Escribo este artículo para demostrar
lo tóxico que puede ser un rumor infundado. Anoche navegando en la internet,
esta red tan amplia de conocimiento y a veces igualmente perjudicial según el
uso que le demos, di con una nota sobre la renuncia del periodista José Antonio
Neme a TVN y aunque antes sólo había escuchado su nombre sin relacionarlo a
ningún rostro en particular, me interesé en saber más pero casi accidentalmente
di con cierto blog donde estaba publicado un post titulado Los periodistas gay:
me cae mal Caniulef, escrito por Andrés (sin apellido).
En él menciona algunos profesionales
del periodismo que han revelado su homosexualidad y otros como Neme, diciendo
que tiene una «homosexualidad latente» porque en cierta entrevista para LUN
dijo andar con el vestido en la cartera.
Cabe mencionar que en el mismo
artículo el autor menciona a continuación una serie de cualidades muy positivas
que destacarían al periodista por sobre la media gay de este querido país
llamado chile. Así pues no pierde oportunidad para decir que es liviano, súper
amoroso, amable, profesional y dulce. Como yo no lo conozco personalmente, sólo
puedo decir que en efecto es muy profesional, sin descartar que sus otras
virtudes aquí destacadas pudieran ser reales.
Sin embargo, hay algo que me molesta y
aunque el post fu escrito el jueves 17 de enero del año pasado, tal vez muchos de
ustedes dirán que soy exageradamente grave. Pero en primer lugar la orientación
sexual de este hombre como la de cualquier otro individuo no debería importarle
a nadie. Además, a mi modo de interpretar el texto como comunicador social que
soy, Andrés dice varias veces que José Antonio neme es homosexual a pesar de
tener tantas cualidades, como si éstas no valieran por sí mismas y al contrario,
quedaran anuladas por la supuesta orientación sexual del periodista. Digo supuesta
porque alo menos en estos casos, mientras yo no lo vea compartiendo lecho junto
a otro hombre con mis propios ojos –cosa que muy probablemente jamás pasará-,
no me atreveré a asegurar algo siendo tan categórico. El texto en cuestión, con
pésima ortografía que ocasionalmente corregí, dice:
«José Antonio Neme es gay, es gay y aunque no se ha
confesado gay, todo el mundo sabe que es gay (si hasta la gente heterosexual
sabe que es gay). Pero no importa, yo a él le acepto su homosexualidad latente
porque es lejos, lejos, lejos el weón más liviano de sangre de los gays de este
país. ES UN AMOR EL WEÓN! es súper amoroso, amable, profesional, dulce... una
vez dijo para LUN que andaba con el vestido en la cartera: qué weá más gay y
dulce. Es que no es desagradable, él es demasiado amoroso y aparte RICO, ES UN
CACHORRO OSO!!! Me lo imagino en la cama como un dios cachorro oso, debe tener
un gran pene y un culo delicioso. Él es entero de rico, su cuerpo es la raja,
sus hombros, su barba, su vello corporal.
José Antonio Neme, a pesar de que sonrías siempre e
incluso con las noticias más heavy, a pesar de tu homosexualidad latente, yo me
caso contigo: así que agarra tus cosas, tu cartera con el vestido de novia, el
pasaporte Y NOS VAMOS A CASAR LOS DOS A CANADÁ.
PD: Estamos súper cerca los dos, le haces clases a
uno de mis amigos del blog más cercanos... en volá podríamos hacer un trío».

En estos tiempos modernos me parece
realmente insólito que vayamos por la vida fijándonos si alguien es gay, porque
lo tomamos como si hubiésemos encontrado algo qué sacarle en cara, similar al
supuesto pasado pornográfico de alguna exitosa estrella hollywoodense. Los chilenos
tenemos la mil veces maldita maña de buscarle defectos a las personas llenas de
cualidades o simplemente exitosas, pues no soportamos que a otro le vaya mejor
en la vida de lo que a nosotros nos va. Y cuando no queremos ser señalados
negativamente porque calumniamos a alguien, decimos todo como si de una broma
se tratase, por debajo de la mesa, para ver si el afectado se da cuenta del
insulto o pasa desapercibido. Estemos libres de tener que decir algo a la cara,
de frente y con los pies bien plantados, porque enseguida la mayoría sale
corriendo a perderse o niega todo aquello que haya dicho… El chileno promedio
es maestro en eso.
Por eso cuando queremos decir algo de
alguien lo publicamos en redes sociales, nos inventamos perfiles con falsos
nombres… Lo que sea para decir cualquier cosa desde el anonimato y disfrutando
de la impunidad.
El chileno, señoras y señores, es así.
Por eso en este país tienen tanto éxito los programas de farándula y reality
shows donde la plebe puede regodearse en las peleas, murmuraciones y desgracia
del prójimo cual circo romano. De seguro Nerón y Calígula se sentirían como en
casa.
