«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

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lunes, 23 de junio de 2014

Un nuevo cuento de hadas

ĺnşAllah esta semana pueda entregar en una editorial el original de Síndrome de Estambul: El diario de Sofía Mustakis. Mientras tanto y para no perder la costumbre, he decidido escribir un cuento de hadas poco tradicional.
Dadas las experiencias de mis amistades y la mía propia en los terrenos del amor, me he dado cuenta de que no tiene sentido vivir esperando un idílico romance. Mientras antes lo aceptemos, menos desilusiones sufriremos cuando nuestro ser amado nos rechace, porque no podemos forzar el amor con encantamientos o intrigas y tampoco descubriremos la felicidad eterna en un casto beso. Pero éste es tema para un próximo artículo.
Por ello, el cuento de hadas que escribo no terminará con un cursi «… Y vivieron felices para siempre», como tampoco estará dirigido al público infantil. De hecho, abordaré el sexo intentando ser lo más imparcial posible aunque la verdad sea dicha, no pretendo hablar únicamente de eso. Será sólo parte de la narración para humanizar a los personajes.
Cuando digo que será para adultos, me refiero a que tendrá una trama compleja, llena de conflictos y en la cual el relato no se centrará en la típica historia romántica entre una doncella indefensa y su príncipe azul sino todo lo contrario. Ya antes en este mismo blog he hablado contra el tradicionalismo de la literatura infantil, que es en gran parte responsable de nuestras frustraciones emocionales, pues siendo adultos no podemos cumplir las expectativas que siendo niños nos inculcaron con las obras de los hermanos Grimm.
En mi cuento se podrán distinguir perfectamente las motivaciones de cada personaje e intentaré que ninguno quede delineado perfectamente, al punto de convertirse en un ideal. Después de todo, ninguno de nosotros está exento del constante error y como si ello fuera poco, a menudo somos incomprendidos.
Aquí el príncipe azul tendrá un traje desteñido, pues sus intenciones no serán del todo claras y como algunos lectores forman parte de la comunidad GLBTI, haré realidad su sueño dando espacio a un ambiguo caballero de brillante armadura y una princesa que en lugar de tejer se dedica a afilar sus cuchillos. ¿Por qué? Simplemente porque esta obra será contradictoria y nunca he pretendido plasmar un mundo ideal que funcione según los convencionalismos sociales. Aquí, mis queridos lectores, mostraré la realidad inserta en un mundo ficticio para que todos ustedes puedan sentirse identificados y ninguno se quede fuera.
Si creen que soy rebelde o polémico, sepan que no he sido el primero y como en todo lo que escribo, esta obra también ha requerido una investigación previa, para la cual me he dado a la labor de buscar los orígenes de cada cuento tradicional y hasta ahora han sido muchas las sorpresas, en su mayoría siniestras. Seguramente no me creerán cuando les diga que muchos cuentos de hadas tienen un trasfondo demoníaco, por decirlo de manera suave… Tengo al menos dos ejemplos para que pongan cuidado con lo que le leen a sus hijos:
Muchos de ustedes habrán disfrutado durante su infancia con Blancanieves y los siete enanos. Pues bien, aquí la protagonista es tan hermosa y pura que despierta los irrefrenables celos de su malvada madrastra quien como recordarán, era experta en las artes oscuras y poseía un misterioso espejo mágico.
La historia que dio origen a este cuento se basa en la vida de Maria Sophia Margarethe Catharina von Erthal, nacida el 15 de junio de 1729 en Lohr am Main según el historiador Dr. Karlheinz Bartels. Dicha teoría se basa en las similitudes que tienen tanto la localidad como la familia ya mencionada con el cuento de los hermanos Grimm, quienes tomaron la ya documentada existencia del diplomático Condestable del Electorado de Maguncia en Lohr, Philipp Christoph von Erthal, convirtiéndolo en un padre ausente que se ve obligado a dejar a su hija al cuidado de la madrastra, Claudia Elisabeth María von Venningen, Condesa Imperial de Reichenstein con quien se casara el 15 de mayo de 1743.
