adora y le aborrezco;
Lisardo me aborrece y yo le adoro;
por quien no me apetece ingrato, lloro,
y al que me llora tierno, no apetezco:

A quien más me desdora, el alma ofrezco;
a quien me ofrece víctimas, desdoro;
desprecio al que enriquece mi decoro
y al que le hace desprecios enriquezco;

Si con mi ofensa al uno reconvengo,
me reconviene el otro a mí ofendido
y al padecer de todos modos vengo;

Pues ambos atormentan mi sentido;
aquéste con pedir lo que no tengo
y aquél con no tener lo que le pido.

Julia Ines Reyes Mariño dijo...

Esto es tipico de las almas sensibles, que parecen fuera de este mundo...disfruta lo que llegue a tu vida pero no dejes de pedirlo al universo el lo traera.

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Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.