«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

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domingo, 5 de agosto de 2012

Capítulo 5: La intimidad publicada

No he actualizado mi diario desde el 2 de julio pasado, por falta de tiempo y pereza. Creo que al retomar la costumbre, deberé seleccionar las fechas que deseo conservar para la posteridad pues no todos los acontecimientos tienen la relevancia suficiente mereciendo su registro. Por otro lado, sé muy bien que un buen diarista anota cada suceso por irrelevante que pudiere parecerle al lector más adelante. Sin embargo, hoy con Internet se suele dar más espacio a las redes sociales que a un cuaderno donde la pluma escribe.
Es ahí donde además del desánimo, ataca la tristeza de no ver respuestas concretas a las constantes dudas existenciales de mi corazón siempre solitario.
Sí. Sé perfectamente que uno en realidad nunca está completamente solo porque Allah siempre acompaña y es cuestión de notar su presencia incansable, aunque me decepcione de mí mismo por saberme tan impotente ante ciertas situaciones. ¿Quién es mejor ayudante que Él? ¿Acaso existe alguien además de Él, capaz de consolarme completamente cuando la amargura innunda mi alma por notar las barreras?
Dado el anterior párrafo y muchos de los artículos pasados, aclaro inmediatamente que aún reconociéndome musulmán de corazón, humano imperfecto y constante buscador del auxilio o perdón divino, nunca he pretendido aquí predicar sobre religión alguna porque siendo éste un blog pluralista, ni siquiera considero la posibilidad de excluír a los lectores que con tanta fidelidad me han seguido durante estos años y aún así, no comparten mi religión. Más bien, quien lea esto debe saber desde un principio que no sólo se escriben artículos noticiosos y columnas de opinión sino sobre todo experiencias de vida del autor que aqui les habla. Llámenme Carlos Flores Arias o Yahya, éste sigue siendo el soporte en cuyas líneas registro hasta ahora mi pasado y presente, esperando darle si Allah lo permite, espacio a mi futuro.
¿Y cómo debemos entender la experiencia de vida que tiene una persona? ¿Podemos acaso darnos la libertad de decir que alguien está en lo correcto o equivocado por pensar de determinada manera en consideración a la mochila que carga? ¿Tenemos pues el derecho de desestimar la vivencia de un individuo tan sólo porque no se asemeja a la nuestra? Si este blog estuviese dedicado exclusivamente a un tema determinado y fuese escrito por eruditos en dicha materia, las opiniones personales de un servidor no tendrían cabida. Empero, al ser un espacio personal, elaborado con las capacidades innatas y nutrido de las emociones, aquellos asuntos con los cuales otro podría redactar cátedras complejas son abordados apenas desde la experiencia personal, que es otorgada al sentir satisfacción por acercarse humildemente a una realidad íntima donde se conjugan espiritualidad y humanidad sin dar rincón a terceros. ¿Acaso Allah pone dos almas en un mismo cuerpo? Porque hasta ahora defendí la romántica aunque contraria teoría de que existen en el mundo dos cuerpos con las mitades de una misma alma.
Bien me dijo alguien hace mucho tiempo que en este caso, tanto el blog como Facebook o cualquier otra red social son el espacio personal del usuario que crea dicha cuenta y como resultado, idealmente debería ser sólo éste quien controlara las expresiones manifestadas. ¿No es éste el objetivo de reemplazar aunque fuese temporalmente el diario íntimo tradicional con opiniones públicas de las cuales ciertos usuarios tienen libertad para debatir? Tal vez en algunas ocasiones sería mejor guardar dichas observaciones en la celosía de páginas privadas.
Es cierto que los tiempos han cambiado desde la carta certificada hasta el chat y antes dos personas que se hallaban distantes ansiaban recibir correspondencia durante semanas o meses, mientras que ahora incluso pueden hablar y verse a través del monitor de un frío aunque útil ordenador. Por desgracia, hemos pasado de escribir extensas y detalladas misivas a decir algo con sólo dos palabras, olvidando la cortesía y el interés personal por saber sobre la vida cotidiana del destinatario.
Incluso otorgándoles un voto de confianza a quienes por diversos motivos afectivos les brindamos un espacio en nuestras vidas virtuales, teniendo la ventaja de lo instantáneo, extraño enormemente la libertad del diario íntimo donde realmente puedo decir cuanto se me antoja sin temer la desaprobación pública o privada porque algunos no comprenden que Internet es en su mayoría superficial y en contadas oportunidades, podemos encontrar experiencias de vida que son siempre válidas y deben respetarse.
Eso ocurre porque con las mal llamadas redes sociales hemos perdido nuestra capacidad de distinguir entre amigos, conocidos y seguidores. ¿De qué nos sirve tener un millón de amigos en Facebook o seguidores en Twitter, si la verdad es que sólo permanecemos en contacto con algunos pocos? No ganamos dinero, tampoco nos hacemos famosos ni nos conocemos en profundidad mutuamente. Reconozco tener en redes sociales a personas que realmente me importan, por quienes incluso hago du'â en mis oraciones.
Si la palabra es de plata, el silencio es de oro o al menos, así reza un viejo y conocido refrán turco. Por eso hay períodos de tiempo en que no escribo mucho aquí, pues digo lo que siento sólo a quien le corresponde saberlo. Además, un «Te quiero» que viene desde el corazón, no se le dice a cualquiera, solamente a quien lo ha ganado.

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Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.