ÁNGEL DE CHARLIE: Experto en todas las técnicas de espionaje cuando de descubrir infidelidades se trata. Huele a kilómetros el engaño y la mentira; su razón de existir es descubrir los secretos o acusar conspiraciones sentimentales. Para él hacer un seguimiento es como prepararse un pan con mantequilla. La Operación Hawai 5-0 o seguimiento completo hasta el motel con grabaciones y fotos es su especialidad. Serle infiel y salir ileso es imposible.
AUTÓMATA: Dícese del homosexual que yace permanentemente en un rincón, haciendo menos bulla que un ninja. Se queda donde lo dejan, como un paquete; es prácticamente una muerta y casi no habla. De hecho, a casi todo responde con un “Sí” o “No” que apenas se escucha. Hay áreas de conocimiento en las cuales es un verdadero erudito, pero no se luce a menos que alguien medianamente más activo lo saque de su letargo. Casi invisible, es posible que hasta te tropieces con él en alguna reunión social. Se le debe tener mucha paciencia, pero si aprendes a conocerle, tal vez descubras a una buena persona.
AUTOSUFICIENTE: En muchos aspectos es bueno estar con él porque se caracteriza por su independencia (no en mamón), solvencia y capacidad de animar el ambiente. Sin embargo, su lado B es irritante, porque cuando le hablas de sexo, relaciones o tener pareja a todo responde “Yo no me urjo por eso, no lo necesito”, aunque pueda estar con alguien que, para efectos prácticos es casi un accesorio.
BETTY: Alude a la popular telenovela colombiana “Yo soy Betty, la fea”. Pocas clases de gays son más envidiadas que ésta. Feo como Hulk sentado en el W. C., su desfavorecida apariencia física se acentúa aún más por su mal gusto en ropa y no se puede decir que es dejado de la mano de Dios, porque en realidad él mismo es una blasfemia; es tan feo, que las tribus africanas lo usan como amuleto viviente para ahuyentar al Diablo. Pese a todo, lo envidian porque este desgraciado casi siempre se queda con el mejor partido, a quien enamora con ardides de ternura, inteligentemente apareciendo como el cachorro atropellado e indefenso, que necesitas al caballero en brillante armadura. Por esto, su vida es un auténtico culebrón venezolano y el diario que escribe, porque siempre lleva uno, te saca lágrimas desde la primera página.
BIPOLAR: Entiéndase por un sujeto incapaz de conectar sus emociones con su accionar. En el ambiente gay este espécimen es una verdadera plaga. Para él un compromiso emocional es como la cruz para un vampiro y si tiene pareja, a ésta le pesan los cuernos hasta padecer una escoliosis. Toda interrogante le resulta un misterio cósmico indescifrable porque siempre responde con un “No sé”, “Tal vez”, “Quizá”, “A lo mejor”, “Posiblemente” y jamás tiene los pantalones bien puestos para una contestación definida. Si el matrimonio gay existiera en Chile, este sujeto iría camino al altar como la vaca al matadero, caminando dos pasos hacia delante y uno para atrás… Bajo presión vive choqueado. Que ni se te ocurra preguntarle “¿A dónde va nuestra relación?” o largarle un “Te amo” antes o durante el acto sexual, porque no le levantas el ánimo ni con una tortilla de Viagra y si lo haces post coito, la relación se termina, pero al menos habrás podido compartir el lecho brevemente.
CAZADORA: Es como “Buffy”, pero en lugar de cazar vampiros, caza gays y no los mata, se los folla. No estudia artes marciales, a menos que sea para atrapar una presa, pero sabe toda técnica de emboscada. Su arsenal incluye condón, consolador, lubricante y puede llegar al extremo de llevar una pastilla de Viagra o peor aun, Yohimbina.
COMEDIANTE: Quien se junta con él corre riesgo de sufrir incontinencia urinaria, porque su vida es una constante broma. Aunque hable en serio, la gente creerá que está bromeando, porque cada cosa que dice es un chiste. No lo pongan en la vía pública, porque la gente se detendrá a oírlo y le arrojará dinero a los pies. En un evento social es el payaso. Maestro del doble sentido hasta hacerlo directo, pues habla de su sexo y anatomía interior como si todo el mundo quisiera saberlo. En un funeral hace que hasta el muerto se ría y seguramente es el antídoto infalible para cualquier tipo de depresión.
CRITICONA COMPULSIVA: Todo lo encuentra feo, malo, anticuado o desubicado. Cree que dicta la moda y siempre te dice cómo vestirte, peinarte, decorar tu casa o moverte, aunque no le pre

guntes. Irónicamente su opinión suele estar errada y por eso, no sigas sus consejos ni aunque te pague en dólares.