No pretendo en absoluto que el autor
del blog se sienta atacado. Seguramente tuvo una intención liviana sobre
analizar desde su perspectiva la incursión creciente de periodistas gays en el
medio televisivo y al mismo tiempo, evaluarlos. Hasta ahí todo bien e incluso puede
tomarse con humor lo que dice acerca de casarse en Canadá con José Antonio
Neme, pues hoy podría ir a Brasil aprovechando que al periodista le agrada
tanto ese país y ahora se celebra allí el Campeonato de la Copa Mundial de la
FIFA 2014. O incluso si lo prefiere, podría ir más cerca, a Argentina
para visitar las tanguerías y comer un cordero al palo durante la Luna de Miel
en lugar del pollito al velador. ¿Ven que también tengo mi sentido del humor,
aunque sea particular?
Bromas aparte y considerando el obvio
propósito humorístico que tuvo Andrés, me parece que desenmascarar a una
persona por su supuesta orientación sexual es el recurso más básico que podemos
usar para perjudicarla. Actualmente y salvo algunas excepciones muy puntuales,
nuestra sociedad está más tolerante, dispuesta a admirar el profesionalismo de
un periodista simpático a la vez que guapo -¿por qué no decirlo?- sin importar
con quién se acueste. Nuestra sociedad occidental con toda su corrupción moral
y la modernidad de la cual tanto nos jactamos, ya no discrimina a ningún
personaje público porque se sepa su orientación homosexual.
Si somos capaces de tolerar a
cualquier modelo rubia o morena diciendo con quién se acostó, no nos hace ni
cosquillas que un hombre mediático admita su homosexualidad y como ya he dicho
en este blog, no me gusta referirme a ello como confesar porque aquel verbo
contiene implícita una reprobación social que es muy anticuada, como si ser gay
implicara forzosamente tener conductas depravadas que el individuo deba
ocultar.
Por otra parte, este afán de sacar a
todos del armario a la fuerza no contribuye en nada a la causa GLBTI, que puede
ser muy válida para quien respete. Al contrario, da la impresión de que sólo se
pretende frivolizar el asunto. Es como si el gay promedio siempre buscara
erotizar la figura masculina más allá del valor humano y por supuesto, hacer
este juicio generalizado sería demasiado injusto.
A lo largo de este blog y sólo con
alguna excepción que obviamente se me debe haber pasado durante estos años, he
intentado que mis lectores aprendan a valorar la calidad humana por encima de
las diferencias superficiales como orientación sexual, raza, ideología política
o creencia religiosa por ejemplo. Ya es hora de que nuestra sociedad aprenda
realmente a mirar el fondo y no la forma, en lugar de llenarnos con discursos
contra la discriminación que poco o nada logran.
En el caso de José Antonio Neme y sin
conocerlo personalmente, puedo decir sólo con verlo por televisión que tengo
una gran impresión de él, pues la gente cercana parece apreciarlo mucho. Cuando
considero esto, al menos a mí me importa menos aún una característica tan
irrelevante como su orientación sexual. Andrés se refiere al periodista como un
objeto sexual que obviamente desea, describiendo su cuerpo y revelando las expectativas
íntimas que tiene en sus fantasías eróticas pero sin espantarme porque en mí no
cabe la mojigatería, estoy seguro que quien fije sus ojos en una persona se
verá más cautivado por el corazón, el alma y el espíritu pues lo demás es
absolutamente pasajero… Tanto como para no durar más de una noche.
Demás está decirles que en mi experiencia
hay dos tipos de personas en este mundo: las prejuiciosas que ni siquiera se
molestan en conocer bien a alguien para apuntarlo con el dedo y por otro lado,
quienes sobrevaloran las cualidades en otros al punto de no ver sus defectos o
minimizarlos demasiado. Intentemos hallar un equilibrio para no decepcionarnos
siempre, pero jamás cometamos el error de hablar desde la ignorancia y sólo por
las apariencias. La única orientación que importa es hacia donde nos dirige el corazón.
Dudo que Neme gaste siquiera un minuto
de su tiempo leyendo este artículo y mucho menos el blog, pero de todos modos
quise escribir para reivindicar el verdadero valor de un ser humano. Espero que
así lo entiendan mis lectores sin arriesgar demanda, pues siendo un individuo con capacidades
diferentes por mi silla de ruedas, he aprendido que ni siquiera podemos esperar
respeto si no lo damos.
Fuente: Que no lo sepan mis viejos.
4 comentarios:
El tiempo que perdemos en juzgar a los demás es un tiempo que no vivimos.
Exactamente. Nos preocupamos de las vidas ajenas y dejamos de lado la nuestra.
Creo que tu interpretacion es´perfecta no podemos juzgar sin conocer, muy interesante el blog muy lindas palabras destaquemos lo bueno de las personas..gracias por ser un aporte
Gracias Claudia por tus palabras y por leer mi blog. Como escritor es gratificante ver que mi mensaje llega a alguien. Espero que me sigas leyendo. Saludos.
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