Recuerdo muy bien que hace algunos años, cuando surgieron los blogs, la lectura pasó de ser un pasatiempo que pocos teníamos a una costumbre masiva. Esto podría considerarse algo bueno, pero en muchos aspectos se nos dio la posibilidad de leer algo realmente sublime o un artículo mediocre dedicado a las más insignificantes actividades de alguien que se hizo popular gracias a internet.
Si bien este medio de comunicación es bastante democrático, actualmente quienes tenemos blog desde que esto surgió, lo abandonamos. Antes publicábamos hasta nuestros suspiros y ahora, pasan meses sin que publiquemos algo interesante.
¿Cuándo se nos ocurrió escribir un blog? Pudo ser cuando todos quisimos hacer nuestra propia versión de Sex and the city. Pero cuando la serie acabó y leí el libro, descubrí que por lo menos yo había perdido el interés, porque la temática de aquella serie televisiva después me pareció redundantemente frívola. Las cuatro amigas van en una constante búsqueda del amor, pero en realidad lo abordan desde un punto bastante egoísta, el típico «¡Dame, dame!» mundanalmente occidental, donde se compara el verdadero amor con un bolso fino o zapatos de marca.
¿En qué estaban pensando quienes publicaron blogs que luego no mantendrían? Fue difícil seguir haciéndolo cuando surgieron tantas redes sociales como Facebook o Twitter, donde se confunden amigos y seguidores que comentan de manera inmediata breves pensamientos nuestros, que pueden ser tan insignificantes como «Hace calor». ¿A quién carajo le importa eso?
En un blog teníamos la posibilidad de escribir sobre asuntos que realmente importan y la desperdiciamos, llenando de basura un mundo virtual que ya es peligroso si no sabemos andar por él. Me doy cuenta de que tristemente lo importante ya no le interesa a nadie, porque si escribimos algo realmente significativo en nuestro estado de MSN o Facebook, nadie lo comenta. ¿Será que aprendimos a reducir lo que pensamos o sentimos a ciento cuarenta caracteres y no decimos nada al final?
Es triste darse cuenta de que algunos aprenden a leer y escribir para no comunicarse como realmente merece la pena y aún peor, prolongan ese ciclo hasta un número incontable de generaciones.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario