En 2004 y de la mano de Ediciones B, la renombrada y aguda periodista Pamela Jiles sacó roncha con este breve libro. Tanto por su título como por el contenido, significó entonces la ruptura de algunos esquemas ancestralmente impuestos, bajo los cuales las mujeres debían ser casi asexuadas. Entonces la rebelión erótica femenina ya era un hecho comprobable y evidente a escala social, pero parecía hacer falta el encabezamiento de esta insigne caudilla feminista para guiar con una suerte de manual narrativo hasta el siguiente nivel.
Sin embargo, para mi gusto esta loable emancipación se vio manchada hasta cierto punto por el lógico y esperable carácter comercial de la obra. Así esta civilización falocéntrica donde predomina el imaginario sexual masculino, no se vio tan conquistada como debiera por un erotismo femenino que incluso pudo llegar a ser matriarcal.
Quedó ahí la distinción morbosamente controversial del texto donde brevemente Jiles narra las fantasías de mujeres criollas abordando diversos criterios socio-económicos y culturales. Yo habría esperado quizás más desarrollo en cada relato. Era incluso preferible sacrificar un poco la exposición mediática que Jiles tenía garantizada a cambio de dar más sustanciación literaria.
El tema es en sí mismo interesante y provocativo, pero pierde un poco el sentido artístico si así se le quiere llamar, relatar cada fantasía en resúmenes que resultan inclusive mecánicos para algunos lectores. No es tampoco la idea adaptarlo a una mentalidad mojigata, pues entonces perdería cualquier impulso osado. Sin embargo, pudo habérsele sacado más partido al enfocarlo con otros recursos quizás lingüísticos.
A ratos me pareció leer las fichas confidenciales de pacientes que Jiles tendría si fuese terapeuta. Una narración demasiado mecánica, tal vez para facilitar la lectura. Pero contextualizar y detallar más allá del hecho puntual es algo que habría hecho aún más agradable la obra. En este caso, no lo vi.
Tal vez algún lector podría creer que este tema debía profundizarse en una justa medida dentro de la ligereza esperada, para no aburrirse con un tema tan entretenido. ¿Pero por qué suponer que el sexo es siempre un tema liviano? Seré franco, la sociedad trivializa los encuentros sexuales desde el humor hasta las más elaboradas obras maestras clásicas de la literatura universal. Teniendo esto en cuenta, Jiles ha escrito no sólo un libro excitante aunque corto, sino también revela lo que muchos hombres chilenos han deseado saber por quién sabe cuánto tiempo. Pero no nos engañemos, ello tampoco garantiza la íntima felicidad femenina.
Aun así, es un buen libro para pasar el rato sabiendo lo que algunas mujeres chilenas fantasean sexualmente y quizás hoy, mucho después del revuelo mediático inicial, alguien pueda apreciar entre sus páginas un asomo del espíritu libertador y trasgresor.
Aun así, es un buen libro para pasar el rato sabiendo lo que algunas mujeres chilenas fantasean sexualmente y quizás hoy, mucho después del revuelo mediático inicial, alguien pueda apreciar entre sus páginas un asomo del espíritu libertador y trasgresor.
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