Estoy apenas a unas horas de iniciar el último año antes de cumplir las tres décadas batallando en este mundo, que aún corrupto muchas veces me ha dado satisfacciones inolvidables.
Durante este año de vida tuve gratas sorpresas, enormes sufrimientos, difíciles pruebas, dolorosas desilusiones y reconfortantes bendiciones. Debo agradecer cada experiencia, porque sin lo negativo no sabría valorar lo positivo.
Conocí a personas maravillosas y bestias carroñeras. La relación costo-beneficio en esto sí merece la pena (hasta ahora).
Cometí nefastos errores y tuve grandes aciertos. No le doy la espalda a mi pasado, porque sin las equivocaciones me sería imposible madurar y apreciar mi experiencia.
Cumplí algunos sueños y aprendí que vivir la realidad es lo más aconsejable. Me convertí en escritor publicado, aunque el trabajo no acaba ahí, siendo necesario abstenerse de muchas comodidades para alcanzar una meta mayor. Aquí me tienen escribiendo mi nueva novela, más extensa que la primera y con mucho empeño.
Sigo soltero aunque no célibe, pero soy feliz con los afectos sinceros y duraderos que Dios pone en mi camino. En esto quiero hacer un alto:
Carolina, Veru y Jazmín merecen mención honrosa por su constante atención o los excelentes momentos que en mi diario registro, para recordar siempre su cariño.
Cury es mi hermana putativa, la que nunca se ausenta aunque no hablemos todos los días y en quien puedo confiar como si llevásemos la misma sangre.
Esteban tiene aquella capacidad de hacerme olvidar los problemas sin el menor esfuerzo, un increíble don de regresarme la paz cuando deseo arrancar como si se anunciara Armagedón.
Sr. P es el nuevo personaje en el teatro de mi existencia, entrando a escena oportunamente para darme un espaldarazo o gesto afable absolutamente necesario y proyectando su participación por tiempo indefinido.
Y cómo olvidar al ya infaltable Sr. L -que seguramente se siente desplazado a los párrafos cúlmines de la presente nota-, sin el cual esta improvisada obra del blog registrando mi propia vida por sugerencia suya, no sería lo mismo y con quien después de muchos tropiezos por fin puedo superar los antiguos temores a meter la pata. Ahora nuestra amistad crece sin sobrealimentarla, libre, espontánea y fuerte.
Sin embargo, también hay seres oscuros, criaturas rastreras que hasta ayer me hicieron sentir náufrago en esta travesía, porque su frialdad me hizo sufrir durante años al despreciar lo que hoy las personas antes mencionadas y otras tienen a manos llenas.
No vale la pena nombrar a estos demonios de cabello hirsuto, dándoles más importancia de la merecida, porque quedan en el olvido, gracias a sus deslealtades y traiciones.
Me viene a la memoria lo que escribí el 10 de marzo pasado: "Inevitablemente nacemos y morimos solos. Lo importante es a quiénes escogemos como compañeros en nuestras vidas". Estoy orgulloso de que mis elecciones sean las correctas, porque algo muy bueno debí hacer en ésta u otras vidas para ser premiado por Dios con el amor de esta gente.
A mis familiares no los menciono, porque siempre han sido mi núcleo primordial y son tan míos que escasamente los comparto aquí.
Haciendo la suma, puedo citarme con otra reflexión, registrada el 20 de abril de 2008: "Quien siempre desea lo que no tiene, jamás podrá ser feliz. La felicidad llega cuando disfrutas lo que está en tu vida" y sólo es verdadera si se comparte.
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