Tan bien documentada está la historia, que hasta existe el castillo donde vivía Blancanieves, convertido actualmente en el Museo del Spessart del distrito Main Spessart, donde hasta se expone el espejo supuestamente mágico que Philipp le diera a Claudia como regalo de bodas y en cuyo marco se lee la insultante frase «Amour Propre» que podría haber despertado los celos de la mujer.
Contrario a lo que podría pensarse, la magia del espejo que mide 1,60 metro de altura puede tener base en su elaborada fabricación con materiales extraídos de la región y llevados desde España, que le daban una especial resonancia mística a las palabras que se susurraban en su cercanía.
Respecto a la manzana envenenada, la investigación de Bartels revela que el veneno utilizado fue zumo de belladona, que es posible conseguir en Spessart. La Atropa belladonna, utilizada hoy en medicina, puede causar un efecto similar al rigor mortis.
Otra versión menos difundida es la del historiador alemán Eckhard Sander, quien asegura que el célebre personaje está basado en la condesa Margarethe von Waldeck, cuya existencia está documentada en Alemania durante la primera mitad del siglo XVI, atribuyéndosele un adúltero romance con el rey Felipe II de España y escandalizando a los cortesanos hispanos al punto de envenenarla.
En relación a los enanos, el equipo de Sander concluyó que se trataría de niños pobres, desnutridos y envejecidos prematuramente por el forzoso trabajo en las minas de hierro propiedad de la familia von Waldeck y con quienes la joven condesa acostumbraba jugar.
Otro ejemplo mil veces más siniestro es el de El flautista de Hamelín, cuya historia se fundamenta en un episodio ocurrido el 26 de junio de 1284 en esta ciudad alemana. Seguramente recordarán que esta localidad se hallaba entonces infestada de ratas hasta que un flautista llega ofreciendo librar a los pobladores con su música acordando un pago. Sin embargo, una vez las ratas se hubieron ahogado en el río Weser y el hombre regresara a cobrar su recompensa, los aldeanos se negaron a pagar despertando su furia. En venganza, el flautista esperó el día de Juan y Pablo cuando los adultos acudían a la iglesia local y usando su música, raptó a ciento treinta niños que lo siguieron hasta el lugar del calvario en Koppen, desde donde jamás regresaron.
En algunas versiones modernas, el flautista regresa a los niños cuando arrepentidos, sus padres le pagan incluso más que el monto acordado. Sin embargo, la historia se conoció gracias al testimonio de tres niños que no pudieron seguir al hombre por se uno lisiado, otro ciego y el tercero sordo.
Como respaldo se puede mencionar que existe una ley-costumbre largamente establecida en Hamelín, prohibiendo cantar o tocar música en una calle particular, por respeto a las víctimas: la llamada Bungelosenstrasse, adyacente a la Casa del Flautista. Durante desfiles públicos con música, incluidas las procesiones matrimoniales, la banda musical deja de tocar al llegar a esta calle y continúa una vez que la ha atravesado.
Seguramente quienes sean padres me entenderán, pues sólo ustedes pueden sentir el temor de que sus hijos sean raptados por un extraño y jamás vuelvan a verlos. Con los numerosos casos de pedofilia difundidos hoy en la prensa, resultaría aterrador que un pervertido se atreviera a tomar las vidas de ciento treinta niños y ni siquiera uno.
En la Edad Media, cuando comenzó esta leyenda, quizás se haya creado la parte de las ratas en el cuento para darle más profundidad. Sin embargo, no olvidemos que por aquella época la peste negra diezmó a gran parte de la población europea y por ello, podría entenderse la desesperación que sentían los habitantes de Hamelín con la plaga, pero más atormentados debieron estar cuando perdieron a sus hijos.
Tras todo cuento, hasta el más fantasioso, existe un porcentaje de realidad que se va perdiendo con el tiempo hasta confundirse completamente con la leyenda. Éste es mi propósito al escribir un nuevo cuento de hadas que reúna personajes fabulosos con situaciones cotidianas.

Fuente: Wikipedia.

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Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.