«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

Comenta en este blog

Selamünaleyküm: No olvides dejar al final de cada artículo tu comentario para el autor de este humilde blog que acabas de leer. Tus opiniones serán tomadas en cuenta para mejorar el contenido en la forma y el fondo.

Si esperas respuesta a tu comentario, debes buscarla dentro de la misma sección del artículo que comentaste. Gracias. Selam.

Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

Sobre Facebook

Por favor, si me agregas a Facebook, envíame un mensaje privado diciendo que has visto mi blog, para saber dónde me encontraste. De lo contrario, tu solicitud podría ser rechazada por seguridad. Muchas gracias por tu comprensión.

miércoles, 21 de enero de 2015

Palabras al Sr. G. H.

Cuando era más joven, me resultaba impensable dormir una siesta después de almorzar, pues al parecer mi cuerpo tenía más energía o ganas de vivir. Hoy en cambio, llevo días acostándome hasta las cuatro de la tarde y diría que hasta me ha salido un poco de panza. Sin embargo, ahora en lugar de la siesta, preferí quedarme escribiendo esto para un amigo.
Anoche el Sr. G. H. escribió que su ex pareja había llegado de sorpresa a su departamento sin avisar, reavivando el fuego que alguna vez hubo entre ambos. Pero después de una fugaz recaída, el susodicho recibió una llamada de su actual novio y salió corriendo a su encuentro, dejando a mi amigo con lágrimas en los ojos y la ilusión rota.
Apenas leí esto, a las dos de la madrugada le escribí un correo electrónico de aquellos tediosos como sólo yo sé hacerlo, de trece párrafos, para aconsejarlo e intentar de algún modo consolarle.
Básicamente le dije que lamentaba su llanto, pero no debía preocuparse porque su dolor era señal de que aún podía sentir, pues hay quienes desmotivados por las desilusiones amorosas, renuncian a los sentimientos y eligen vivir mecánicamente sus pasiones, como entes sin emociones, perdiendo parte de su humanidad.
Estas criaturas subestiman tanto las emociones que incluso creen patético a quien tiene sus sentimientos como motivación. Cualquiera podría decirme que cada persona es libre de vivir como quiere y que ser promiscuo también es legítimo. Pero no es así si tu modus vivendi afecta a otros, atropellando sus emociones y lastimándolos.
En este sentido, es común que alguien a quien le han roto el corazón muchas veces, cansado de sufrir, claudique ante el amor y prefiera tener varias parejas esporádicas en lugar de comprometerse sentimentalmente con sólo una persona, manteniendo una relación madura y estable. Es cierto que desde hace un tiempo no abordo los temas de la comunidad GLBTI con la misma frecuencia que antes, pero esto es igualmente aplicable a cualquier persona sin importar su orientación sexual. Sigo creyendo que no es válido anteponer las pasiones propias en desmedro de los sentimientos que alguien tenga.
¿Qué le pasa a la gente, que va por la vida ensuciando los corazones de quienes a pesar del sufrimiento, están dispuestos a sentir? Sería oportuno decir en este punto que debemos ser cuidadosos en general, hombres y mujeres, al momento de dejar entrar a alguien en nuestras vidas, porque hay quienes no valoran este voto de confianza y tampoco les importa causarnos una pérdida afectiva, una desilusión.
Estas personas, psicópatas porque no hay otra forma de llamarles, nos cosifican; somos para ellas una fuente de placer que no vale nada después de haber logrado su mezquino objetivo. Muestra de ello es cómo nos abandonan fríamente, sin importarles el rastro de desolación que dejan con su partida, porque les resulta más provechoso usar a un ser humano emocional que masturbarse o comprarse un consolador. Cuando digo que nos cosifican, es porque nos ven como si fuésemos consoladores parlantes o elementos desechables de los cuales pueden desprenderse fácilmente cuando hayan obtenido utilidades. Sí, soy duro e implacable en mi forma de hablar porque estas criaturas no tienen tacto alguno al momento de llevar a cabo su plan y tampoco les debe afectar demasiado cómo se les diga la verdad.
Es cierto que tal vez el resto de nosotros nos exponemos a este tipo de abuso socialmente aceptado, porque a veces necesitamos sentir afecto de otro y cometemos el error de escoger a la persona más inapropiada, sea porque no nos quiere o simplemente porque no estamos hechos el uno para el otro. Sería deshonesto no admitir cierto grado de responsabilidad propia en aquellas traumáticas experiencias amorosas que nos dejan cicatrices.
Sí. No toleramos la soledad y a veces, preferimos engañarnos creyendo las mentiras de alguien que sólo quiere aprovecharse por un rato de nuestras carencias. No soy cínico fingiendo ser alguien sin experiencia; la verdad es que tampoco soy muy experimentado, pero si a los treinta y tres años todavía me contaran cuentos, estaría totalmente perdido.
Hace algún tiempo escribí sobre el Sr. F. A., quien recientemente admitió su homosexualidad aunque se ve enfrentado a una problemática de tipo religiosa, porque siendo católico apostólico y romano, se niega a vivir plenamente su sexualidad y sus sentimientos por temor al Infierno. Actualmente no mantiene contacto con mi tocayo con la misma frecuencia que antes, pues al parecer se dio cuenta de que sería difícil vivir en Jordania siendo abiertamente gay.
Quiero dejar claro que este artículo no trata de lo que dice la religión sobre la homosexualidad sino más bien, acerca de cómo algunas personas sin importar su orientación sexual, se aprovechan de las carencias afectivas o el cariño que han despertado en otros, para satisfacer sus necesidades egoístas sin considerar el bien común. Sé que a muchos no les gustará mi opinión, pero lo cierto es que a veces sufrimos estas decepciones porque nos dejamos llevar por nuestras pasiones e ilusiones, dejando de lado el razonamiento. ¿Qué nos hace creer que si no funcionó bien la primera vez con una persona, funcionará en un segundo intento?
No quiero que el Sr. G. H. se enoje conmigo por lo que diré a continuación, pero sólo es un análisis: su ex pareja le visitó sin avisarle previamente, pasaron juntos una tarde maravillosa y finalmente, cuando el actual novio de este sujeto lo telefoneó, salió corriendo a su encuentro. Para mí es evidente que no sólo lastimó a mi querido amigo sino además, a su pareja que inevitablemente, acabará enterándose. Este tipo es una joyita como para llevar a casa; es ideal para pedirle que marche a favor de una Ley de Matrimonio Igualitario. Luego son estos personajes por los cuales la comunidad GLBTI tiene mala fama.
Yo sé que el Sr. G. H. tiene un vínculo emocional con el tipo que lo dejó tirado ayer y por ello, me preocupa que mis palabras sean malinterpretadas. Sin embargo, él debe saber que también he tenido muchas decepciones amorosas, principalmente porque me encuentro con gente cobarde que le teme al compromiso y aunque pueda enamorarse de mí, nunca tendrá el valor para estar conmigo porque nadie querrá hacerse cargo de este cacho…, un tipo enfermo, cesante y que además, habla demasiado.
Repito que aquí estoy hablando sobre cómo algunas personas desalmadas nos utilizan, engañan, manipulan y cuando han logrado su objetivo, nos desechan como trapos viejos. Da lo mismo que estas palabras las lea un heterosexual homofóbico o un gay reconocido, porque ambos sabrán comprender mi mensaje, pues a todos nos ha pasado lo mismo y a algunos, más de una vez.
Hemos escuchado la flauta de Hamelin, pero cuando cruzamos al otro lado del río, sólo encontramos ratas. Y ya que hablo sobre cuentos de hadas, recordé que anoche el Sr. G. H. se durmió esperando al Príncipe Azul. Sin embargo, ésta al igual que la Princesa Encantada, no existe. Sólo habemos hombres reales de carne y hueso; para quien busque el amor, sólo tiene dos alternativas: los hombres malos o los mejores.
Por eso es que los señores F. A. y G. H. no deberían sufrir al tropezar con tipos como los descritos anteriormente. A los tres con el permiso de Allâh (swt) nos queda mucho camino por andar, cada uno en su senda y por ello, es preciso asumir que si bien el dolor es inevitable, podemos elegir por quién sufrir: una persona que merezca la pena o una que no.

No hay comentarios.:

Gracias por tu visita

Si llegaste a este blog y lo leíste, agradezco que me dedicaras un poco de tu tiempo.

Asimismo, te invito a dejarme tus comentarios, sugerencias, peticiones y críticas constructivas en los posts.

Por último, si te agradó, puedes añadir un vínculo de La Pluma Dorada en tu página web, blog, fotolog o espacio personal y así, colaborar al crecimiento de este humilde rincón. También te invito a convertirte en seguidor.

Espero tenerte de regreso; siempre serás bienvenido. Hasta pronto.

Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.