Aquí estoy, nuevamente intentando hallar la inspiración que a veces anda prófuga y me deja encadenado al peso de una página en blanco, donde podría narrar muchas historias aunque ninguna encuentre el camino en ese laberinto desde mi cabeza hasta el monitor.

¿Qué novedad podría incluír? Nada. Al final, con más o menos ingredientes la receta acaba teniendo el mismo sabor primordial y ya es un tema que no asusta a nadie como ocurría por ejemplo, en el siglo XVII. Si bien podría aceptar el desafío de escribir una historia terrorífica que quitara el sueño a mis lectores, ciertamente la mayoría de ellos -especialmente mujeres- buscarían entre las páginas a personajes seductores y bellos, decepcionándose con mi idea de retomar el antiguo mito europeo donde estos seres sobrenaturales son muertos bebedores de sangre.
¿Y qué tal los cazadores? Después de Buffy, cualquier personaje que usara estacas sería odiosamente comparado y resultaría inevitable incluír alguna lucha entre ambos bandos. No quiero eso; me parece demasiado simplista.
De una u otra forma terminaría escribiendo algo muy parecido a mi primera novela, Alma Negra, de corte épico y fantástico. Aunque alguna vez me aconsejaron narrar una segunda parte o incluso convertirla en saga porque tenía muchos detalles que lo permitirían, creo que una historia debe saber cuándo acabar y si el escritor no se siente ilusionado con la idea de seguir, tampoco será bueno lo entregado. Eso se nota.
No me considero un escritor comercial, de aquellos que escriben sobre lo que está de moda aunque estén imitando un patrón, para hacerse famosos y millonarios rápidamente. Escribo sobre lo que me gusta aunque a nadie más le apasione. Posiblemente jamás una novela mía sea llevada al cine ni mis lectores se disfracen como los personajes, pero pueden estar seguros, cuando sólo tengo una novela publicada de las tres, que escribo para entretener y enseñar sin ánimo petulante del intelectual superior al resto.
Tal vez retome algunas ideas esencialesopara construír mundos imaginarios donde pueda pasar de todo, pero no crearé encarnaciones de dioses paganos como en mi primera obra, pues sólo Allah debe ser adorado y aunque estemos hablando de ficción, no debemos olvidar lo más importante.
Tal vez retome algunas ideas esencialesopara construír mundos imaginarios donde pueda pasar de todo, pero no crearé encarnaciones de dioses paganos como en mi primera obra, pues sólo Allah debe ser adorado y aunque estemos hablando de ficción, no debemos olvidar lo más importante.
Escribo para sentir que puedo vivir más allá de mis propias limitaciones físicas y emocionales, no para tener una abultada cuenta bancaria, aunque sí reconozco que es un trabajo como cualquier otro y uno espera ganar dinero. No seré tsn cínico como aquellos que aseguran escribir por amor al arte. Sí. Quienes trabajamos en esto porque nos gusta, sentimos con el tiempo esa necesidad vital de escribir; pero también necesitamos comer o pagar las cuentas.
No soy un escritor que hace esto por tener un pasatiempo o porque no tiene nada mejor qué hacer. Soy uno de aquellos que aún sabiendo cuánto cuesta recorrer este camino, quiere llegar a la última estación y para eso, se requiere dedicación. Lo más fácil sería enviar a las editoriales muchos manuscritos de basura literaria que sólo entretuviera por un rato, pero esa fama es más efímera que la buscada por quienes realmente deseamos entregar algo a nuestros lectores y después, ellos juzgarán su valor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario