¿Recuerdan al Sr. P? Pues bien, después de casi un año sin vernos por falta de tiempo, esta tarde nos juntamos en el Mall Plaza Alameda, donde aproveché para comprar de los días de la Madre -que Karina me compró el primero- y del padre. Un set de cremas y un libro de Fernando Villegas respectivamnte; sé que papá no es muy buen lector, pero lo hice porque ve el programa "Tolerancia Cero" de Chilevisión cada domingo, donde el intelectual es panelista.
Además, me compré un bolso de viaje muy práctico para ir a Turquía sin usar mis mochilas de batalla. Sin embargo, cambiando mis pertenencias perdí los tres tubos con azúcar que siempre llevo por si sufro una hipoglicemia fuera de casa. Deberé esperar a tener tres tubos nuevos para darles aquel importante uso. Como si ello fuera poco, Sr. P casi me mata metafóricamente, pues cuando ya hube comprado un bolso, al rato quise cambiarlo por otro que me había gustado más y amablemente acompañó a un servidor a la tienda por segunda vez.
Es increíble cómo había olvidado cuánto disfruto estando con Sr. P, pues me hace mucho reír y charlando, se nos pasan muy rápido las horas. Joder, si pudiera escribir aquí los temas en que me actualizó desde nuestro último encuentro. Empero, como involucran a personajes mediáticos prefiero no arriesgar demanda.
Sólo espero no resfriarme nuevamente, pues él está enfermo y cuando caminábamos por Estación Central comenzó a llover... Ahora está diluviando y si me agripo nuevamente, no podré vacunarme contra la influenza.
Valió la pena encontrarnos y reforzar nuestra amistad, porque ya había postergado la junta cinco días y me perdí demasiado. Hasta hoy reí recordando cómo cayó de su cama cuando lo telefoneé el martes pasado por la mañana, a las ocho.
Sigue trabajando y estudiando, pero ahora vive solo. En agosto seguramente nos veremos otra vez, con más gente y sin tropezar en los atestados pasillos de un centro comercial, donde el Sr. P siempre mete la silla de ruedas en los rincones más estrechos.
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