Otra vez me toca salir al inclemente frío, cuando creía estar listo para sonreírle a la vida con esa maldita indefensión sentimental que lamentablemente me ha caracterizado siempre.
La tormenta perfecta de mi pasado al fin había amainado y daba paso a los primeros rayos del sol, que se asomaban en muchísimo tiempo. Pero me equivoqué como un pescador artesanal principiante que sale a la mar en su pedestre lancha, porque voy directo a un arrecife.
Comenzaba a sentirme feliz, tranquilo y seguro sin requerir más compañía que la mía propia, pero no puedo manejar ambos remos y ahora estoy a la deriva mientras otros, librando su particular lucha antes, supieron llegar a buen puerto.
De esta manera, me hallo entre Escila y Caribdis, pues si intento evitar la amarga soledad entregando mi corazón tan maltrecho como los años le han dejado, podría ser despedasado por la cruel desilusión o devorado por el insaciable monstruo del despecho.
Sin percatarme, fui seducido por el canto de sirenas y ahora, he naufragado en una isla desierta y demorado casi diez años más que Ulises en trazar una ruta para llegar a mi destino.
1 comentario:
no sabes como hoy me identifico contigo. Ahora te lo hablo en petit comite.
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