Por eso, ya en mi tercera novela cuyo manuscrito se titula Síndrome de Estambul: El diario de Sofía Mustakis,
me doy permiso de ser totalmente egocéntrico desde un punto de vista
literario para dar rienda suelta a lo que más me apasiona en el aspecto
terrenal: Turquía. Allah me bendijo con un viaje soñado en 2011, tras
doce años deseando conocer aquellas tierras tan distantes e igualmente
maravillosas, donde se funden en una perfecta comunión Oriente y
Occidente.
Allá sufrí una profunda metamorfosis que posiblemente
pocos ojos entrenados noten a simple vista. Pero además, comprobé que la
felicidad es posible cuando se cumple un sueño y conoces gente tan
magnífica como a quienes yo encontré.
Y lo más espectacular de
todo fue que ni en mis más ideales fantasías durante esos años soñando,
podría haber imaginado una aventura tan perfecta, planificada por Allah.
Si hasta tuve la ocasión de asistir a un recital del cantante turco
cuya música suele acompañarme mientras escribo y me entrevisté con él.
¿Y todo eso no lo iba a compartir en una novela? Por favor.
Ahora sólo queda tener fe y esperar hasta julio próximo para recibir
noticias. Mientras tanto, intentaré mantener vivos los sueños de otros
universos literarios, donde se mezclen realidad y ficción como si de una
receta gourmet se tratase.
Nota: Originalmente este artículo sería publicado en una única entrega, pero la página de Blogger no me permitió guardar ni postear un escrito superior a los doscientos caracteres. Por ello, preferí dividirlo en tres partes.
Nota: Originalmente este artículo sería publicado en una única entrega, pero la página de Blogger no me permitió guardar ni postear un escrito superior a los doscientos caracteres. Por ello, preferí dividirlo en tres partes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario