«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

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martes, 23 de septiembre de 2014

El tesoro

He resumido el contenido de mi mochila. Ahora sólo tengo dentro tres tubos con azúcar por si sufro alguna hipoglucemia, las llaves de mi casa, mi cédula de identidad y la credencial de discapacidad para ser identificado por si sufro algún accidente fuera o en caso de hacer trámites y el tesoro.
Hay cosas materiales a las cuales les tenemos mucho apego aunque como musulmán, no debería sentir amor hacia lo material e intento en lo posible obedecer esa regla. Sin embargo, tal como en una mochila a veces ponemos carga extra de cosas que quizás podríamos necesitar aunque no sea seguro, en la vida también guardamos recuerdos de situaciones que deberíamos olvidar, pero no lo hacemos porque nos marcaron a fuego.
En mi caso, ser portador del tesoro –que traje de Estambul–, a veces significa recordar lo bueno que viví allá pero también el alto precio emocional que debí pagar al volver y quisiera sacarlo del compartimiento donde está guardado pero cada vez que lo intento, no pasa un día antes de que vuelva a colocarlo donde mismo está siempre.
No es un talismán ni un amuleto porque el Islam prohíbe explícitamente llevar estos utensilios paganos. Empero lo porto por la carga sentimental que tiene y para que InşAllah algún día muy pronto pueda volver a Turquía, diciendo que aquel tesoro siempre fue conmigo a todas partes o al menos, la mayor parte del tiempo desde 2011 a la fecha.
Otros no valorarían el gesto y seguramente en estos tiempos modernos, cuando la gente está tan descorazonada y sin valorar los vínculos emocionales, pueda parecer estúpido cargar un artefacto aparentemente simple pero que en realidad, tiene un significado más que un costo económico.
Si me asaltaran en la calle, preferiría perder mi insulina pero no entregar el tesoro. ¿Qué diferencia hay? Que el tesoro es irreemplazable y en cambio, si pierdo la insulina podría sacar una nueva del refrigerador cuando llegara a casa.
Para mí es tan valioso, que está guardado dentro de una bolsa aterciopelada en el interior de una segunda bolsa similar, que va en una caja cuyo tamaño le permite no ocupar mucho espacio dentro del bolsillo en la mochila. ¿Ustedes tienen algo de lo cual sientan que no pueden desprenderse, emocionalmente hablando?

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Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.