Hace
algunos días publiqué en este mismo blog una entrada titulada Una falsatolerancia –la anterior–, donde dejo bastante clara mi opinión acerca de la
libertad de expresión. En mi buzón de correo electrónico recibí el comentario
hostil de un Anónimo que en apenas dos líneas insultó mi religión, a los
musulmanes y reconoció que no daba su nombre por temer la reacción que podría provocar.
¿Por qué no publiqué este comentario? Mis razones son simples:
En
primer lugar, jamás he discriminado a ningún grupo por razón alguna, incluso si
eso me hace acreedor de la enemistad de quienes sí lo hacen. No será esta la
primera vez que promueva mensajes de odio contra determinado sector social,
animando así una injustificada cacería de brujas. Menos aún si ello perjudica a
mis hermanos de fe. Este cobarde comentarista Anónimo no contaba con el hecho
de que sus palabras saldrían a la luz pública sólo si pasaban mi filtro (en mi
blog no se publica cualquier basura y menos si ataca a gente inocente).
En
segundo lugar, no aprobaría los nocivos comentarios de alguien que se esconde
en el anonimato para decir lo que se le plazca. «Je suis Charlie» es una frase
en la que muchos han hallado la representatividad de la libre expresión, sin
considerar que también hubo al menos una víctima musulmana en el atentado a la
revista francesa y que eso también nos da el derecho a manifestarnos. Les guste
o no, ser musulmán no es sinónimo de ser terrorista. Yo no he cometido el
garrafal error de meter a todos los católicos, protestantes o judíos en un
mismo saco por los errores de algunos; por ello, no permito que generalicen en
mi caso.
En
tercer lugar, comentar desde el anonimato es igual que cuando en la Revolución
Francesa (1789 y no lo digo por los franceses de hoy), hubo cobardes que lincharon
a gente inocente escudados en la multitud, llevándolos a la guillotina. La libre
expresión no significa que puedas decir lo que quieras de cualquiera, sin
filtro y peor aun, sin dar la cara... Es cierto que en este blog critico todo
tipo de asuntos, pero todos mis lectores saben cómo me llamo y quién soy. Así es
como trabaja correctamente el derecho a la libre expresión, con honestidad y
yendo de frente.
En
cuarto lugar, no es correcto utilizar una tragedia, el dolor de la gente, las
muertes de personas inocentes y la muy lamentable discriminación de la cual
hemos sido víctimas los musulmanes del mundo en mayor o menor grado, para
subirte al carro de la victoria e insultarme gratuitamente desde el anonimato
diciendo «Je suis Charlie». No es el propósito de esa frase ni de quienes, como
el inocente pueblo francés de hace doscientos veintiséis años u hoy, la
enarbolan. Tú no eres Charlie; tú no eres nadie.
En
quinto lugar, comentarista Anónimo, reconoces no dar tu cara ni nombre por
miedo. La razón de tu temor no es lo que ocurrió en Francia, sino tu
ignorancia, tu desinformación y especialmente, el hecho de que te desquitaste
con los musulmanes por algún problema personal en el cual, desde luego no
tenemos ninguna responsabilidad. En otras palabras, no debemos hacernos cargo
de que tu vida sea miserable y me incluyo, no sólo por ser musulmán, sino
también porque tuviste la desafortunada idea de desquitar tu rabia en mi blog. Por
si no lo notaste, tengo muchos más recursos argumentativos que tú y si no lo sabías,
ya lo sabes; yo no te respondería insultándote gratuitamente en dos líneas.
En
sexto lugar, el derecho a la libre expresión requiere que para ser ejercido
correctamente, legitimes tus opiniones con argumentos, bases, pruebas y si lo
hicieras como una persona adulta, madura, responsable e informada, no te
esconderías en el anonimato cobardemente ni utilizarías insultos básicos,
porque así no defiendes nada ni a nadie. Lo tuyo no pasa de ser la expresión
descontrolada de una rabia personal que no guarda relación alguna con los
hechos acontecidos últimamente.
En
séptimo lugar, has de saber que por lo anterior, mientras no des tu cara y
nombre para opinar, ni una sola letra tuya será publicada en los comentarios de
mi blog, sin importar cuántas veces intentes envenenar a mis lectores. Esto es
aplicable a cualquier comentarista que desde el anonimato ataque, humille o
difunda mensajes discriminatorios y de odio contra cualquier persona, sin
distinción alguna.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario