Entre la semana pasada y esta todo se ha retardado. Para empezar, mis clases de inglés y turco con Ahmet y las chicas de Tarkan Fans Chile debieron postergarse un mes -en lugar de comenzar el 5 de febrero, lo haremos el 5 de marzo- porque papá quiere ir a Callejones este fin de semana y durante la quema de ladrillos, a mitad del mes. La familia es primero.
De todos modos, será mejor porque a partir del tercer mes es muy improbable que las clases sean inconstantes. Aún así, las muchachas y Ahmet han demostrado voluntad y paciencia de oro conmigo.
El lanzamiento de mi segunda novela se posterga hasta que alguna editorial dé el visto bueno y comencemos a editarla. Ya lo he dicho antes.
Mañana Madelaine y yo iríamos a la embajada de Turquía para recoger mapas, guías turísticas y confirmar si en realidad no son necesarias vacunas y visas. Sin embargo, por comodidad mía, lo postergamos hasta después del Día de los Enamorados, fecha en que Gabriel comienza sus vacaciones, pudiendo llevarnos, porque un radio taxi me costaría más de $ 10.000.
La compra de pasajes a Estambul ya no se hará el 1 de marzo sino el 17. Paulina leyó un artículo en Publimetro donde aseguran que los costos de viajes en temporada baja -a partir del 15 de marzo- pueden ser inclusive un 30% más baratos y entonces, ni siquiera debemos pensarlo dos veces.
La compra de mi nuevo diario íntimo -de los cojones- se hará recién cerca del 9 de febrero, cuando recoja mi pasaporte en el Registro Civil. Por mientras, casi sin percatarme he escrito aquí, cuidando no ser indiscreto.
Mi encuentro con el Sr. L en su departamento no será el jueves 3 como habíamos quedado, pues recibirá visitas importantes y obviamente debo comprenderle. Además, me ha telefoneado esta tarde para avisarme; siempre se agradece que alguien sea cortés.
Lo importante no es que todo esto se haya postergado, sino más bien concretarlo.
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