«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

Comenta en este blog

Selamünaleyküm: No olvides dejar al final de cada artículo tu comentario para el autor de este humilde blog que acabas de leer. Tus opiniones serán tomadas en cuenta para mejorar el contenido en la forma y el fondo.

Si esperas respuesta a tu comentario, debes buscarla dentro de la misma sección del artículo que comentaste. Gracias. Selam.

Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

Sobre Facebook

Por favor, si me agregas a Facebook, envíame un mensaje privado diciendo que has visto mi blog, para saber dónde me encontraste. De lo contrario, tu solicitud podría ser rechazada por seguridad. Muchas gracias por tu comprensión.

miércoles, 11 de julio de 2012

Capítulo 4: Estoy muy feliz ahora

«Çok mutluyum şimdi, ama hastayım. Soğuk var».
Es cierto. Aún estoy enfermo por el resfrío, pero entre las sombras de mi padecimiento se asoma a lo lejos el tenue aunque cálido destello de la amistad. Bendito internet, que nos permite acercarnos aún estando a miles de kilómetros de distancia y aunque duela no poder abrazarles, tengo el consuelo del intercambio constante. Una palabra, un mensaje, la presencia en mi vida de aquellos que se han hecho un sitio especial dentro de mi alma... Eso es lo que me hace feliz pese a la AH1N1, bronquitis, faringitis y neumonitis que se han sucedido una tras otra desde hace un mes, manteniéndome en reposo.
Recuerdo que el año pasado estaba disfrutando el verano turco en lo que por mucho podría considerar las mejores vacaciones de mi vida, hasta ahora. Tal vez traje pocos recuerdos materiales entre los cuales puedo mencionar un precioso diario con tapas forradas de piel o un pequeño tasbih que me obsequió mi amigo Snoopy -le llamo así porque yo soy como Woodstock, revoloteando a su alrededor, aunque en Estambul le llamábamos Mismo Mismo porque siempre repetía esa frase- y que siempre llevo conmigo muy protegido dentro de una bolsa, en el interior de una caja, en mi mochila. Es una manera de tenerlo presente constantemente y jamás olvidar que, como él dijo una vez, «tenemos el mismo sol y la misma luna. Vivimos bajo el mismo cielo».
Y ahora que estoy viendo la película Mi nombre es Khan en televisión por cable, no puedo evitar conmoverme con el espíritu de un musulmán. Yo experimenté mucho de eso allá en Turquía, con toda la gente que conocí. Son como niños capaces de meterse en tu corazón y no puedes negarles cariño. Mamá dice que Snoopy o Mismo Mismo es un angelito, porque aprendió a quererlo como un hijo.
Y Ahmet... ¿Qué puedo decir de él? Desde aquí se preocupó por nosotros cuando estábamos allá y aún ahora, estando él en Estambul desde enero pasado, seguimos contactándonos. Allah sabe que en muchos aspectos, ellos son ejemplos para mí porque «el camino de Allah es de amor».
Deberé resignarme a que por circunstancias de la vida y por voluntad de Allah, durante cinco meses no podré contactarme con Mismo Mismo porque cumplirá su deber patriótico. Pero mi du'â siempre irá en su beneficio.
Ahora, mientras un rayo de sol se filtra por la ventana de mi encerrada habitación desde el patio, en el silencio relativo que ofrece la vida urbana, intento imaginar qué estarán haciendo mis amigos turcos cuando ya es de noche allá y recuerdo nostálgicamente cómo el plenilunio alumbra el Bósforo cuando lo cruzas abordando un ferry, mientras puedes ver en el orizonte la fachada del más que bellísimo Topkapı Sarayı.
Aquí estoy, cariacontecido rogando insistentemente en cada una de mis oraciones que me permita volver, pues si bien existe internet y podemos escribirnos, nada se compara a la estremecedora muestra de cariño cuando puedes estrechar en un interminable abrazo a aquellos que por mucho tiempo se hallaron lejos y entonces, puedes sentir su calor, mirarlos al rostro para decirles con lágrimas en los ojos y una incontenible felicidad en el cuerpo, aquel «te quiero» escrito tantas veces frente a la pantalla del ordenador, pero que solamente cobra verdadero sentido al decirlo desde el alma.
Ciertamente les digo que poco importan mis padecimientos y aunque mi felicidad sólo sea pasajera por comprobar el cariño y lealtad de un mensaje, estoy seguro de que se hará permanente a mi regreso. Mi corazón volverá a latir cuando les vea y pueda abrazarles hasta que los brazos se me duerman.

No hay comentarios.:

Gracias por tu visita

Si llegaste a este blog y lo leíste, agradezco que me dedicaras un poco de tu tiempo.

Asimismo, te invito a dejarme tus comentarios, sugerencias, peticiones y críticas constructivas en los posts.

Por último, si te agradó, puedes añadir un vínculo de La Pluma Dorada en tu página web, blog, fotolog o espacio personal y así, colaborar al crecimiento de este humilde rincón. También te invito a convertirte en seguidor.

Espero tenerte de regreso; siempre serás bienvenido. Hasta pronto.

Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.