Esta tarde mamá y yo fuimos al Mall Plaza Alameda para comprarme pantalones cortos que pueda llevar a Estambul. La verdad es que mi armario necesitaba renovarse hace bastante tiempo y como antes no había una razón para hacerlo, seguí usando la ropa de años, con algunas excepciones.
Es increíble que en algunas grandes tiendas la atención al cliente deje tanto qué desear. Casi no hay vendedores, sólo cajeras. Además, los departamentos de mujer, hombre, niño, ropa, perfumería y otros están distribuidos de tal forma, que casi es necesario usar brújula para hallarlos.
Después fui a la librería Lápiz López para comprar un cuaderno donde reiniciar mi diario. Sólo quería uno con muchas hojas de composición, tamaño mediano y una portada atractiva porque ésta sería mi bitácora de viaje. Daba lo mismo si era empastado o anillado. Sin embargo, sólo había cuadernos universitarios de matemáticas, donde el espacio interlineal es tan pequeño que prácticamente escribes una letra sobre otra y ni siquiera un grafólogo podría descifrar mis escritos.
En todo caso, el vendedor estaba más preocupado de trapear el piso que de atenderme. ¿Cómo pretenden vender así?
Espero no exagerar, pero casi me siento desnudo sin un diario, porque he llevado uno desde los cinco años y aunque no todos se hayan salvado con el tiempo, siempre tuve dónde registrar mi existencia. Alegrías, penas, dudas, seguridades, paranoias, éxitos, fracasos, amores y desilusiones.
Un ejemplo claro de la importancia que un diario tiene para mí es que en el pasado terremoto chileno del 27 de febrero, allí desahogué mi angustia por ignorar cómo se encontraba el Sr. L cuando aún estábamos mal, mis parientes o Cury, porque los teléfonos móviles aparentemente tan confiables y sofisticados no tenían señal.
Otro caso es la graduación de Enseñanza Media, la tenotomía de Eggers y posterior rehabilitación, el viaje a Mendoza, mi titulación como Técnico en Comunicación Social con mención en Producción de Eventos, edición y el lanzamiento de la primera novela, etcétera.
Como si ello fuera poco también narré mi paso por la Teletón, el año en que me diagnosticaron diabetes mellitus insulinodependiente o tipo 1A o cuando fui columnista del portal Mitos Radio, Televisión y Magazín.
Otro caso es la graduación de Enseñanza Media, la tenotomía de Eggers y posterior rehabilitación, el viaje a Mendoza, mi titulación como Técnico en Comunicación Social con mención en Producción de Eventos, edición y el lanzamiento de la primera novela, etcétera.
Como si ello fuera poco también narré mi paso por la Teletón, el año en que me diagnosticaron diabetes mellitus insulinodependiente o tipo 1A o cuando fui columnista del portal Mitos Radio, Televisión y Magazín.
Allí también hallé consuelo y refugio al fallecer mi abuelita materna, Victoria Ester, gracias a quien descubrí mi vocación literaria porque ella me obsequió el primer diario, en mi cumpleaños.
Por mi diario -o este blog- consta que Tarkan ha recibido mis cartas, saludos grabados y mensajes mediante los grupos de admiradores. También cuando nació Tarkan Fans Chile e incluso cómo nos integramos a las comunidades de Tarkan Latino y Tarkan Internacional.
Por mi diario -o este blog- consta que Tarkan ha recibido mis cartas, saludos grabados y mensajes mediante los grupos de admiradores. También cuando nació Tarkan Fans Chile e incluso cómo nos integramos a las comunidades de Tarkan Latino y Tarkan Internacional.
Ahora que todo parece ir tan perfecto en mi vida por reanudar amistad con el Sr. L, esperar una respuesta del editor sobre la segunda novela, firmar más ejemplares de "Alma Negra", haber superado las réplicas sísmicas, conocer a Paulina González y especialmente viajar a una ciudad que ha sido mi sueño durante los últimos once años, no tener un diario es casi motivo para abofetearme.
Pueden pedirme que no suba al avión con armas, drogas o alcohol -hipotéticamente hablando porque jamás pensé hacerlo-, pero abordar sin mi diario es como dejar la cámara fotográfica digital en casa.
El diario es para mí lo que una estaca a Buffy Summers, un Birquin a Victoria Beckham, los Malono Blahnik para Carrie Bradshaw. ¿Cómo esperan que salga de casa sabiendo tan efímera la vida?
Tal vez les parezca egocéntrico, pero necesito registrar cada paso en Estambul, porque no me basta haber publicado una novela, también quiero decir con mis propias palabras cómo vivo la vida aunque muchas anotaciones puedan perderse.
Mamá dijo que me comprará un cuaderno cuando vaya al Centro durante los próximos días o acabaré como la chica drogadicta de "Pregúntale a Alicia", haciendo anotaciones sin fecha en hojas sueltas y bolsas de papel.
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