Ayer por la tarde fui al dentista, creyendo que debía ponerme apenas una tapadura por alguna caries que me molestaba. Sin embargo, mi sorpresa fue mayúscula cuando él dijo que mis molestias se debían a una gingibitis causada por la presión que ejercen las muelas del juicio. Me quitó las dos del lado derecho y aún faltan las del izquierdo, que me sacará en dos semanas más.
No fue nada fácil. De hecho, mientras yo me encomendaba a Allah, el odontólogo sudaba esforzándose y una vez hecho el procedimiento, habiéndome mostrado las dos piezas enormes, dijo que jamás había visto muelas tan difíciles de extraer, porque además tenían gancho, crecían curvadas y llevaban doble raíz. Muelas de extraterrestre.
Ahora sólo me levanté para cumplir con las cinco oraciones diarias. Tengo que guardar reposo relativo, además de medicarme con antibiótico y calmantes. Apenas pude entrar en Facebook para responder algunos mensajes y ver quién me había escrito.
Gracias a Allah, siendo diabético no he tenido mayores problemas de cicatrización ni nada por el estilo. Quería traer mis muelas a casa, pero el doctor dijo que por ley no podía entregármelas, ya que al parecer son fuente de infección. Bueno, tampoco pretendía mandar hacerme alguna joya con incrustaciones molares.
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