¡Cuánto ha cambiado mi vida desde que viajé a Turquía hasta ahora! Pasé de escribir artículos defendiendo la igualdad de derechos para las minorías sexuales a rezar cinco veces diarias y meditar permanentemente en la exaltación de Allah.
No quiero alcanzar la santidad y tampoco pretendo que la gente me vea como alguien que siempre ha sido puro de corazón. Sería extremadamente petulante además de falso. Quiero más bien acercarme a Dios y concentrarme en ello, sin distraerme con causas que actualmente no considero propias porque jamás me sentí integrado del todo al ambiente activista y mucho menos a algo relacionado. Intenté ser sociable, pero las fiestas donde ciertamente había alcohol, drogas y sexo jamás fueron lo mío. Más bien muchas veces me sentí innecesariamente expuesto e incluso en alguna ocasión estuve abandonado a mi suerte, en medio de la oscura calle, mojado, corriendo peligro de ser asaltado tres veces seguidas y sólo porque Allah -simplemente Dios para algunos- es grande, no sufrí mayores consecuencias.
Si bien es cierto que antes podría haberlo hecho todo, los valores morales que desde niño me inculcaron mis particulares padres y la nueva forma que tengo de ver la vida, me hicieron imposible darle prioridad a la satisfacción personal pasajera por encima del bien colectivo o el confort espiritual. Para ser sincero y más claro, jamás ha tenido para mí sentido el beber alcohol hasta emborracharse, drogarse con sustancias adictivas o fornicar de manera denigrante.
Para quien lea esto, puedo parecer un santurrón que jamás se ha divertido. Sin embargo, ya probé mis límites, jamás fui tan lejos y tampoco me interesa seguir en ese camino. Quienes han leído antes este blog, saben que hasta en las publicaciones más transgresoras y liberales siempre he defendido el respeto por uno mismo u otros, así como la estabilidad emocional más allá del proceder promiscuo.
No intento ser predicador de la palabra de Dios ni convertirlos a alguna religión determinada. Sólo digo que antes creía e intenté infructuosamente pertenecer a un submundo donde sin embargo, siempre me sentí como pollo en corral ajeno.
Tal vez por eso fueron muy pocas las verdaderas amistades que hice durante ese tiempo y que todavía me duran, porque de la mayoría me aparté cuando noté que nada nos aportábamos.
A algunos contactos los hice simplemente porque quería escribir una novela detallando las aventuras de un personaje que hacía todo lo cual nunca me he atrevido a hacer. Pero dicha obra aún no se publica y esas personas nunca me valoraron como creo debo ser apreciado.
En el fondo, lo que me importa ahora es mi relación con Allah y no la opinión que otros tengan de mí. Ya que sólo Él puede juzgarme y sabe tanto mis errores como los motivos, nada importa que otros me excluyan.
Me satisface estar en un camino que para mí es el correcto, porque seguir a Dios (Allah) no requiere demostrarle nada a nadie. Es una relación personal que nadie puede quitarme y afortunadamente, llegué aquí sin haber cometido errores irreparables para impresionar a gente superficial.
Sigo creyendo que el amor no es exclusivo de ciertos grupos sociales ni genéricos. Sin embargo, también creo que para ejercer derechos, es necesario ganárselos y falta mucho camino por recorrer.
Para muchos a quienes ya no veo, será encontrar esa ruta porque aún no usan su brújula. Para algunos pocos, será defender a las minorías sexuales sin discriminar. Para mí, es buscar constantemente a Allah y ayudar a otros si puedo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario