Ayer mamá y yo visitamos a Paulina, quien nos invitó a tomar el té para conocer a su familia. Ni les digo lo difícil que fue llegar porque estando próximos, sufrí una hipoglicemia y casi debimos regresar a casa. Sin embargo, mi amiga salió a nuestro encuentro y ya en su hogar, me recuperé habiendo comido azúcar. Por suerte mi vieja pudo dar con un bazar donde compró bebida dulce.
No es que me preocupe tanto esta situación, pero me avergonzó un poco llegar a nuestro destino haciendo espectáculo. De todos modos, Paulina se ocupó constantemente y al poco ya habíamos olvidado el mal rato, porque ella se complementa tan bien con mamá, que ambas me sorprenden.
Estábamos en el antejardín, bajo el parrón comiendo chocolates finos mientras charlábamos, y no pude evitar recordar las casas de mis tíos Hilda y Fernando en Callejones, pues allí uno siente que es el único lugar del mundo donde puede hallarse tranquilidad.
Era lógico. La casa es realmente acogedora, pero gran parte de eso lo hace la gente. Sus hijos, al contrario de como los describe, se integraron bastante y fueron muy amables.
Da gusto ir a un sitio donde son buenos anfitriones, porque mi amiga se desvivió atendiéndonos. Sin embargo, aún más grato es darte cuenta de que eres realmente bienvenido. Como si eso fuera poco, aquella familia tienen mucho en común con nosotros y eso hace cómoda cualquier conversación.
A decir verdad, no debería sorprenderme tanto, porque Paulina tiene su afabilidad como carta de presentación y eso, obviamente es heredado.
Mamá quedó encantada. La madre de Paulina le pareció increíblemente culta -por cuanto habló de Grecia y Turquía cuando tratamos el tema del próximo viaje-. Y los hijos, mi pobre viejita quedó embobada con ellos.
Es que yo también tuve breves regresos a mi infancia pues el hijo quinceañero de Paulina comentó haber ido a una feria de manga. Éste era mi pasatiempo durante la Enseñanza Media, cuando veía mucho más a Cury, que solía dibujar personajes del animé.
Paz, la primogénita, se interesó de manera especial en mi perrita; apenas en la última Navidad perdieron a su mascota. Empero, Paulina y yo intentábamos hablarle sobre Ahmet, para ver si le interesa cultivar esa amistad ya que ambos estudian ciencias políticas.
Ya siendo bastante tarde se me ocurrió enseñarle a mi amiga la pronunciación en turco de los números y algunas frases, para que no llegue tan nerviosa a la primera clase el sábado 5 de marzo. Fue muy cómico hacerle pronunciar las letras c, ç, I, ğ, ö, ş y ü porque en un momento su hijo salió del cuarto modulando perfectamente la I, como si hubiese hablado turco toda su vida.
Además una vecina muy considerada aportó un premio estupendo para rifarlo entre los miembros de Tarkan Fans Chile -amigos y parientes-, permitiéndonos recaudar fondos: sandwichera Valory modelo VS 600.
No es menor, considerando que cualquier dinero extra servirá ahora que además de conocer Estambul, pretendemos escaparnos a Atenas, si Dios así lo permite. Es increíble cómo se ha presentado todo casi por intervención divina.
No es menor, considerando que cualquier dinero extra servirá ahora que además de conocer Estambul, pretendemos escaparnos a Atenas, si Dios así lo permite. Es increíble cómo se ha presentado todo casi por intervención divina.
Esta visita fue, a todas luces, algo que debíamos hacer porque pudimos comprobar una vez más que Paulina es la persona con quien no sólo podemos viajar, sino también forjar una amistad sincera y perdurable.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario