«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

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viernes, 24 de abril de 2020

Ramadân 1441 AH


Este año el Bendito Mes de Ramadân ha llegado a auxiliarnos en medio de una crisis social, económica  sanitaria que no sólo afecta Chile sino al mundo entero y que para los creyentes, bien podría ser señal de los Últimos Tiempos, aunque en estricto rigor sólo Allâh sabe el momento preciso en que sobrevendrá aquel inimaginable acontecimiento.
Podría comenzar este artículo de una manera mucho menos sombría y más esperanzadora tal vez, pero lo cierto es que si bien por un lado este Mes Sagrado siempre es una oportunidad para que todos los musulmanes nos acerquemos con especial dedicación al Creador, por otro debemos enfrentar el hecho de que los últimos acontecimientos han resultado ser pruebas muy difíciles para algunos y en esa medida, sólo nos queda suplicar que para ellos sea más fácil, que según la voluntad de Allâh todos podamos superar los obstáculos y ser protegidos junto a nuestros seres queridos de estas tribulaciones. Amin.
Ciertamente el Islam enseña que nuestro Señor está más cerca de nosotros que nuestra propia vena yugular y que cada sufrimiento nos purifica, pero Ramadân es la ocasión ideal para que nosotros tengamos eso presente y no olvidemos que si bien esta vida es una prueba constante, Allâh jamás desampara a su siervo.
Sé que a estas alturas muchos estarán diciendo de mí que hablo como cualquier predicador, pero éste no es el momento de analizar los hechos desde un punto de vista crítico, romántico o incluso práctico como lo hago con otros temas y tal vez esperaban que me refiriera al estallido social con todo lo que ello implica o las constantes cifras del coronavirus COVID-19. Sin embargo, quise darme la libertad de referirme a Ramadân no desde el punto meramente informativo como sería dejar aquí constancia de su inicio sino más bien, intentando en la medida de lo posible y con mis limitaciones mediáticas, decirles a cada uno de ustedes sin importar la religión que profesen o incluso si son ateos, que sin importar si éstas son señales apocalípticas o una crisis a nivel global como jamás antes se ha visto en la historia humana y que muy probablemente a muchos les ha afectado de manera personal, no pierdan las ganas de vivir; al contrario, por muy desalentador que se vea el panorama, hagan algo para embellecerlo ustedes.
Dense a la tarea de hacer algo bueno por el prójimo, aunque parezca insignificante. No les pido que salgan todos a salvar el mundo sino sólo tengan pequeños gestos que les permitan a ustedes mismos sentir esperanza y de igual manera, le motiven a otro tenerla. Aprovechen las redes sociales por ejemplo, para algo más que compartir memes, noticias falsas o hacer convocatorias; úsenlas de manera optimista para escribirle un breve mensaje a alguien con quien no hablaban desde hace tiempo a pesar de tenerle agregado, demostrándole interés, preocupación e incluso algo de cariño.
Tengan en cuenta que hay mucha gente sola y tal vez una frase aunque breve, sea lo que alguien necesita recibir para sentirse mejor. En estos tiempos cuando tenemos a nuestra disposición tecnología tan avanzada y múltiples medios para comunicarnos, dejemos a un lado el estúpido orgullo y la absurda indiferencia que antes nos impedían tomarnos un simple momento entre tantos sólo para saludar. Seguramente antes se excusaban diciendo que por su trabajo no tenían tiempo para escribirle a algún pariente o amigo del cual se sabían distanciados pero ahora, muchos trabajan desde casa y en esos cinco minutos que usan para tomar un café o la media hora que usan para ver alguna serie en Netflix, acérquense.
Es más… La ayuda que se puede dar no es sólo emocional. Si hay tiempo para postear veinte memes o hacer proclamas reivindicativas en Facebook y tomarse quince selfies para elegir la mejor y subirla a Instagram, también puedes ayudarle en términos prácticos a alguien que no sabe usar internet o ha perdido su empleo por la crisis social y necesita hacer la compra pero obviamente, no puede romper la cuarentena. En términos prácticos, Ramadân no sólo se trata de realizar ibadât a Allâh sino además, asistir al prójimo porque éste en sí mismo es un acto de adoración y llevándolo a un campo terrenal, no se necesita ser creyente sino consecuente.

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Yahya. Carlos Flores A.
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