DESARRAPADO: La versión contemporánea de James Dean. Desarreglado; lo último que está en su lista es el cuidado del cabello y cutis. Antiguamente se le confundió hasta con los hippies y ahora pasa desapercibido entre skaters. No es raro verle usando una mochila cutre cuyo contenido es mejor ignorar. Sin embargo, todo lo anterior se contrapone al buen estado físico que algunos tienen, generalmente por genética. Esto sumado a su carácter rebelde, lo hace atractivo ante los gays más desesperados. Tiene su propio concepto de “Estética”, que incluye el gel por kilos, la barba de dos, tres, cuatro o cinco días, la ropa suelta y ultra usada, utilizar calzoncillos por dos jornadas y luego voltearlos para continuar por dos más o sencillamente, no incluir la ropa interior dentro de su tenida. Eso sí, se baña a diario. Pese a ello, lo increíble es que al momento de ligar, Dios no les falta.
DESTRUCTORA DE HOGARES: Maldita, La Otra y muchos apelativos son sinónimos. El gay que nunca falta y al cual se le debe ahuyentar en cuanto uno lo ve rondando a la pareja. Seductor como serpiente e igualmente peligroso. Se deleita orgásmicamente separando parejas y los infieles le ligan. Es más seguro ser asechado por jotes y buitres en el desierto. Hace de todo lo inhumanamente imposible por alejar de ti a tu pareja, sólo para usarlo un par de veces y luego desecharlo. Ni su familia lo quiere, porque hasta con primos, cuñados y tíos se ha metido. Sin embargo, Dios es justo y con toda seguridad, esta clase de gay termina solo, viejo y apestado.
FALOCÉNTRICA: El término lo dice todo. Es aquel gay que vive en función del sexo, pasa más tiempo en sitios de ambiente que en su casa y es probable que este último lugar ni lo conozca completamente, porque su habitación es donde más está. Su cama es tan visitada, que aparece en toda guía turística gay. Puede olvidar cualquier cosa, pero jamás nunca un condón, aunque en pos de gozar, a veces no lo usa… su fruta favorita es el plátano y el vegetal, un pepino, aunque no siempre se los come. No pasa un día sin tener sexo y cuando está solo, recurre a su fiel amiga, la mano. Su lema: “El que nace chicharra, muere cantando”.
GATITA: Gay excesivamente tierno, tanto dentro como fuera de sus relaciones. Se muere si su pareja no lo mima diariamente y todo lo que habla es en diminutivos: Cosita, chanchito, mi amorcito, etcétera. Estar con él es como criar un niño mimado, porque cada vez que está molesto, se taima insoportablemente. Celoso como sólo él sabe serlo. Hasta tener sexo debe ser cuidadoso porque en una semana de abstinencia se revirginiza; ni hablarle en términos grotescos, porque para él cada encuentro sexual es “Hacer el amor”, aunque sea con alguien que recién viene conociendo. Es tan tierno, que hasta de sus ex habla bien, sin

importar que alguno le haga la peor canallada.
LESBOFÓBICA: Chicos, reconozcámoslo…, muy pocos gays no sentimos algo de rechazo por nuestra contraparte femenina, igualmente antigua. Esta clase de gay suele catalogar a las lesbianas con horribles apelativos e incluso, aludiendo a la teoría freudiana denominada “Envidia de pene”.
MARICOTAKU: Típico gay consumidor de Yaoi (anime-manga gay) Fácil de reconocer porque parece un personaje de animación japonesa, pero homosexual.
PORNOMANIACA: Casi nunca tiene sexo satisfactorio; la masturbación no es para él un modo de desahogarse, sino un pasatiempo que podría convertir en un deporte olímpico. Consume pornografía gran parte del día y sus preferencias no se limitan a lo gay, sino también al material hetero y bisexual…, todo con tal de ver un hombre desnudo, porque escasamente los tiene en vivo.
REINA DEL DRAMA: Pasa todo el tiempo ahogándose en un vaso con agua. Su vida es tormentosa, como una tragedia griega. Sufre hasta hacerse el seppuku o harakiri si su novio le promete llamarlo a las 8 y lo hace a las 8:05. No hay mejor ejemplo de paranoia emocional, porque sólo le falta ponerle un cinturón de castidad a su marido para asegurarse de que no le sea infiel. Su música favorita incluye impajaritablemente a Ana Gabriel y cuando estrenaron la película “Titanic” juraba que era su autobiografía.
Espero que esto te sirva para moverte en el ambiente gay reconociendo a cada espécimen.